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TODO DA LO MISMO

Bienvenido de nuevo, Mr. Noel Gallagher

11/06/2023 - 

MURCIA. En el mundo del pop, el apellido Gallagher significa dos cosas: chulería y cánticos rockeros. Y luego, dependiendo del nombre propio que vaya delante del apellido, puede haber más de lo uno que de lo otro. Noel y Liam Gallagher pasaron a la historia por hacer de Oasis uno de los grupos más importantes de la música inglesa. Grandes y polémicos, se convirtieron en una especie de gloria nacional tanto para sus compatriotas –que los quieren más como se quiere a un futbolista que a un artista- como para miles de personas de otras partes del planeta. La fiesta terminó en París en 2009, cuando, después de un sinfín de peleas, todas convenientemente aireadas por los medios, Liam intentó agredir a su hermano y este, harto de tanta bronca, abandonó el grupo. Oasis murió mientras una adaptación pop del mito de Caín y Abel cobraba vida. Un año después, Liam presentaba su nueva banda, Beady Eye, una segunda parte de Oasis que apenas aportaba algo que no esperásemos a un estilo ya reseco. Desde entonces se podría decir que, más que superarse a sí mismo musicalmente, lo ha hecho únicamente en su condición de señoro y cuñao.

Al año siguiente fue el otro hermano quien estrenó proyecto. Noel Gallagher’s High Flying Birds funcionó a la vez como nombre de su banda de acompañamiento y como título de su primer álbum con ella. “No me veo saliendo a escena en plan cantautor, pero tampoco tengo ganas de estar en otro grupo -explicó en su momento-. High Flying Birds es un colectivo de músicos que ahora me acompaña, pero ni están atados a mí ni yo a ellos. Puedo trabajar a mi aire, hacer lo que quiero sin consultar a nadie. No es que vaya a ponerme a hacer experimentos porque no es lo mío, pero puedo grabar mis canciones de la manera que me apetezca, usar otros estilos. En realidad, es como si empezara de nuevo, aunque no esté empezando desde cero exactamente”. La apuesta funcionó. El disco superó los dos millones y medio de copias vendidas y su autor siguió llenando grandes recintos. Cuatro años después sacó otro disco, Chasing Yesterday, que a veces recordaba el punk pop de Buzzcocks para luego sumergirse en excursiones cósmicas como la de Sun Ra. El hombre iba bien encaminado, sin renegar de su pasado, pero con interés por labrarse un futuro lejos de la nostalgia.

Hacer siempre lo mismo está muy bien porque siempre hay gente que quiere escuchar lo mismo de siempre. Pero hoy por hoy, evolucionar es la única manera de no quedar estancado artísticamente, de no estar haciendo una y otra vez la misma música para la misma gente, sin posibilidad alguna de que la obra trascienda a ese target y quede reducida a música de nicho que, en realidad, vive de las glorias pasadas. Sin evolución no hay cambio y los cambios son necesarios, aunque se corra el riesgo de defraudar al público. Y al público hay que confundirlo siempre que toque, porque si no, te toma la medida y se convierte en una camisa de fuerza. Eso lo entendió Noel Gallagher enseguida. En 1996 ya estaba cantando con los Chemical Brothers –la canción “Setting Sun”- y unos años después, se estrenaba en solitario con un tema instrumental para la película de Expediente X. No es que aquello fuese nada del otro jueves –ni del otro viernes tampoco-, pero grabando un tema exclusivamente electrónico y con bases de baile, Noel dejó claro que no le tenía miedo ni al presente ni al futuro.

Doce años después de haber debutado con los Flying High Birds, Gallagher y su banda cambiante sacan su cuarto álbum, Council Skies. Muchas cosas han ocurrido desde entonces. Liam ha seguido haciendo discos prescindibles que solamente interesan a sus adeptos y a los nostálgicos de Oasis. Ahora, los ánimos están ya más calmados y Liam insulta menos en las entrevistas porque da menos entrevistas. Las expectativas de reunión de Oasis generan un ansiedad equiparable a las de la vuelta de  Mecano. Pero Noel ha demostrado lo que ya se intuía, que es un tipo musicalmente abierto. Que puede mezclar su vena de compositor de rock inglés clásico con otras tendencias no menos inglesas como el baggy, el glam o la electrónica. En cierto modo, sigue los pasos del gran campeón en estas lides, Paul Weller, un músico que lideró una de las bandas más british de la historia –The Jam- para luego seguir haciendo música british sin asfixiarse artísticamente a sí mismo. “Mi objetivo no es otro más que hacer buenas canciones”, insistía Noel cuando sacó aquel primer disco. 

Aquella premisa se mantiene en este Council Skies donde sigue sin haber manías que valgan. Esta vez se ha alejado más de los temas de baile y se ha centrado en las canciones con guitarra. Pero igual te mete una caja de ritmos de las viejas en “Pretty Boys” que le encarga un par de remezclas de “Easy Now” a Robert Smith y a los Pet Shop Boys. Noel discurre en paralelo a otro valiente superviviente de otra banda de mucho peso, Johnny Marr, el que fuera guitarra de The Smiths. Ambos han sabido sortear muy bien las trampas del pasado y han hecho, cada uno a su ritmo y a su manera, una respetable carrera por su cuenta. Council Skies, que es una obra que habla mucho del paso del tiempo, no renuncia a los formatos clásicos, como la melancólica “Dead To The World”, que hizo que hasta Liam escribiera un tuit diciendo lo mucho que le gustaba. En “Open The Door, See What You Find” llega a recordar a Julian Cope, el cual, por cierto, en pleno auge de la oasis manía escribió un poema titulado "There’s Nothing Highbrow About The Eyebrow Brothers": No hay nada intelectual en los hermanos de la ceja. Ese sonsonete ya no vale para Noel. La música que hace suena a muchas cosas, como la vida misma. Porque, como él mismo declaró en 2010, “la vida puede ser fabulosa y a la vez tener un toque de tristeza. Nunca puedes separar completamente una cosa de la otra”.

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