VALÈNCIA. “Hemos llegado al tope. València tiene el máximo de apartamentos turísticos que puede sostener”. La teniente alcaldesa de la ciudad, Sandra Gómez, lo tiene claro. Y con los datos en la mano explicó las medidas que el consistorio piensa adoptar para controlar el crecimiento de esta modalidad de alojamiento. Entre las propuestas que avanzó este martes se encuentra la implantación de una tasa turística así como un incremento de los controles con el objetivo de garantizar un mínimo de calidad para los turistas y combatir la economía sumergida.
Unas medidas que se justifican como una precaución antes de que el mercado se descontrole. En estos momentos València se encuentra por detrás de Barcelona y Donostia en la ratio de apartamentos turísticos por 1.000 habitantes. Si la ciudad condal se halla en 9,8 y la guipuzcoana en 6,9, València se halla en 6,6. Una cantidad que está por encima, por ejemplo, de otros dos destinos turísticos de referencia en España como son Sevilla (6,3) o Málaga (6,2).
Asimismo, la saturación de los últimos meses ha puesto en evidencia el surgimiento de una nueva burbuja inmobiliaria ligada a los apartamentos turísticos. El Ayuntamiento tiene registrados 4.714 apartamentos turísticos, de los cuales reglados son menos de la mitad, 2.285, mientras 2.429 están sin reglar. Unos apartamentos turísticos que suponen 18.102 plazas de alojamiento, el 48,6% de las disponibles la ciudad, y se concentran en Ciutat Vella, donde están localizados el 34%. Y dentro de este distrito la palma se la llevan los barrios de El Carme, Seu-Xera y Mercat Central.
Pese a su considerable presencia en el mercado turístico, los apartamentos turísticos no son la principal vía de entrada de los visitantes. Aunque la oferta de plazas de alojamiento turístico es mayor en este tipo de viviendas que en hoteles, las pernoctaciones, y por tanto el volumen de negocio, sigue siendo mayor en hoteles, que acogen al 72,63% de los viajeros y el 62,47% de las pernoctaciones.
Otro de los problemas relacionados con los apartamentos turísticos es que muchos rigen sin orden cuando no son directamente ilegales, la inveterada picaresca, lo que a la larga es una rémora para el turismo. “La falta de control, calidad y rigor dan una mala imagen y no queremos que los visitantes se lleven una mala impresión de la ciudad”, señaló Gómez. De ahí que en aras de establecer unos estándares de calidad homologados, la teniente alcaldesa anunció también unos mayores controles.
En este sentido, Gómez desaconsejó insistentemente a la ciudadanía a sumergirse en el mundo de los apartamentos turísticos como una vía alternativa de ingresos. “No es una maná”, advirtió, y recordó que para funcionar acorde a la legislación un apartamento turístico debe estar alquilado 180 días al año. Porque un apartamento turístico obliga a una serie de actuaciones que muchos no realizan. “Si alguien quiere hacer negocio se debe dar de alta y dar de alta a las personas que trabajan con él”, insistió, incluyendo a limpiadores y personas de mantenimiento. Así, Gómez abogó antes por el alojamiento de larga estancia, mucho más fiable y rentable a largo plazo.
La presencia de los apartamentos turísticos está asimismo encareciendo la vivienda en los barrios más saturados y provocando una inflación que está deformando el mercado. Ante las primeras protestas, y si bien hay algunos que no consideran grave la coyuntura, desde el Ayuntamiento, con las secuelas de la burbuja inmobiliaria aún sangrando, han decidido evitar males mayores y antes de que la situación sea peor han diseñado un plan articulado de siete medidas para resolver este nudo gordiano ante el que caben sólo dos opciones: no hacer nada y dejarse llevar por la marea, o reaccionar y ofrecer un marco legal estable y sólido que garantice la actividad económica sin invadir la vida de la ciudad. El reto final es que València no pierda su “identidad”, “con tiendas y comercios para los vecinos y no pensados en los turistas”, dijo Gómez. Y aunque no se mencionó, lo que se intenta es no acabar como Barcelona, donde el turismo es la principal preocupación y el souvenir más vendido es el gorro de mexicano. València no quiere ser un parque temático.
La primera de las siete medidas será crear una mesa de trabajo con la Agencia Valenciana de Turismo para fijar un marco normativo a nivel autonómico que repercuta en el correcto desarrollo del sector en València y destinos urbanos valencianos. Para conocer bien el marco en el que se trabaja, la segunda medida será la creación de un observatorio que dispondrá de estadísticas fiables y estudios válidos para la posterior toma de decisiones. La tercera medida, encaminada hacia la ciudadanía, consistirá en una campaña de información sobre el marco legal que regula la actividad de estos apartamentos, y es que hay muchos propietarios que están alquilando su segunda vivienda desconociendo que incumplen la ley y se exponen a sanciones muy graves. La cuarta será la integración de los apartamentos turísticos en la industria turística local de manera que su implementación sea mejor.
La quinta medida irá encaminada al sector de los apartamentos turísticos, y en concreto a plataformas como Airbnb o Home Away, con quienes el Ayuntamiento de València espera reunirse en septiembre. Con ellas se quiere plantear un límite de días que se pueden alquilar los apartamentos turísticos, así como la imposición de una tasa municipal para estos apartamentos, y un registro de viviendas disponibles, con la perspectiva en mente de poder clausurar los ilegales sin esperar a denuncia previa. La sexta será la inclusión del turismo en la futura ordenanza de convivencia. Y la última, y no por ello la menos importante, contemplar en la normativa urbanística de la ciudad la actual realidad existente en materia de viviendas turísticas, incorporando las demandas formuladas en los talleres de participación pública realizados hasta la fecha.