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TENDENCIAS ESCÉNICAS

¿Quién teme a la publicación de textos teatrales?

El Petit Editor y Alupa Teatre se unen a Bromera Teatre en la publicación de dramaturgia valenciana

3/05/2017 - 

VALÈNCIA. Para Robert March esta edición recién finalizada de la Fira del Llibre ha sido su debut en la cita cultural del otro lado de la caseta. Hace medio año que tomó las riendas de Alupa Editorial, fundada en 2010 por Rosa Sanmartín. En este breve lapso de tiempo ha editado 100 obras, tres, en el género dramático: Ondas gravitacionales, de Sergio Villanueva, Martingala, de La SubTerránea, y Las fabulosas canciones para desaparecer, de Nacho López Murria y el músico Tórtel. El editor procede del campo de la investigación teatral, así que su compromiso con la dramaturgia es el de un convencido a pies juntillas del interés de su lectura. “El teatro es un arte que nos permite experimentar el acto de leer de una manera diferente, viva, con carne. La atmósfera del escenario se puede trasladar a la palabra escrita”.

No obstante, muchos de los visitantes de su puesto abandonaban todo interés cuando descubrían que aquella portada, aquel título que les había llamado la atención, escondía tras de sí una pieza escénica. “Publicar teatro es un riesgo increíble, pero hay que insistir en la imaginación que aviva, en que la experiencia trasciende la palabra escrita”, defiende March.

Bajo su parecer, los textos teatrales son una suerte de reliquia. “El teatro como arte vivo puede evolucionar y modificarse a través de las puestas en escena, pero el texto fija y así registra un momento del presente y permite que no quede en el olvido. Eso es un valor interesante para fijar memoria y hacer cultura”. Él es uno de los kamikazes que en los últimos tiempos se han lanzado a la publicación de dramaturgos valencianos. 

 El Petit Editor es otra editorial de valientes. Sus responsables inauguraron en 2016 la Col·lecció Apuntador, volcada en la difusión de la obra de autores teatrales contemporáneos locales. “A entender mucha parte de nuestra sociedad ha ayudado y ayuda el teatro. Y desde nuestra plataforma cultural, pensamos que el teatro escrito hay que mostrarlo desde las páginas de un libro para que los espectadores y las espectadoras puedan disfrutar tranquilamente del texto que se ha disfrutado en el patio de butacas”, defienden desde la editorial.

Entre sus méritos está el de haber plasmado en negro sobre blanco la obra colectiva Hijos de Verónica, con textos de Iaia Cárdenas, Amparo Vayá, Paula Llorens, Guadalupe Sáez, Mafalda Bellido y Anna Albadalejo, Vives, de Gabi Ochoa, Llopis/Penev de Xavo Giménez, y Shakespeare en Berlín, de Chema Cardeña

“La suya es una mano abierta en medio de miles de brazos cruzados. Es un acto de pasión y valentía. El apoyo a muchos creadores que necesitamos un espacio, una herramienta con la que poder llegar a más gente, donde nuestro trabajo perviva. La dramaturgia valenciana necesita visibilidad. Estamos cansados de jugar en segunda”, aplaude Giménez al respecto.

Extranjero en su tierra de acogida

A Chema se le han tendido manos en el pasado, pero, principalmente, en Sevilla. El autor cordobés suma casi un cuarto de siglo de escritura teatral, pero en su tierra de acogida sólo se le han editado seis obras. La Universitat de València editó la trilogía de teatro clásico europeo, que comprende La puta enamorada, La estancia y El idiota de Versalles, y la trilogía helénica, integrada por El banquete, La reina asesina y El ombligo del mundo, dentro de su Colección Teatro Siglo XX (después XXI), dirigida por Juan Vicente Martínez Luciano

 “No hay una apuesta decidida por la publicación de obras de teatro. No sé si la excusa es que tienen menos lectores. Hay gente muy voluntariosa con ganas de sacar esto adelante, pero vamos a menos, algo bastante chocante, porque somos de las comunidades con más dramaturgos por kilómetro cuadrado. Supongo que es una aventura muy complicada y hay pocas ayudas”, lamenta el dramaturgo, que mañana jueves, 5 de mayo, estrena en  la Sala Russafa su última obra, la mencionada Shakespeare en Berlín, ambientada en 1933 en plena ascensión del nazismo en la capital alemana.

El montaje forma parte de la programación del festival València Negra y ha sido nominado a los premios Max en tres categorías. Los gane o no, el texto ya ha sido publicado, dinámica poco habitual, pues la tendencia es la de lanzar textos laureados. 

 “Bromera ha publicado de forma regular a los autores ganadores del Premio Alzira (Paco Romeu, Carles Alberola, Roberto García, Xavier Puchades...) y, ahora, también se encargará de los premios Ciutat de València en valenciano. Si nos fijamos, pues, se publican sobre todo textos premiados, como ocurre con la Editorial Onada, que se encarga de editar el Premi de Teatre de Sagunt (el último, un texto de Ismael Bereje Guidault). Es decir, la edición de textos teatrales se ha refugiado en los premios, cosa bastante habitual, incluso en los mejores tiempos”, detalla el secretario de organización de la Associació Valenciana d'Escriptores i Escriptors Teatrals (AVEET), Xavier Puchades.

