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tribuna libre / OPINIÓN

Así nos va 

21/12/2017 - 

Si fuera una broma, creo que no llegáramos ni a reírnos. El nuevo Plan de Cercanías del Gobierno central, que nace con la bendición del Gobierno de la Generalitat, en virtud del cual se van a invertir en la Comunitat Valenciana 1.081 millones de euros en infraestructuras y otros 355 millones en mejoras varias de pintura y arreglos varios, ya está aquí, anunciado por el ministro del ramo hace dos días. Leído así, parece que podríamos empezar a descorchar el champán. De hecho casi todos nuestros políticos ya lo han hecho. Todos los partidos políticos se atribuyen el éxito, que si es gracias a mí, que si yo me reuní antes que tú, que si yo pasaba por allí aquel día, que si, que si... Cualquier excusa es buena para que parezca que las intervenciones de cada uno de ellos (por supuesto, por separado), han sido fundamentales. Y nada más lejos de nuestra intención que quitarles su minuto de gloria, pero da un poco de vergüenza ajena. Y bostezamos de aburrimiento. Todos actuando por separado, esto es el resultado de guerras individuales. Qué falta de visión de ciudad. ¿Qué pasaría si ese esfuerzo por pelear las inversiones, que benefician a la ciudad de todos, se hubiera hecho en conjunto? ¿Qué imagen se habría dado, qué resultados se podrían haber conseguido si, todos juntos, hubieran reclamado cosas para todos? Imaginen, imaginen, que es gratis.

Sin embargo, si vamos al detalle del plan y leemos la letra pequeña, analizamos los números y las propuestas, se nos cae el alma a los pies. De estos 1.081 millones, el 90% de ellos se queda en Valencia y Castellón y un 10% se destina a la provincia de Alicante. Que no deja de tener mérito, porque, contabilizando toda la inversión que se ha llevado la capital de la Comunitat en los últimos tiempos, encontrar proyectos a los destinar más inversión no deja de tener su mérito, porque no tiene que haber sido fácil. Ahora se entiende que a la presentación de este plan en Valencia, en el cap i casal, asistiera el alcalde de València, Joan Ribó, que no cabía en sí de gozo. Una lluvia de millones para seguir haciendo grande la ciudad de Valencia. Nos dicen que València es la Comunitat Valenciana, y razón tienen, pero cada día que pasa nos preguntamos con más fuerza si la provincia de Alicante también forma parte de esta Comunitat. Podríamos afirmar, sin temor a equivocarnos demasiado, que los mismos que claman en Madrid por la discriminación que sufre la Comunitat Valenciana, después trasladan el mismo esquema del todo para mí dentro de ella. Y lo peor es que nuestros políticos más cercanos sólo alzan la voz cuando es otro partido el que comete esta injusticia, pero callan cuando son sus propios compañeros en la capital los responsables de ello.

Seguimos analizando, porque los 119 millones que se destinan a la provincia de Alicante para infraestructuras son para la línea de cercanías Alicante-Murcia. Curiosamente, esta línea la ha defendido y la defiende con más vehemencia y constancia la Región de Murcia que nuestros vecinos valencianos, así que tal vez deberían ser ellos los que se colgaran el mérito de esta inversión. Así que la duda vuelve a rondarnos otra vez.

Sigamos entrando en el detalle. De esos 119 millones, 85 se destinan para realizar un desvío de la línea actual y conectarla con el aeropuerto de Alicante-Elche, que parece que vuelve a ser puntero en el mundo (aleluya); mientras los otros 34 millones se destinan para hacer un desvío de esta línea y conectarla con el apeadero (perdón, Estación Dama de Elche), del AVE de Elche en Matola, convirtiendo así este apeadero en una estación de intercambio modal de Alta Velocidad-Cercanías. No olvidemos que, en origen, hace casi veinte años, un Plan parecido a éste preveía una inversión de 340 millones sólo en esta actuación. En resumen, que de este premio gordo, Alicante recibe las migajas y Elche las migas que quedan en el mantel. Alguien se ha pegado un festín y no hemos sido nosotros.

Pero, no se vayan todavía, que aún hay más. Los plazos de ejecución de este plan son de 2017 a 2025. Casi todas estas obras ahora ya anunciadas estaban proyectadas desde 2004 y, en 2010, fueron guardadas en el cajón esperando tiempos más favorables para la inversión pública. Nos anuncian que ya han llegado, pero ¿quién nos asegura que no se verán otra vez arrumbadas cuando, dentro de unos años, alguien en Madrid, o en Valencia, advierta que las cuentas vuelven a no cuadrar, y decirla ajustarlas quitando a los mismos de siempre? Así que hagan cuentas, en algún momento, esperemos que no demasiado lejano, inaugurarán el AVE en Elche y pasarán años hasta que tengamos esta conexión (si es que la tenemos), con lo que este apeadero será un apeadero por mucho tiempo, la conexión de Elche con el aeropuerto un sueño y paradas en IFA y Parque Empresarial casi una quimera. ¿Y Alicante? Cada uno que saque sus propias conclusiones.

Y ahora nos preguntamos, y esta es otra pregunta (aunque tal vez sea la misma). Señores políticos ilicitanos y alicantinos (alicantinos de provincia), ¿qué celebran ustedes? Es verdad que cuando lleva mucho tiempo sin llover y caen cuatro gotas nos alegramos, pero de ahí a descorchar el champán y lanzarnos a una guerra de codazos por ver quién se apunta el éxito por venir, hay un trecho largo. Sabemos que, como siempre, nos acusarán de desagradecidos, de no ser capaces de disfrutar de lo obtenido. Mejor ser acusado de desconfiados que de crédulos, que es lo que hemos sido durante demasiado tiempo, para beneficio de los de siempre. Seguro que alguien aparecerá con la cantinela de los agravios imaginarios, de las comparaciones odiosas y del eterno victimismo. Al menos, nos permitiremos la magra satisfacción de incomodar a los más poderosos, de amargarles el banquete mostrándoles a la cara las miserias de su conducta, ya que la marginación que nos han provocado nos deja pocas más opciones que esa.

El problema  ha sido, y parece que sigue siendo, que con migajas nos conformamos, mientras unos se hacen cada día más grandes a costa de otros que nos hacemos cada día más pequeños. Pero, chiss, calla, no levantemos la voz, no vaya a ser que nuestros jefes se enfaden. Oye -dijo otro- ¿y la gente? Chiss, calla, tú celebra, que cuando llegue el diluvio nosotros ya no estaremos aquí. Y así nos va.


Este artículo lo suscriben los miembros de la plataforma Elche Piensa Juan Antonio Marín, Manuel Romero, Diego Serrano y Santiago Gambín Candel

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