Esta semana, dentro de ciclo que organiza la Librería 80 Mundos de Alicante, bajo el título Els Alacants, y que coordina nuestro colaborador Antonio Adsuar, trajo una interesante conversación con el empresario y presidente de la patronal CEV Alicante, Perfecto Palacio. En su afán de seguir divulgando las fortalezas de la provincia de Alicante, Adsuar intentó hacer pedagogía de la importancia que tiene el puerto para la economía del resto de comarcas y para ello, quién mejor protagonista que Palacio, hijo además del tristemente fallecido Perfecto Palacio de la Fuente, impulsor de la terminal de contenedores del Puerto de Valencia.
Palacio aportó detalles de la importancia que tiene el Puerto de Alicante para el PIB de la provincia, pero lo desconocido que es, incluso, dentro de la ciudad. Quizás la mayor contribución de las autoridades locales es haber contribuido a trasladar toda la actividad de la dársena comercial hacia el sur, frente al barrio de San Gabriel y del PAI conocido como la Fábrica de Sacos, y haber despejado la fachada para una zona de ocio, con embarcaciones de recreo. Creo que lo apunté en una anterior artículo en octubre, la importancia de esa decisión y el valor diferencial que le aporta a Alicante respecto a otras ciudades como València o Málaga, que todavía tiene en su horizonte urbano la actividad industrial del puerto.
El máximo responsable de la CEV insistió en detalles que quizás deberían enseñarse en los colegios o institutos. No sólo de la capital, sino también de las ciudades que se benefician de esa actividad, como pueda ser el Vinalopó -para la extracción de áridos, mármoles o el calzado- o la Vega Baja para el transporte de la producción hortofrutícola. Es decir, el Puerto de Alicante es un tractor económico que podría serlo más si tuviera una gran industria a la que se diera servicio -se intentó con la zona franca-, pero o nadie la encontró, o nadie supo que la principal factoría que podría jugar ese papel es Tempe, que ampliará instalaciones en Elche y que recientemente compró suelo en el proyecto PortSagunt que impulsa la Generalitat.
El Puerto de Alicante es importante por sus conexiones con Canarias, como bien destacó Palacio, y podría ser más si consigue establecer nuevas rutas con los países del Magreb, más allá de Argelia. El Corredor Mediterráneo le concederá una nueva oportunidad el día que esté en funcionamiento: como el AVE a Orihuela, mientras la Alta Velocidad no alcance más puntos hacia el sur, le da a la dársena alicantina una ventaja, y más todavía sobre uno de sus competidores como es Cartagena, o mientras no se conecte el AVE con Algeciras, el gran puerto del sur. Es decir, que durante un tiempo, que no sabemos hasta cuándo, puede ser puerto término de ese tránsito.
La otra cuestión, como también dijo Palacio, es que los responsables locales y regionales se lo crean y le busquen las oportunidades que requiere. Pendiente está también el restablecimiento de las comunicaciones de cruceros -tratadas en otro artículo-, que necesita exactamente de lo mismo: voluntad política, influencia y determinación.
Ya casi al final de esta interesante conversación, salió el asunto del Puerto y las actividades de la carga y descarga de los graneles, que tanta polémica ha generado y que al final, después de muchos años y -lo remarco- un cambio de responsables políticos en las instituciones- se ha logrado instalar una nave antigraneles para evitar que los polvos lleguen a los edificios aledaños y el impacto de la actividad sea menor. No sabemos si será concluyente. En este punto, a Palacio llegó a decir que hay actividades que no se pueden cuestionar, como la de los graneles, porque el puerto es un polígono industrial y allí se llevan trabajos de este tipo. Después, matizó y dijo que había que buscar el equilibrio entre la economía y la salud, dentro del contexto de la pandemia que vivimos.
Quizás lleva razón Palacio: un polígono es la zona en la que se llevan este tipo de actividades, pero seguro que si tuviera un piso en la Avenida de Elche no pensaría lo mismo. Pero el puerto no es un polígono industrial al uso, como el resto, y por tanto, debe conjugar lo que puede hacer y el impacto que puede generar. Nadie tiene la culpa de que esté donde esté. De ahí que se hayan buscado soluciones. Pero a Perfecto ya le he escuchado, en más de una ocasión, aquello de que determinadas actividades no se deben cuestionar. ¿En un mundo tan cambiante de verdad que no se puede cuestionar nada? La primera reflexión que deben hacerse muchas empresas -más allá de donde estén- es si son sostenibles, tanto económica como medioambientalmente. ¿Es sostenible que los graneles inunden de polvo los muebles de las casas? Verdad que no. Una industria, además de sostenible económicamente, lo debe ser medioambientalmente. Si genera molestias no creo que lo sea. Es más, posiblemente tenga que enfrentarse a crisis de reputación.
En este caso, reitero, nadie tiene la culpa de que el puerto esté donde esté, y hay que agradecer todas las medidas correctoras que se han puesto -aunque a veces ha sido a costa de criminalizar a los vecinos y a todos aquellos que pusieron el grito en el cielo por las polvaredas-, pero la economía en general además de buscar los réditos lícitos, debe ser sostenible y que genere el menor impacto posible. De lo contrario, ya les digo yo, que rentable no lo será.
Y si el Puerto de Alicante quiere ser atractivo para en futuro poder crecer, tiene en la sostenibilidad un buen factor diferencial. Y en eso tiene razón Perfecto: al Puerto hay que darlo a conocer, y si hace las cosas bien, todavía más. Pero cuestionar lo que funciona mal tampoco debe ser un pecado social, como han sufrido mucho a golpes de titular.