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Del testimonio de Helia González a la ficción de Paco Roca

  • El Stanbook, antes de zarpar del puerto de Alicante

VALÈNCIA.-Helia González Beltrán nació en 1934 en Elche, hija de Nazario González e Isabel Beltrán; con su hermana Alicia, dos años menor que ella, consiguió subir al Stanbrook, el último barco que zarpó del asediado Puerto de Alicante. Ellas son las únicas supervivientes de aquel acontecimiento de la noche del 28 de marzo de 1939, poco antes de que las tropas del ejército sublevado contra la República y sus aliados italianos entraran en la ciudad y comenzara un oscuro tiempo de represión. La memoria reconstruida de Helia, así como la de su hermana, ha servido de principal fuente para conocer unos hechos que, como casi todo lo sucedido en Alicante durante la Guerra Civil y la posguerra, se han visto sometidos a una dictadura de sol y playa.

«No, no estoy cansada de contar siempre lo mismo, porque hay muchas cosas que contar —insiste Helia González—; con el tiempo he ido recordando más y dándole más sentido a lo recordado. No es aquello de la niña que se va un día con sus padres en un tren, sobre las cinco de la tarde, y se une a esa cola interminable de pasajeros hasta que pudimos embarcar». 

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Cada uno de los detalles que recuerda Helia cobran más sentido cada día que pasa y hoy conforman la historia de la ciudad, la suya, Elche, y la de Alicante. Su vivencia, como la de otros ciudadanos, comenzó en el andén de la antigua estación de Elche, cuando aún las vías no estaban soterradas : «Había muchísima gente en el andén, esperando, jugando, pasándolo bien… Y vimos a una sobrina de mi madre, de unos quince o dieciséis años, que se quedó extrañada al vernos; no se esperaba que nos marcháramos». El padre de Helia había llevado ese asunto  a escondidas y coordinó la huida de su familia con Julio María López Orozco, un médico que, como su padre, militaba en el Partido Republicano: «Mi padre llegó un día del frente y al día siguiente, ese 28 de marzo, cogimos el tren en dirección a Alicante».

Helia tenía cuatro años y tres meses cuando sucedió todo pero aun así tiene muy vívido el recuerdo de los momentos de la espera y en el puerto: «El tren iba tan abarrotado que tanto a mi hermana como a mí nos tuvieron que meter por la ventanilla gracias a la ayuda de mi tío y don Julio». Apretujados realizaron el trayecto hasta llegar a Alicante, cuya estación de parada era entonces la de Murcia, que se encuentra en línea con el paseo del puerto; el edificio que ahora alberga la Casa Mediterráneo. Una vez llegaron a la ciudad, toda la familia se encaminó hacia el puerto para proceder al embarque para el Stanbrook, un barco mercante que venía a recoger naranjas, azafrán y otros productos que posteriormente distribuían por diferentes países de Europa. «El capitán Archibald Dickson decidió cambiar la mercancía por pasajeros al comprobar el estado de bloqueo del puerto y la muchedumbre que se encontró allí», recuerda aún vislumbrando la interminable cola de espera para embarcar.

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