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por amor al arte

Hedy Lamarr

Hoy es el día de las mujeres en el siglo de las mujeres. Uno que es un rojo viejuno asiste divertido y rejuvenecido -bares, qué lugares Marx, Mao, Popper, Rosa de Luxemburgo- a la sórdida guerra entre el feminismo post-moderno y el tradicional. Hoy me siento mujer en todos los sentidos e identidades -aquí iría bien cuatro segundos de la Internacional- y nacionalidades. La dispersión es el privilegio de la izquierda militante o deseante. Barras de bar, vertederos de amor. Nenas, no nos distraigamos. Si queréis estimularos aunque sea nada más que para relajaros escuchad y leed al Comité Central de la derecha patria y mundial, y casi siempre cobarde. En las librerías de la derecha española se han agotado las existencias del feminismo amazónico de Camille Paglia. Casi caigo preso de Consuelo-Cayetana Álvarez de Toledo pero me da un gatillazo al salir a continuación, sólo 20 segundos después Trump en la pantalla. Está claro que Irene Montero exhibirá su trofeo hoy. Con algún estropicio que otro. Carmen Calvo. Pelillos a la mar. Cosas de la éllte: la casta. Millones de mujeres viven a ras de tierra. Los hombres no ponderamos ni sabemos releer a nuestras abuelas, madres o hijas. Estamos en un cambio de era. Hay que pensar las leyes. Y el mundo. Millones de mujeres se estrellan contra la frontera de Grecia. El techo de su identidad. Erdogan y Dios. Hedy Lamarr, valentía y talento. El miedo paraliza. Ni una duda. Todos a la calle.

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