En su opinión, cada colección debería mostrar cierta coherencia en la diversidad de autores que publica. “Realizar la selección a partir del criterio de los premios, únicamente, es un modelo, hoy en día, superado. Más allá de que la edición de estos premios sea necesaria”. Y cita ejemplos como el de la editorial Uña Rota, que publica en un mismo tomo varias obras de un mismo autor, “muy útil para conocer las trayectorias de muchos de nuestros dramaturgos”. Es algo que todavía no se ha explorado en nuestra Comunidad, pero a lo que aspira El Petit Editor. 

El cofundador de la editorial de Carcaixent, David Vidal, habla, de hecho, de flechazos cuando llega la hora de elegir los textos teatrales que publica. “Un texto premiado da una garantía y, de hecho, hay editoriales que se crean sus propios galardones, pero nosotros queremos publicar textos que nos gusten, que nos conmuevan. Y las autoras y autores valencianos escriben, seguramente, de la mejor dramaturgia que se puede leer en la actualidad”, asegura. 

También afirman revelarse contra esa deriva en la veterana Edicions Bromera, que en su colección Bromera/Teatre también publica obras que no se han premiado e incluso que no se han representado. Así ha sido el caso de Trio, de Rodolf Sirera, que fue publicada en 2015 y no se estrenó hasta este pasado mes de febrero en el Teatre Rialto. Así, el círculo se cierra.

El hecho pequeñoteatral

Otra querencia de las editoriales es la de decantarse por obras dedicadas a un público infantil o juvenil. Tanto El Petit Editor como Bromera así lo hacen, pero no tan sólo. La primera arrancó hace un año y medio su colección Petit Teatre Infantil, dirigida a los colegios y los profesores de teatro, porque en una conversación con el actor y maestro Joan Soler, descubrieron que las aulas tenían verdaderas dificultades para encontrar textos adaptados para muestras de teatro escolar. “Apostamos porque había una necesidad y creemos que hay muchos docentes que no tienen tiempo de escribir y les es preferible elegir un texto que cumpla las expectativas de dar un papel a 15 o 20 chavales, porque habitualmente las obras a su disposición están protagonizadas por dos o tres personajes.”, explica Vidal.

En Bromera tienen una línea llamada Micalet Teatre que les depara ventas muy notables de miles de ejemplares, como Besos, de Carles Alberola, o Joan el Cendrós de Carles Alberola y Roberto García. “Son obras long sellers, de venta larga –especifica el director literario de la editorial, Gonçal López-Pampló-. Los profesores y otros mediadores recomiendan en clase a jóvenes y niños la lectura de teatro. Así, los nuevos lectores descubren que el teatro tiene muchas dimensiones, y que puede ser leído, disfrutado y representado. Son libros que no paramos de editar y que están extraordinariamente vivos”.

Dónde están las dramaturgas 

 La penúltima obra publicada en esta colección ha sido escrita por Fani Grande, y lleva por título Empar, fallera major infantil. Precisamente, entre los objetivos recientes de la editorial, está impulsar la presencia de mujeres en la escritura teatral. “Es imprescindible darles la voz que durante tiempo no se les ha dado, por cuestiones de inercia y razones de mercado y tradición, en el mal sentido”, apuesta López-Pampló.

Así, sus tres últimas obras publicadas han sido firmadas por Jessica Fortuny (Nora), Marta Butxaca (Una família normal) y Gemma Miralles, ganadora del premi literari Ciutat de València 2016 Eduard Escalante con De Sukei a Naima, que la compañía La Dependent se apresta a estrenar.

No obstante la existencia de este galardón institucional, así como los anteriormente citados por Puchades, el director editorial de Bromera califica los apoyos políticos de “erráticos”. “A pesar de algunas excepciones positivas, no veo una coherencia tan deseable como me gustaría en las políticas teatrales en apoyo a la representación y a la edición teatrales. Con un plan más ambicioso o con más posibilidades económicas se podría trabajar mejor”.

Una tenue, esperanzadora llama

 Xavier Puchades, a partir de criterios basados en la cantidad de textos editados, la calidad y la coherencia de las ediciones, la distribución y la diversidad, considera la situación mucho peor que en años precedentes. “Por ello, se han buscado caminos alternativos para dar a conocer los textos dramáticos, cuyo principal objetivo es su puesta en escena. De alguna manera, esto ha afectado a que no se considere seriamente, como textos que también pueden disfrutarse con su lectura. Como si los textos dramáticos únicamente tuviesen como lectores ideales a los profesionales del teatro (actores, directores, investigadores, otros autores…) Esto, lógicamente, ha acabado por afectar a la decisión de editores privados a la hora de apostar por sus colecciones, pues saben que el público es muy limitado y los beneficios reducidos”.

El portavoz de AVEET destaca la iniciativa de publicar textos de forma más o menos simultánea al estreno, de manera que las editoriales pueden poner a la venta sus libros en el mismo espacio teatral los días de función. Ahora mismo, en opinión del dramaturgo valencianos, son las colecciones de Bromera, El Petit Editor y Alupa las que sostienen la edición de textos teatrales. 

“La situación no es buena, porque nunca lo ha sido realmente; pero venimos, prácticamente, del desierto de los últimos 10 años y la existencia de nuevas editoriales que apuestan por el teatro es esperanzador”.

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