VALÈNCIA. Cuando hace unos días, la primera dama de Estados Unidos, Melania Trump, visitó en Texas un refugio para niños inmigrantes vistiendo una chaqueta verde en cuya espalda podía leerse “I Really Don’t Care, Do U?” (Realmente no me importa, ¿y a ti?) hizo explotar la polémica. Su visita con supuestos fines humanitarios adquirió una connotación totalmente opuesta, convirtiendo su aparición en un gesto burlón e insensible hacia los retenidos en ese centro de inmigración. Todo debido a esas palabras garabateadas en blanco sobre la chaqueta verde militar de Zara.
El mundo observó con sorpresa y estupefacción el estilismo nada humanitario de Melania Trump y las críticas no tardaron en aparecer. Mientras, Stephanie Grisham, directora de comunicaciones de la señora Trump, se apresuraba a excusarla en un comunicado: “Es sólo una chaqueta, no tiene ningún mensaje oculto”.
Y no decía ninguna mentira. Tiene razón, el mensaje no estaba oculto, podía leerse claramente en la espalda de la primera dama sin lugar a error. Y sí, es solo una chaqueta pero todos sabemos que la ropa nunca es solamente ropa, sobre todo, cuando se une a la política y la lleva alguien con la repercusión mediática de Melania Trump. Nada de lo que viste una primera dama es solamente moda. Melania lo sabe bien y no es la primera vez que su estilismo resulta chocante por inadecuado.
Otro ejemplo del inadecuado estilo de la señora Trump, lo encontramos en agosto de 2017 cuando en plena crisis de las graves inundaciones de Texas, apareció en la pista de aterrizaje con unos altísimos tacones de Manolo Blahnik. También estuvo fuera de lugar cuando en una humilde iniciativa de jardinería vistió una camisa de cuadros de Balmain de más de 1000 dolares.
Esta vez la apuesta era más asequible ya que la chaqueta de Zara cuesta 39 euros, quizás sea la prenda más barata del armario de Melania. No intenten buscarla, es de la temporada pasada y ahora está agotadísima.
El debate político entorno a la dichosa chaqueta -bastante fea, por cierto- no cesaba en las redes sociales y muchos intentaban encontrar quién era el verdadero objetivo de ese mensaje nada oculto. Melania Trump se quitó la chaqueta al aterrizar en Texas para visitar el centro de inmigrantes por lo que muchos opinan que, a pesar de lo espinoso del caso, la frasecita no iba dirigida a los inmigrantes. Los más benévolos piensan que ese desafiante “no me importa” iba destinado a aquellos que critican la política del gobierno para de paso dejarles claro que ella no es culpable de las locuras de su marido, Donald Trump. Y siguiendo en esa línea los simpatizantes de Melania prefieren creer que el mensaje va dirigido al propio Trump, no le importa lo que él piense porque ella no está de acuerdo. De ser así, Melania no ha conseguido su objetivo porque su propio marido no se ha dado por aludido en absoluto. La indirecta a la primera dama le ha valido un aluvión de críticas.