Cuando era pequeña vivía en la calle Diagonal, junto a la Plaza Barcelona en Elche, pero no era el primer nombre que aprendí para mi calle; se llamaba primero Pedro Martínez Montesinos y, a pesar de ser largo y tener yo seis años como mucho, me lo aprendí, aunque me duró poco; cambiaron el nombre a calle Diagonal con la revisión que se hizo con la llegada de la democracia. En poco tiempo también cambiaron el de mi colegio, pasó de Colegio Muñoz Grande a Colegio Baix Vinalopó.
Y 40 años después de estos recuerdos, en 2011 vivía en la calle País Valenciano y la alcaldesa del PP Mercedes Alonso lo cambió a Comunidad Valenciana. Cambió algún nombre más a pesar de estar solo 4 años como alcaldesa, pero para nada llegó a la cifra de 123 calles y menos en un mes.
La ConsellerIa de Calidad Democrática ha pedido retirar en el plazo de un mes los vestigios franquistas que quedan y en Elche se ha señalado especialmente la Cruz del Paseo Germanías, que ya está en proceso por cierto, y 123 nombres del callejero del barrio de Carrús. Es una resolución que simplemente exige el cumplimiento de la ley, pero en este caso, cumplir la ley a rajatabla ocasiona más problemas que los que resuelve.
El cambio de nombre de País Valencià a Comunidad Valenciana, que se produjo en mi calle hace apenas unos años puede parecer una nimiedad de intendencia, pero me ocasionó algún problema en comisaría y en el Registro Civil , al no coincidir mi documentación con lo que ellos tenían en el sistema informático. Afortunadamente los funcionarios con los que me topé eran personas y no bots y entendieron la diferencia de denominación del domicilio y recordaron que se acaba de cambiar el nombre y que era la misma calle. Seguramente ayudó a que me entendieran el hecho de que esos trámites los hice de manera presencial y que soy mujer, blanca, soltera y “aparento” poco peligrosa. Debe ser el mismo motivo por el que nunca me paran en determinados controles policiales…
No quiero ni pensar qué pasaría con la documentación, los trámites o simplemente si te piden el DNI por la calle con un cambio de 123 calles a la vez, y además a vecinos y vecinas de Carrús donde hay mujeres blancas solteras también, pero y afortunadamente, muchos otros perfiles de personas diversos y variados. El correo, los envíos, transferencias de dinero, en fin; mil situaciones y gestiones que por un cambio en el nombre de una calle pueden bloquearse, perderse, retrasarse y con ello generar dificultades a la gente.
No sé si les ha pasado algo así pero el “baile” de un simple número del DNI ya te puede poner en situaciones difíciles. Un error mío en una letra de la matrícula de mi coche me hizo creer durante 48 horas que me lo habían robado, porque no había manera de encontrarlo en el sistema informático de la policía, que si la agente hubiera mirado por la ventana de su oficina lo hubiera visto delante de sus narices, pero en el ordenador no salía por el error.
No entro en el fondo de la cuestión y los vestigios franquistas, no es el tema. Entiendo que si se va a remodelar el Paseo Germanías no tenga ya sentido mantener una cruz que, en este caso, no simboliza la religión sino el homenaje a solo una parte los muertos en la guerra civil. Pero además, como si solo se retira por una cuestión estética. Es fea, para mí.
Hemos visto poner y quitar pavimentos más o menos bonitos, maceteros, farolas, barandillas, esculturas, gárgolas, y lo último esas para mi poco logradas Damas de Elche enormes que si yo tuviera algo de poder de decisión eliminaría de un plumazo porque cada vez que veo una no duermo por la noche.
Cambiar o pretender cambiar 123 nombres de calles en Carrús puede ser una buena idea sobre el papel y con la Ley de Calidad Democrática en la mano, pero en la práctica es un desaguisado importante. Vamos a ver si los políticos se tatúan en la frente esto de “estamos para resolver los problemas de la gente y no para crearlos”.