VALÈNCIA. El nuevo álbum de Edwyn Collin shabla de la comunicación, o más bien de la dificultad de comunicarse. Nation Shall Speak Unto Nation es un disco directo en lo musical y en lo poético. Hace veinte años, Edwyn Collins sufrió dos ictus, y durante una temporada perdió la capacidad de hablar. Tampoco podía tocar la guitarra, el instrumento con el que recorría las más diversas escalas de la música pop, del funk al country, del rock & roll. Con ella definió también la sonoridad de la etiqueta conocida como indie, un concepto musical que él mismo contribuyó a cimentar. Ahora mismo, pop e indie son dos términos que, de tanto usarse para definir cosas que ni son pop ni son indie, están desgastados. Pero en 1980, el relato sonoro de grupo independiente apenas existía.
Desde Glasgow, Escocia, Orange Juice creó música empujada por la energía adolescente, dinámica y urgente, ansiosa por parecerse a sus refrentes y por eso mismo, predestinada a ser algo nuevo. La cuna de aquello fue el sello Postcard, un diminuto vivero de talento fundado a finales de los años setenta. Allí también debutaron Aztec Camera, liderados por un joven de talento deslumbrante, Roddy Frame, “un músico genial, un tipo que todo lo que hace lo hace con el corazón”, en palabras de Collins. También despertaron allí Josef K, con una carrera que duró poco, sólo el tiempo suficiente para que su pop frenético y destartalado acabara también siendo considerado otro de los pilares del indie. Y por último, los australianos The Go Betweens, que se mudaron a Londres para triunfar y con su pop melódico conjugaron un retorno a lo esencial a través de canciones como “Cattle and Cane” o “Lee Remick”.

- Orange Juice -
De Orange Juice se decía que eran una combinación de Velvet Underground, Chic, Al Green y The Byrds. ¿Velvet Underground y Chic juntos en la misma fórmula? Claro que se puede, siempre y cuando, al acercarlos, estés inventando un estilo propio. Esa idea de mezcla sin prejuicios quedaba resumida en ”Rip It Up” (1983), primer y casi último éxito de la banda. Una canción que conjugaba la pasión por el pop blanco y la música negra. Orange Juice debe ser uno de los pocos grupos de los ochenta que queda hoy por reunirse. En una entrevista que le hice años atrás, cuando le pregunté por este asunto, Collins me dijo esto: “Nadie nos lo ha ofrecido, pero aunque así fuera tampoco me apetecería hacerlo. Orange Juice no es la típica banda que se reúne. Todos sus miembros estamos de acuerdo de que es algo que pertenece al pasado, no tiene sentido revivirlo. A mí me interesa el futuro, no la nostalgia. El pasado está muy bien, pero hay muchas cosas que todavía no he dicho y quiero decir”.
Orange Juice se acabó en 1984, después de que Collins se sintiera cada vez más incómodo con el papel que tiene que jugar el artista para triunfar en este negocio. Forzó la máquina para que el grupo se desintegrara y, un par de años después probó suerte en solitario, ya sin ganas de jugar al juego de la fama. Así y todo, logró un hit mundial en 1995 que le permitió mantenerse firme en su actitud: “A Girl Like You”, que ha sonado en películas, bodas, bautizos y anuncios de maquillaje. “La gente espera ver a una estrella pop estereotipada y yo les rompo los esquemas. Se supone que debería hacer otra vez lo mismo, pero mis intereses han ido cambiando”, me dijo en un encuentro que mantuvimos hace unos años, en València, antes de que tocara en el Loco Club. El álbum donde estaba “A Girl Like You” se abría con “The Campaign For Real Rock”, que anticipaba lo que aún estaba por venir: “Sí, sí, sí, el festival de verano, el verdaderamente detestable festival de verano”.

- Orange Juice -
“Jamás entendí por qué “A Girl Like You” triunfó y no otras canciones mías”, decía Collins encogiéndose de hombros. Quizá el secreto residiera en su ritmo a lo Motown y la elegancia de sus arreglos. La industria recuperó el interés en él, al menos durante un rato, cuando vieron que aún era capaz de copar las listas. Siguió grabando a su aire, a su ritmo, las canciones que a él le apetecían, sin concesiones. Entonces llegó el derrame cerebral y, tras superarlo, una nueva etapa dio comienzo. En 2010, una vez superadas las secuelas, volvió a componer, volvió a actuar, e hizo Losing Sleep. Una serie de amigos y alumnos le arroparon en la grabación: miembros de The Cribs, The Drums y Magic Numbers; sus compatriotas Alex Kapranos y Nick McCarthy, de Franz Ferdinand, Johnny Marr y Roddy Frame, de Aztec Camera. Cerraron filas en torno a él para ayudarle a hacer su álbum. “Les enseñé las canciones –recordaba Collins-, me ayudaron a elegir y luego cada uno de ellos fue aportando elementos al tema en el que colaboraba. Todos me han enseñado su generosidad”.
Nation Shall Speak Unto Nation es un paso más en ese camino de regreso a las raíces que Collins siguió trazando en obras como Underrated (2013) y Badbea (2019), su último álbum hasta ahora. Ambos eran discos que contemplaban el futuro y celebraban el gozo de vivir. Ahora, “Knowledge”, con sus coros góspel y sus tonalidades country, deja bien claro el momento en que se encuentra su autor: “El conocimiento es mi amigo / Así y todo, es difícil precisarlo”. Muchas de las músicas que configuran el mundo de Collins vuelven a darse cita en este álbum. Hace años decía: “Ahora me gustan más las canciones veloces y furiosas. No sé por qué. Supongo que está relacionado con lo que he vivido. Prefiero las canciones rápidas, directas y simples. Y que tengan también una carga positiva. Me apetece hablar sobre una vida sencilla, el futuro, la necesidad de seguir adelante”. Las de Nation Shall Speak Unto Nation son más bien reposadas. Ya no hay prisa por nada, por demostrar nada. El disfrute de la vida reflejado a través del disfrute de la música. Collins sobrevivió a la enfermedad y lo ha celebrado grabando una serie de obras que, como tantas otras de autores veteranos activos hoy en día, suena a conversación con un viejo amigo. Pertenece a esa clase de discos hechos para acompañar a unas cuantas almas, las suficientes como para que no nos olvidemos de lo mucho que importa ser Edwyn Collins. Hoy, cuando le preguntan si, como decía el título de uno de sus discos, se siente infravalorado, él contesta: “Mírame. He tenido una gran carrera. He tenido una gran vida. Soy un hombre afortunado”. El pasado está muy bien, pero hay muchas cosas que Edwyn Collins aún no había dicho y que nos quiere decir.

- Edwyn Collins -