VALÈNCIA. Un barrio convertido en recinto de apartamentos turísticos. Calles invadidas por la enésima franquicia dirigida a vacacionistas. La palabra ‘vecino’ convertida en resto arqueológico. En ciertos lugares esta estampa lleva el nombre de un martes cualquiera. En otros, se observa como un fenómeno en expansión que aún puede ser revertido. ¿Trotamos sin remedio hacia una distopía urbanística o hay margen para la esperanza? ¿Todavía estamos a tiempo de tejer utopías en nuestras plazas, parques y aceras? ¿Qué futuros luminosos somos capaces de imaginar para nuestro entorno más cercano? ¿Y qué opinan al respecto unos cuantos estudiantes de Primaria?
Sobre estas cuestiones pivota la nueva entrega del Festival de Cine Escolar Itinerante Totò, una iniciativa educativa de alfabetización audiovisual y vinculación de la infancia con su contexto que en cada edición toma las calles de un barrio distinto de València. Surgido en 2016, tras pasar por Nazaret, Benimaclet, Algirós y Malilla, la V edición del proyecto está teniendo lugar en Saïdia y corre a cargo de la cooperativa Massa Salvatge. Este programa, impulsado por la Concejalía de Educación, está dirigido a la muchachada de 9 a 12 años y, como sospechabais, toma el nombre del protagonista de Cinema Paradiso.
Quizás llegados a este punto haya quien se pregunte por qué debería prestar atención lo que una chavala de 10 años tenga que decir sobre especulación inmobiliaria. Pero es que, aunque a menudo haya quien pretenda ignorarlo, en una ciudad no solamente viven mayores de 18. “Lo que ocurre es que parece que a partir de esa edad merecen ser escuchados”, incide Teresa Mata, integrante de Massa Salvatge. Así, frente a las inercias colectivas que tienden al adultocentrismo, recuerda que, aunque bajitos, los niños “son personas y tienen sus propias opiniones, lo que pasa es que para conocerlas tenemos que saber cómo generar esa conversación con ellos y aceptar que participan en la sociedad”.
La galaxia Totò se articula en tres etapas. La primera arrancó hace algunas semanas con la celebración de varios con talleres en centros educativos públicos de la zona (en concreto, los CEIP Max Aub, Profesor Luis Braille y Doctor Olóriz). En estas sesiones se pone en marcha una introducción a la cinematografía donde se habla de los orígenes del cine y su evolución, pero también se llevan a cabo iniciativas como la animación dibujada sobre rollos de películas de Super 8, técnicas de stop motion, juegos ópticos como los de Méliès, recreaciones de escenas de Chaplin o el uso de la rotoscopia. “Pretendíamos que pudieran no solamente ver cine, sino tocar lo que es una película, es decir, el soporte donde se quedaban fijas las imágenes. Este proceso les ha permitido entender el cine desde aparatos o instrumentos que nunca habían visto. Acercarse a ese aspecto tan analógico les ayuda a entender muy bien cómo funcionan los mensajes audiovisuales. Al final, se trata de aprender los trucos del cine, porque en el cine se emplean muchísimos trucos”, expone Alba Oller, la otra mitad de la cooperativa.
La segunda fase tendrá lugar del 25 al 29 de junio y es posible inscribirse hasta el día 18. En esta etapa se lleva a cabo un taller intensivo de creación fílmica a modo de escuela de verano con 15 niños y niñas del barrio. Las jornadas se celebrarán en la alquería Fèlix, un espacio musealizado en el parque de Marxalenes que muestra cómo era la vida antiguamente por esos lares. “Hablaremos del presente y el futuro, pero lo haremos en un espacio que nos habla del pasado”, apuntan las responsables del festival.
Durante estas sesiones, los integrantes practicarán con distintos recursos de creación fílmica y acabarán produciendo un cortometraje colectivo. Elaborado con distintas técnicas audiovisuales y construido desde los códigos de la ciencia ficción, este film mostrará posibles escenarios de la Saïdia del futuro. Para elaborarlo, los participantes de tamaño XS ampliarán sus ideas y puntos de vista con las perspectivas de otros vecinos. “Queremos imaginar, desde el hoy, cómo podría ser esta zona dentro de unos años o unas décadas. Para ello, trabajaremos con colectivos de infancia y familias, personas mayores, negocios locales y movimientos asociativos. A partir de esos relatos, podrán decidir qué quieren representar. Por ejemplo, qué pasará si persiste la gentrificación y solo pueden habitar allí los turistas. Pero también se abre la puerta a plantear cómo se podría cambiar esa situación o cómo podríamos edificar un futuro en el que convivamos mejor”, sostiene Mata.
De Metrópolis a las calles de Saïdia
Con el objetivo de proporcionar unos cuantos referentes fílmicos a los que asirse durante el proceso creativo, desde Massa Salvatge crearán un banco de piezas audiovisuales que han tratado tanto las distopías (algo bastante habitual en las pantallas) como las utopías (mucho más difíciles de encontrar en la tradición del celuloide). Entre los títulos a los que se asomarán en Totò, se dan la mano largometrajes aparentemente tan dispares como Metrópolis o Wall-e, integrantes ambos del cajón del futuro perturbador. El apartado de porvenires esperanzadores lo ocuparán cintas como Jacob, Mimi y otros perros del barrio, en el que infantes y canes se unen para luchar contra la destrucción de un parque. Y para abordar los ecosistemas de la ciencia ficción, proyectarán obras mitiquísimas como Viaje a la luna, de Mélies. El Festival Totò llegará a su fin en julio, durante una jornada de celebración en la que se exhibirá el cortometraje y tendrá lugar una ruta guiada por la zona y una cena colectiva.