EL SUR DEL SUR / OPINIÓN

Cambio climático y jornada laboral 

13/10/2019 - 

Quizás voy a reflexionar sobre una obviedad, pero como vamos camino de otra campaña electoral y vamos a oír muchas propuestas, pues lo digo ya: el debate del cambio climático o cómo deben ser las jornadas laborales del futuro van a estar presente en los debates. Lo digo a raíz de la última propuesta de Íñigo Errejón de proponer, como ya hizo Compromís en la campaña del pasado abril, una jornada laboral de 32 horas semanales, que parece de primeras una propuesta radical, pero ya funciona en algunos países de Europa y en sectores potentes como el del metal. Del cambio climático, también oíremos muchas propuestas, pero en lo que nos corresponde no debemos dejar sobre la mesa que van a poner en cuestión los trasvases, algunos esenciales, todavía, para el sur de la Comunitat, y su continuidad.

Determinados aspectos de un asunto y otro van a generar controversia, sobre todo, algunas medidas concretas. Pero lo que parece claro es a mayor digitalización de las empresas y transformación de nuevo modelos, las jornadas laborales van a ser más flexibles y las medidas de conciliación, más posibles. Pero está claro que todavía conviviremos en los próximos años con un modelo dual: empresas que darán pasos de gigante hacia la actualización y mejora de procesos productivos, y por tanto, que requieren de mano de obra cualificada,  podrán aplicar jornadas más flexibles o sin presencia en el puesto de trabajo, con aquellos tradicionales, a los que se les exige -y remarco, se les exige- poca formación y que deben estar a pie de obra. Es inevitable.

Pero si sigue el debate de las 32 horas o como poner fin a la precarización de determinadas profesiones, es porque la terciarización de la economía nos están llevando a ello. Y porque hay condiciones de trabajo, como el de las aparadoras o camareras de piso, que no se pueden tolerar en pleno siglo XXI. Pero estoy seguro que escucharemos muchas reacciones a determinadas medidas que con el tiempo se acabarán imponiendo si de verdad España quiere tener una economía competitiva en valor añadido. Y los pasos que se están dando en la economía de la Comunitat Valenciana, con mayor o menor éxito, van hacia esa dirección. Y los primeros que deberían tomar conciencia de ello son los empresarios para aplicar mejoras en sus industrias o negocios, sin olvidar -y esa es la mejor garantía de ello- que las empresas deben ser rentables y sostenibles en el tiempo. Si lo son ganan todos. La fórmula se irá moldeando con el tiempo.



Y lo mismo va a suceder con el cambio climático. Más allá de las políticas de la reducción del uso del plástico u otro medidas para rebajar en los efectos del calentamiento global, potenciando otros materiales o dando una mayor vida a determinados productos, el debate se va a colar en la política hídrica. Y en este campo, y más en concreto, en la Comunitat Valenciana, donde ese mensaje se ha simplificado mucho, con el estar a favor o en contra de los trasvases, en blanco o negro, sin incluir una escala de grises, también seguiremos escuchando posturas maximalistas, de un lado y otro, que se irán modulando con el tiempo.

Por ejemplo, si no lo hace ya, lo deberá hacer con el tiempo, lo ocurrido en la comarca de la Vega Baja con los efectos de la gota fría merece un debate entre los responsables políticos. No sólo por lo ocurrido, que también, deberían responder los responsables de la Confederación Hidrográfica del Segura de los últimos años, si los intentos del PP por saber qué ha pasado no caen en el olvido tras el 10N, sino por evitar que vuelva a ocurrir. Debería analizarse la política territorial y de infraestructuras de los últimos años y qué medidas tomar para que otras lluvias torrenciales de esa magnitud no sólo generen víctimas mortales y destrozos tan cuantiosos para personas y empresas.

Pero ese debate llegará también a la propia política hídrica, la de la gestión del agua y de los trasvases. Con el futuro, cuestionarse lo trasvases no va a ser una boutade. Lo escucharemos y lo leeremos. Ya sucede ahora, y no sólo de una parte de la cuenca. Es posible que algún día la reflexión llegue del otro lado. No sólo por posición ideológica, que también, sino de perspectiva o por las alternativas que ofrezca, por ejemplo, la rebaja de la factura energética. El autoconsumo va a generar muchas posibilidades, como han dicho muchos expertos. Así que no descarten nada. Y sobre todo, por la visión de las cosas que pueden tener las nuevas generaciones, como ya tienen sobre la propiedad o el pago por uso del streaming. Como con la jornada laboral, viviremos situaciones duales, la convivencia del modelo tradicional con el alternativo, pero no se puede despreciar nada. La temeridad puede ser condenar algo o alguien por negar la mayor. Lo veremos con el tiempo, aunque el bipartidismo salga reforzado del 10N.

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