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vals para hormigas / OPINIÓN

Cuento de Navidad

20/12/2017 - 

Elecciones catalanas, sorteo de la Lotería, enfrentamiento entre Madrid y Barça, reuniones familiares de Nochebuena. No veía tanto punto de fricción desde la última vez que entré en un aparcamiento de Ortiz. Y sin embargo, la vida sigue. Las compras de regalos avanzan a su ritmo habitual, las cenas de empresa suman constantes reservas en los restaurantes y en el Ayuntamiento de Alicante, imperan el caos y el desgobierno. Ya no queda sitio en los trenes, ya llegamos tarde para todo lo que se nos ocurra a última hora. Es el momento de recordar que la raza humana se extendió por todo el planeta por su enorme capacidad de adaptación y resistencia frente a la adversidad.

En una semana como esta, solo tendría cabida el instinto de supervivencia. Porque no es la buena voluntad la que nos perpetúa como especie, sino las ganas de discutir y, sobre todo, las ganas de salir indemnes de la discusión. Tendremos de todo: separatismo y constitucionalismo, Cristiano Ronaldo y Messi, política, religión, dinero y todo aquello que enciende las chispas en las mesas decoradas con langostinos, pierna de cordero y mazapanes. Solo la lotería parece escapar del campo de batalla, siempre que las cuentas estén claras y que nadie se acuerde de mencionar al ministro Montoro

El martes que viene, cuando todos nos palpemos los costados para comprobar si seguimos vivos, habremos vuelto a constatar que la vida es lo que ocurre mientras somos capaces de evitar la televisión, la radio, los medios digitales, las redes sociales o esos periódicos que ya solo se leen en los bares. Nacerá un nuevo herculano, una muchacha anotará en su diario recién estrenado el nombre de la persona a la que ama y una mujer de pelo blanco volverá a soñar que no es la Cenicienta. Aprovecharemos un ticket de regalo para devolver un espanto, haremos cola frente a nuestra administración para comprar el décimo del Niño y nos probaremos la chaqueta que pensamos lucir en Nochevieja, que parece que nos tira un poco de sisa. 

Seguiremos discutiendo, por supuesto. Sobre la crisis, que algunos califican de genocidio contra la clase media, sobre Cataluña, sobre los penaltis injustos y el cuatro-cuatro-dos. Regresarán las preocupaciones por el cambio climático, la insolencia de Donald Trump, las amenazas de Kim Jong-Un, el activismo contra el machismo, la corrupción política y hasta esa acera llena de escombros de la que nunca se han preocupado los dirigentes municipales. Seguiremos agradeciendo que no tosemos, ya que no nos ha tocado el Gordo. Y volveremos a pasear bajo la tenue luz de las calles -que algunos agradecemos- porque ni siquiera nuestro cuñado es capaz de generar el Apocalipsis.

Elecciones catalanas, sorteo de la Lotería, enfrentamiento entre Madrid y Barça, reuniones familiares de Navidad. Nunca nos habían dado tantos argumentos para hacer acopio de cucharillas y planear la fuga a través de un túnel que nos lleve al exterior. Para celebrar, este año más que nunca, que nos volveremos a leer la semana que viene. Y que con la prosa de sus dictados, nosotros seremos capaces de redactar nuestro propio cuento de Navidad.

@Faroimpostor

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