La nueva serie de ciencia ficción replantea temas ya conocidos en la filmografía del cineasta británico, que además de productor, dirige aquí los dos primeros episodios. Los fanáticos de Alien, Prometheus y Blade Runner encontrarán suficientes semejanzas como para encontrar satisfactorio su visionado
VALÈNCIA. El director de Alien, Blade Runner, Prometheus y un largo etcétera, Ridley Scott, decía en una entrevista reciente que en cada nuevo proyecto procuraba “no tocar la misma canción”. Una máxima digna de alabar si no fuera porque no es cierta, al menos en parte. La nueva serie, disponible en España en TNT, Raised by Wolves, nos deleita con algunas de las obsesiones recurrentes del director de cine británico, presentes en parte de su filmografía. La historia, creada por Aaron Guzikowski (Prisoners), bebe en diversos aspectos del imaginario del universo Alien.
Dos androides llamados Madre (Amanda Collin) y Padre (Abubakar Salim) se asientan en un misterioso planeta con la misión de crear una nueva colonia de humanos gracias a los embriones que llevan consigo. Como en el Antiguo Testamento, Adán y Eva, versión bit, crían una nueva estirpe de seres humanos “ateos” a los que deben proteger de la casta de los “mitráicos" (humanos que creen en el sol como divinidad), además de custodiarles de las criaturas desconocidas que habitan este territorio desconocido y hostil.
La serie avanza con la androide Madre como eje central. El robot con forma humana, capaz de volar y hacer explotar a cualquier ser vivo solo con su grito, tiene programado en su sistema operativo la obligación de defender con ahínco la supervivencia de estos niños. La personalidad de Madre es firme en su objetivo y, obviamente, fuerte, al tratarse de un androide, no un humano, es decir, un ente exento de debilidades. Madre es una heroína casi indestructible como lo fueron la teniente Ripley en la saga Alien o la arqueóloga Elisabeth Shaw en Prometheus.
Resistente por dentro aunque ambigua en su aspecto físico, la fisonomía nos recuerda a Mia Farrow en La semilla del diablo, un detalle nada baladí si vemos la temporada completa (no se preocupen que no les haré spoiler). Sin embargo, como el propio director ha confirmado, la apariencia de la androide está inspirada en el extraterrestre andrógino Ziggy Stardust, uno de los personajes más emblemáticos creados por David Bowie.
Coincidencia o no, llama la atención la elección del nombre de la robot protagonista. Madre era además el nombre del ordenador central de la nave en Alien. Más evidente resulta la aparición de un ser monstruoso. En la serie, visualmente fascinante, el alienígena tiene forma de serpiente y sus fauces nos recuerdan a la mítica larva de la saga de películas.
Probablemente, una de las escenas más recordadas de Alien, el octavo pasajero sea cuando se descubre que el oficial Ash (Ian Holm) es en realidad un androide programado por la corporación propietaria de la nave para llevarse consigo al temible bicho. Cuentan los biógrafos del icónico director que este pidió a maquillaje, en último momento, un poco de leche y salpicó la cara de Holm con una gota del líquido blanco. El detalle aparentemente nimio sirvió para descubrirle al espectador que el, hasta entonces, tripulante de la nave, no era humano.
En Raised by Wolves la leche vuelve a ser un elemento visual significativo de la morfología de los androides. El lácteo representa la sangre y las entrañas de los androides, pero además refuerza el significado de Madre, la loba que debe amamantar a sus cachorros y con ello criar una nueva estirpe. La maternidad, precisamente, es otra de las ideas fijas del cineasta. Basta recordar la imposibilidad de tener hijos de la protagonista de Prometheus, Elisabeth, cuando no obstante engendraba, durante un corto periodo, un ser antinatural que finalmente logró extirparse. En Raised by Wolves, Madre volverá a ser la gestante de un monstruo que no sabemos todavía si será un benefactor o el mismo Lucifer.
La fe, otro de los temas recurrentes en la obra de Ridley Scott, es clave en el conflicto tribal de Raised by Wolves. Diversos personajes de sendos bandos, los que creen en los designios del dios sol y los que la rechazan, se debaten entre los dos puntos de vista. Se constata, por ejemplo, en el personaje de Marcus, un ateo fugitivo que sobrevive infiltrado en el mundo de los mitráicos. Interpretado por un histriónico Travis Fimmel, termina la temporada convertido en un auténtico fundamentalista de la fe religiosa, convencido de la trascendencia y significado de su propia creación. Hasta la propia Madre, pese a ser una máquina cuadriculada, se comporta, según evoluciona la serie, como una cegada seguidora de los designios de su creador.
La temática nos recuerda reiteradas veces a las creencias de aquellos personajes de Prometheus convencidos de que si encontraban a sus creadores, estos les salvarían de la muerte, sin tener en cuenta que, tal vez, al contrario, habían sido creados por algún ser malvado o simplemente por pura casualidad científica.
Y como en Blade Runner, los ojos de Madre poseen una profundidad tan penetrante como la que tenía Sean Young. Sus miradas nos generan automáticamente el archiconocido debate: ¿son estos seres artificiales capaces de sentir, es decir, de tener alma, o son simplemente una réplica? ¿La lealtad entre Madre y Padre se debe a cómo han sido programados artificialmente, o la relación llega a un nivel superior de entendimiento? ¿Son capaces los androides de poseer una identidad propia? ¿Sueñan? ¿Desean? ¿Aman?
Si quieren saberlo, tendrán que seguir esta nueva obra audiovisual que, aunque imperfecta, no deja de ser una nueva revisitación de las obsesiones de Ridley Scott. Aunque, eso sí, avisarles que no se trata de una serie perfecta. Si siguen abriendo melones (en esta nueva temporada son como setas) corren el peligro de ser el próximo Lost. Y luego vendrán las decepciones… como lágrimas en la lluvia.