ARQUEOLOGÍA DE LO FRÍVOLO

Luis Valls, Rosita Amores y El Titi: la hoguera de las variedades

Se cumplen 35 años dela muerte de Luis Valls Bosch, figura olvidada de la historia de la música de variedades dentro y fuera de València

11/10/2018 - 

VALÈNCIA. “Aunque nacido en Argel, vino de pocos meses a València, donde estudió composición, piano y dirección en el Conservatorio. Pronto se dedicó a la interpretación (y) a la dirección de orquestas clásicas y ligeras”. Así se anunciaba su defunción en La Vanguardia: con una breve nota de 50 palabras, justo encima del anuncio de una corrida de toros y en la página de Espectáculos junto a la cartelera y al anuncio del estreno de Cuando Fuimos Campeones. “¡Por un breve tiempo, ellos fueron los mejores!” rivalizaba en tamaño y ubicación con el lacónico “Murió Luis Valls” que titulaba la escueta pieza sobre “el compositor y director de orquesta Luis Valls Bosch”, que había fallecido “en València, a los 62 años”. Ese mismo año se retiraba de la Plaza del Ayuntamiento el homenaje ecuestre a Francisco Franco, y el Valencia Club de Fútbol eludía el descenso en el último momento con un gol de Tendillo frente al Real Madrid.

Era 1983, y esa, la que anunciaba su muerte con aséptico rigor periodístico, fue una de las escasísimas apariciones de Luis Valls en los medios a lo largo de su relativamente escueta trayectoria vital y largo recorrido musical. A pesar de los méritos que se reúnen en torno a una carrera profesional que empezó a ofrecer frutos inmortales a sus 20 años, Luis Valls Bosch jamás ha gozado de algo que, en alguna de sus formas, se pudiera haber considerado reconocimiento. Polifacético en su legado, pero casi siempre vinculado al territorio de las sombras, Valls forma parte de esa saga de músicos valencianos cuya resistencia depende exclusivamente de la memoria delas personas; cuando ésta se agote, lo más probable es que él lo haga al mismo tiempo con ella.

Por eso rendimos una suerte de tributo a su figura hoy, cuando se cumplen 35 años de su desaparición, para que la literatura de Internet haga un pequeño gesto de justicia poética para con él. Ahí va una partícula de reconocimiento.

Primer himno de transmisiones republicano

 Es curioso cómo se relacionan los músicos con la Guerra Civil Española. Curioso por no decir retorcido. Hay material biográfico de primera calidad como para escribir varios volúmenes acerca de la concepción más frívola de la esquizofrenia. El de Luis Valls Bosch (Argel,1916) ofrece dos hitos biográficos de alta relevancia en realismo. Con apenas 20 años, Valls fue reclutado por el Ejército Popular de la República durante los casi tres años que duró la guerra; en Madrid, durante la Cruzada de Liberación, compuso el primer Himno de Transmisiones (entre 1937 y 1938) con la letra de Fernando Defauce.

Sin embargo, y tras ser recluido en un campo de concentración del que escapó según fuentes difíciles de contrastar, el servicio militar franquicia lo llevó a Tetuán y Tánger una vez concluida la Guerra Civil. Allí formó parte de la Orquesta ABC. Esos 7 años de deriva habían estado precedidos de una fulgurante formación académica que concluyó en 1935 con el Diploma de Primera Clase en la oposición de la asignatura de piano en el Conservatorio de Música de València. Esa formación, la que también le llevó a la escuela de la legendaria Societat Coral El Micalet, le sirvió para después poder tomar caminos muy alejados de la formalidad de un conservatorio.

Valls y su legado en la música popular

A pesar de los pesares, la figura de Luis Valls no ha trascendido de la misma forma que lo han hecho homónimos banqueros o toreros. Todos gozan de mayor eco mediático del que dispone el compositor valenciano -cuyo material fotográfico se reduce al ámbito familiar-. Y, desde luego, no será porque no haya imprimido su firma en multitud de composiciones que vieron la luz en la segunda mitad del siglo pasado. El archivo del repertorio de la SGAE recoge 785 canciones en las que Valls participó de forma autónoma o en colaboración con más compositores. Todas pertenecientes al camino de las variedades, la copla y la llamada canción frívola que decidió tomar el valenciano al terminar su servicio militar obligatorio y pasar por compañías como la de Antonio Machín; allí coincidió con la cantante Lucy Gómez, con quien contraería matrimonio más tarde.

A pesar de que el suyo es el frío territorio de los créditos, ese que muy pocas veces llega a ponerse en valor y mucho menos pasa a un primer plano, Valls tiene su principal legado en la cultura popular española; especialmente en la que se desarrolló durante la dictadura franquista. Entonces, el compositor nacido en Argel ofreció sus mejores canciones a intérpretes como Manolo Escobar (‘En Un PequeñoPueblo’), Luis Lucena (‘Ay Niña Hermosa’, ‘Martirioy Tormento’), Antonio Amaya -para quien firmó media docena de canciones en la edad de oro del flamenco en el universo discográfico español-, Rafael Conde El Titi o Rosita Amores.

La herencia de las variedades

A estos dos últimos, además, Valls los acogió bajo sus alas. Tras formar parte de diferentes compañías y tocar el piano en directo junto a músicos de todo pelaje, el compositor fundó en València su propia escuela dedicada a la música ligera y a las variedades. Desde su academia se dedicó a formar y a dotar de herramientas -entre ellas,también canciones propias- a la ingente cantidad de artistas que, cruzado el ecuador del siglo pasado, gozaban de grandes oportunidades en una España ajena a los Beatles, a Bob Dylan y a los Rolling Stones. Antes de la Era de los Conjuntos y la British Invasion, el cuplé y la copla dominaban el ocio musical de los españoles; de ahí que la academia de Valls fuera tan prolífica en cuanto a productos artísticos.

 Rafael Conde ‘El Titi' y Rosita Amores son sólo la punta de un iceberg de artistas que, entonces, pasaron por la academia de Luis Valls: Vedettes como PolaCunard, cantantes de copla como Carmen Morell y la valenciana Julita Díaz, o cantaores como El Gitano Blanco y artistas como Pedrito Rico, ‘El Ángel de España’. Muchos de ellos, además, salían de la academia de Valls pertrechados con alguna de sus canciones; ‘Ponle Menta’ es, por ejemplo, una de esas composiciones que se pueden encontrar en la hemeroteca turbia de YouTube, interpretada a dúo y en cuestionable playback por los ínclitos Rosita Amores y Rafael Conde en la otrora casposa Canal 9.

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