Sopla otro aire en la Avenida de la Estación de Alicante: el nuevo inquilino de la Diputación de Alicante, Carlos Mazón, viene con brío, con ganas de darle la vuelta (formalmente) a la institución, con un discurso cuando menos clarividente (otra cosa será que deparan los hechos) y con buenas intenciones para abandonar el frentismo clásico con València, que tanto rédito da a los titulares, pero que ya empieza a marchitar en las urnas.
Mazón no es nuevo esto. Viene enseñado de casa. Conoce la estructura de la institución, los entresijos de la política autonómica y además ha hecho un máster de realidad económica y política al frente de la Cámara de Comercio, en los peores años de la crisis y cuando las empresas y la propia institución agonizaban.
Además, ha sido elegido él, y sólo él, con la anuencia de los endebles poderes del partido a nivel regional, para darle la vuelta al calcetín. Basta decir que se lo pusieron fácil: el titular de la plaza quiso jugar a todo, y se quedó en soldado raso en Madrid, y los otros aspirantes se evitaron pasar un mal trago ante lo que pueda venir.
Y lo que puede venir no es otra cosa que trabajar. Estar en el puesto de trabajo, pelear y luchar en los despachos y darle una oportunidad a la política. Lo más fácil sería seguir el ejemplo de Rajoy: fumar el puro, leer el Marca y dejar que la justicia haga lo que el acomodado político no quiere, o no desea, en política. A veces, vivir el conflicto es más cómodo; ahora bien, se ha demostrado que no siempre es más rentable.
Mazón parece tener la fórmula clara: seguir el modelo de integración empresarial que se ha producido con la patronal. Salvador Navarro, presidente de la CEV, ante el vacío dejado por Coepa -por la mala gestión de los propios alicantinos, aunque poca gente ha hecho autocrítica- comenzó a integrar a patronales sectoriales del sur dotando al nuevo de una estructura propia, provincial y autonómica a la vez, compatible y homogénea. Además del modelo utilizado, tan válido que al final ha incluido a los más hostiles, han sido básicas otras dos cuestiones: los perfiles personales, tanto de Navarro como de Perfecto Palacio, y posteriormente, con el líder de Uepal, Juan José Sellés,y el discurso. El discurso de la CEV ha tenido dos claves: no mirar atrás y optar por un mensaje en positivo, constructivo, sin abandonar reivindicaciones y críticas al establishment autonómico. Le puede valer tanto para la diputación como para el partido.