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CONCIERTO DESPEDIDA

Johnny B. Zero y la supervivencia del diferente

Johnny B. Zero se despide de València y de 'Birds', su notable segundo disco, con un concierto en 16 Toneladas

25/01/2018 - 

VALÈNCIA. Existen en la vida una serie de figuras capaces de conjugar normalidad y excepcionalidad en un mismo plano. Personas o entidades que desafían aquel hito del indie cuando, seguramente sin ser conscientes de ello, estaba dejando de ser indie a principios del XXI: el equilibrio es imposible. Moldear las líneas básicas de la normalidad, de lo corriente, y moldearlas sin que el sistema lo detecte para poder encajarse en él y no perder la singularidad. Derribar por completo toda teorización al respecto de la diferencia y reconstruirla a partir de la supervivencia del más apto. Aquel niño tanzano albino que trataba de escapar de ser despedazado en White Shadow

En el caso de Johnny B. Zero, uno de los proyectos más albinos de la cacareada escena valenciana, el dominio de los tiempos en su supervivencia es fundamental. Para ser irremplazable uno debe ser siempre diferente. El principio de Coco Chanel forma parte del gran manual cuñado de las frases. Juanma Pastor lo aplica con naturalidad y desde la normalidad de salir al balcón a tender en pijama. Sin que apenas nos demos cuenta. Sin embargo, lo de Johnny B. Zero, hoy, tiene más de rara avis que de integración en la cotidianidad del sistema. Su último disco, Birds, los situó en una posición global tan difícil de definir como lo es, en realidad, esa amalgama de guitarras, teclados, saxos y sintetizadores que les acerca tanto a Free, Iron Butterfly y el rock de hace medio siglo -y de cuyo genesíaco lodo hoy siguen emergiendo bandas- como a los Arctic Monkeys más recientes. 

Johnny B. Zero ofrecerá este sábado el último concierto “en toda la temporada” en València. La última ofrenda en directo a su segundo disco, Birds, se celebrará en 16 Toneladas a partir de las 23 horas junto a los vascos Pet Fennec

Evolución sin urgencias desde lo coral

Empecemos por el final. Birds, la última estación de Johnny B. Zero, encarnó el curso pasado la esperanza al margen de la festivalización de la cantera y la endogamia más peligrosa; hay luz al final del túnel si un grupo del calado de Johnny B. Zero puede emerger en València y despojarse de toda la pátina de bazar indie con la que se galvaniza a casi cualquier proyecto que se atreve a asomar la cabeza por encima de la masa. Birds, el disco que despiden después de un año de conciertos que les han llevado a Barcelona, Vigo o Madrid, fue una de las mejores noticias de 2017 junto a las segundas entregas de Júlia o Ramírez Exposure, la ascensión de Wild Ripple y Laverge o el avance del entente Montero-Tórtel.

Aunque observando la pericia de Juanma Pastor a la guitarra y, dejándonos llevar por la pasión de lo cercano, la sensación es la de que Johnny B. Zero es un proyecto consolidado por el paso de los años en València, la realidad es muy diferente. Apenas se ha cumplido un ciclo electoral desde que en 2014 se publicó Mayday!, aunque la evolución desde entonces es notable. Y a mejor. El disco que despiden el sábado en 16 Toneladas, es el testigo de un proyecto que ha crecido en músculo y en profundidad sin excesos ni urgencias. Un mens sana in corpore sano discográfico que debe su equilibrio en el crecimiento a una nómina de músicos que se ha ampliado y que ha hecho del proyecto algo más expansivo y menos individual.

La materialización del resto de miembros de Johnny B. Zero, su paso adelante en protagonismo -y el de las colaboraciones en estudio-, es sin duda el hecho diferencial en los dos primeros discos. Cuanto más evidente se ha hecho el distanciamiento con respecto a las coordenadas de proyecto personal, más explícito se ha revelado que el éxito de Johnny B. Zero reside en lo coral. ‘Mess Around’, ‘Mother’, ‘Charles B’, ‘We First Made Love’ o la profética ‘Walking The Fields’ (“I don’t want to sing this song all alone”, repite con insistencia Pastor) demuestran que en la supervivencia del proyecto es fundamental olvidar la idea del llanero solitario o del frontman carismático que todo lo puede.

El barbecho en València

En la vorágine diaria de la autocomplacencia es importante siempre reservar unos días en el calendario para levantar las cejas con incredulidad. Hoy, Johnny B. Zero es mucho más de lo que apuntaba en 2014, pero todavía está lejos de lo que la arquitectura de sus canciones, la digestión de sus influencias y el desarrollo de las mismas apuntan en el horizonte de la realidad ficción. Dos discos y un EP no son suficientes para encumbrar a una banda, pero sí para malbaratar una discografía completa. La despedida de Birds y Johnny B. Zero en València por una temporada es, por eso, una de las mejores decisiones que podía haber tomado la banda: el primero que practicó el barbecho fue un valiente.

Los conciertos lejos de València continuarán; sin ir más lejos, en el horizonte tienen programadas fechas en Madrid, Valladolid y San Sebastián. Sin embargo, parte de la evolución de un grupo consiste en reconocer los momentos en los que ha extraído de un disco todo lo que podía extraer. Tampoco es València la mejor plaza para desarrollar un proyecto fundamentado en las influencias más adultas del rock, una propuesta basada en la concepción más clásica de una banda de directo y no de radiofórmula y festival. De hecho, lo más probable es que no sea esta la mejor ciudad -ni este el mejor país- para cultivar un proyecto como el de Johnny B. Zero, por lo que el mérito crece a estas luces. 

La rara avis que se va para volver

Uno de los elementos más gratificantes en todo lo que rodea a Johnny B. Zero es, precisamente, aquel que se relaciona íntimamente con la condición particular de una banda que resiste en València sin recurrir a los salvavidas de la moda. Johnny B. Zero es más de Carne Cruda que de Virginia Díaz (“una de las grandes esperanzas del rock de este país”, decía el año pasado Javier Gallego en su programa); más de antro oscuro -o de sala al otro lado del río con acústica ideal- que de festival indie. Infinitamente más de solo de guitarra o de saxo, que de estribillos de festival y comunión de laboratorio. Prueba de ello es la primera entrega de su próximo trabajo: ‘Plastic Shovel’, estrenada esta semana con un vídeo a cargo de Muerte Horrible.

Es probable que la rara avis necesite descansar de València. Y que València necesite descansar de su rara avis, en tanto en cuanto no está habituada a un tipo de grupo que hoy tampoco tiene la oportunidad de quemar la tierra a su paso. Celebremos que, merced a esa doble condición, la evolución de Johnny B. Zero no ha de sufrir necesariamente la histeria urgente del último hit; celebremos que, inevitablemente, su recorrido al margen de las carreteras que nutren a la agenda valenciana les hacen parecer lo suficientemente tangenciales como para poder evitar la sobreexposición. Congratulémonos porque una de las pocas excepciones a la regla de que disfrutamos en València pueda tomar la determinación de apartarse del foco por un tiempo para luego regresar. El sábado, a partir de las 23 horas, en 16 Toneladas.


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