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TEATRO

La compañía Osaka Club convierte a Greta Thumberg en un Jesús de Nazaret posmoderno

Hablamos con Toni Agustí, protagonista, director y autor de la obra de teatro Pasado_Mañana, que tiene la emergencia climática como telón de fondo

7/01/2021 - 

VALÈNCIA. La primera producción de la compañía valenciana Osaka Club, Cinco Lobitos, se enganchaba a un tema de actualidad -el caso de la violación grupal de La Manada a una joven en Pamplona- para reflexionar sobre las consecuencias sociales, políticas y culturales que se produjeron tras la sentencia judicial a los agresores. Se trataba de una reflexión en clave poética -que no en verso- que alejaba la obra del llamado teatro documental. Es decir, no había ninguna intención de reproducir el relato de los hechos ni entrar a valorarlos, sino indagar en las huellas que estos dejaron en la sociedad española. Su siguiente pieza teatral, cuyo estreno absoluto tendrá lugar en el centro cultural La Mutant el próximo 15 de enero, también parte de un personaje real y un problema de absoluta actualidad. 

Pasado_Mañana es una distopía protagonizada por una chica llamada Berta, que acaba de alcanzar la mayoría de edad. Fue una activista ecologista reconocida a nivel mundial, pero ha decidido tirar la toalla al comprobar que su lucha por salvar el planeta se topa una y otra vez con el muro de los poderes fácticos. Berta cae en una profunda depresión y decide esconderse en el cabo de Finisterre, un lugar que simboliza el final de un camino, y que además le permite ocultar su identidad. 

Efectivamente, la protagonista de esta obra es el alter ego de la activista adolescente Greta Thumberg. No obstante, la emergencia climática es el telón de fondo, no el núcleo del texto. Tal y como nos explica Toni Agustí, autor y director de la obra, la intención no está tanto en hablar de la catástrofe medioambiental en la que nos hemos metido los humanos -que no deja de ser una obviedad-, como en poner sobre el tapete cuestiones periféricas como el Green Washing. Es decir, las estrategias engañosas de marketing verde que llevan a cabo tanto empresas como gobiernos u organizaciones políticas para hacer ver a la sociedad su compromiso con el medioambiente, cuando su objetivo oculto sigue siendo el incremento de beneficios económicos o de réditos electorales. Ahí entrarían desde las petroleras que patrocinan conferencias sobre energías renovables hasta los pactos multilaterales sobre economía verde en los que, en opinión de Agustí, “no hay conciencia real ecologista”. 

La obra está construida como una fábula posmoderna con dos planos de ficción. Uno de ellos está enmarcado en un futuro próximo donde vemos a Berta. El otro plano nos devuelve al presente y tiene como protagonista un personaje auto ficcional -encarnado por el propio Toni Agustí- que rompe la cuarta pared para interpelar directamente al espectador. El reparto actoral se completa con Bárbara Monzú, Carlos Amador e Inés Muñoz.

Paralelismos religiosos

Partimos de un futuro en el que el mundo se está acabando, y Greta se deja vencer por la desidia y abandona el activismo. Comprende que la gravedad de los hechos no ha sido capaz de movilizar a la humanidad para detener el desastre, así que emprende

un nuevo camino predicando el amor por el prójimo. “Este será el mensaje que deberá trasladar al mundo, porque el amor es el principio de todo y la única esperanza para que el ser humano tome conciencia y haga revertir la emergencia climática”.

Los paralelismos con la tradición judeocristiana y la figura de Jesús de Nazaret están servidos. “Para sentirnos identificados con una causa necesitamos iconos, y yo veo paralelismos muy interesantes a nivel dramático entre las dos figuras. Greta también ha vivido su propio via crucis. Ella misma lo ha comentado en entrevistas, cuando ha dicho: “Yo no debería estar aquí ahora mismo. Debería estar en la escuela”. Greta ha sacrificado su infancia por el activismo. Y ese componente de sacrificio nos dio pie a crear a Berta, un híbrido entre Greta y Jesús. Además, ella es polémica, como lo era Jesús en su discurso de la montaña”.

¿Debemos interpretar cierta ironía en este viraje de la protagonista hacia el proselitismo espiritual? ¿Qué poder otorga esta pieza de Osaka Club al poder transformador del amor? “Creo que el amor es un cliché, pero es el más importante del mundo -afirma Agustí-. Es lo que mueve realmente la historia y lo que seguirá haciéndolo en el futuro. Es el motor de todo; la razón por la que seguimos moviéndonos. Otra cosa es el caso que le hacemos, o el espacio que le damos en nuestras vidas para cultivarlo”. En cualquier caso, insiste, Pasado_Mañana no es una obra naif ni militante. Más bien al contrario: está teñida de pesimismo, marcada por la incredulidad, y conscientemente alejada de posicionamientos. No se idolatra a nadie; ni siquiera a Berta. “Muchas de las críticas y ataques que ha recibido Greta Thumberg aluden a que ella no es más que la cabeza visible de una gran campaña de marketing que maneja gente de su entorno. Y pienso que muy probablemente sea así; incluso que haya un aprovechamiento por parte de su círculo familiar. Pero, en mi opinión particular, incluso así me parece legítimo. La causa lo merece. De todos modos, para nosotros como compañía era importante que la obra no se posicionara ni a favor ni en contra de ella. Solo nos inspiramos en ese icono para plasmar otras cuestiones y abrir debates”. 

Estética inspirada en el Burning Man

La propuesta Pasado_Mañana tiene una fuerte carga lírica. Es una de las señas de identidad de esta compañía, fundada hace tan solo dos años: la idea de observar los problemas sociales desde la trinchera de la poesía. Esta fábula en dos planos se sostiene en una puesta en escena muy posmoderna donde, además del texto, intervienen la danza y las proyecciones audiovisuales. “Lo entendemos como una especie de collage plástico”, apunta Agustí. 

Uno de los puntos fuertes de la obra es su apuesta estética. El contexto de futuro próximo se recrea en un espacio escénico inconcreto. “Un “no lugar” que de una manera brechtiana nos ubique en cualquier espacio, y un telón-pared vertical que sirve también como contenedor visual de toda la basura digital que generamos. Allí proyectaremos ubicaciones, partes del propio texto, memes, imágenes abstractas o fotos de viaje. Por su parte, el vestuario está inspirado en el outfit habitual de los asistentes al festival Burning Man del desierto de Nevada. “Para la historia que queríamos contar, nos parecía muy inspiradora esa estética postapocalíptica, que de alguna forma también tiene algo de Mad Max”. “Investigamos estéticamente la artificialidad que rodea toda nuestra sociedad y la desnaturalización de la humanidad a través de la civilización -señala Mireia Vila, responsable de la escenografía y el vestuario de la obra-. Buscamos una forma poética, simbólica e irónica de hablar del artificio humano, y de cómo este crea una y otra vez una falsa naturaleza en la que identificarse”.

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