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talento y latencia en la revista 'artesescénicas'

Estado de inflexión: la Academia de las Artes Escénicas dedica un informe integral a la Comunitat

17/10/2017 - 

VALÈNCIA. La revista cuatrimestral ARTESCÉNICAS, editada por la Academia de las Artes Escénicas de España, dedica su número #8 a los profesionales y realidades de sus disciplinas artísticas en la Comunitat Valenciana. En el número lanzado este mismo mes de octubre, la publicación cuenta con un buen número de artículos a cargo de algunos de los muchos académicos valencianos [una de las regiones con mayor número] a través de los que se filtra un estado de inflexión total. Una especie de latencia en la que tiempos de gran ebullición han dado paso a un colapso económico –de 2007 a 2017– y de lenta y extraña reconversión de la oferta de teatro público a la supervivencia extrema mediante la iniciativa privada.

Más allá de la suma de titulares enunciativos, los textos ofrecen una visión integral del sector con todo tipo de reflexiones tras enumerar los hitos del oficio desde los años 70: la explosión creativa de las generaciones de los Sirera, Sanchis Sinisterra o Molins y la de los Jornet, Sanguino, Zarzoso, Cardeña, García, Alberola, Mira, Picó y Puchades; la consolidación de compañías como Albena, Pavana, Arden, L'Horta, Micalet o Andana; la gestación de las asociaciones de Empresas de Teatro y Circo (AVETID) y de Empresas de Danza (AVED); el ascenso y deceso de Teatres de la Generalitat y sus seis espacios propios; la llegada de los remozados y nuevos teatros públicos de la ciudad (El Musical, Espai Mutant, Rambleta) o la última camada de alegrías autorales de impacto estatal (Víctor Sánchez, Xavo Giménez, Laia Cárdenas o Mafalda Bellido).

La nueva realidad en la gestión: de "los años perdidos" a "esa nueva 'imparcialidad' que todo lo fía a concursos"

Rodolf Sirera (Foto: EVA MÁÑEZ)

"demasiada administración y muy poca creatividad y autonomía"

Rodolf Sirera, director de la publicación, publica el artículo editorial de introducción donde admite que la Comunitat "se convirtió en una de las [Autonomías] más avanzadas en la creación y consolidación de unas infraestructuras de las que, en ese momento, la mayor parte de España, si exceptuamos Madrid y Barcelona, carecía". El dramaturgo confirma que, visto con perspectiva, con la llegada de los primeros gobiernos locales y regionales "el teatro y la danza lograron culminar con relativo éxito el difícil paso del amateurismo a la profesionalización" gracias a un apoyo a la cultura "de manera decidida". El autor de El verí del teatre fija buena parte del colapso en la decisión política: de la creación a la extinción del Centre Dramàtic, de la relevancia y restricción del Circuit Teatral Valèncià –ahora reactivado con brío– y, sobre todo, al cansancio de la clase política con 'la novedad cultural'.

Dice Sirera que "en un principio, la red funcionó con relativa armonía, y en conexión con los organismos superiores, pero poco a poco lo que era novedad paso a convertirse en habitual, y los cambios políticos fueron estableciendo otras prioridades. Los gestores, presionados por los responsables políticos [...] se vieron forzados a adoptar en muchos casos programaciones conservadoras y a hacer oídos sordos a las criticas". El dramaturgo valenciano deja la puerta abierta a un relativo optimismo, no sin mostrar sus peros a las políticas culturales actuales: "no deja de ser extraño, cuando no preocupante, que imbuidos ahora por esa nueva 'imparcialidad' que todo lo fía a concursos -una manera como otra cualquiera de que los políticos, sean del signo que sean, abdiquen sus responsabilidades- nos encontremos con teatros públicos sin director artístico". En resumen, "demasiada administración y muy poca creatividad y autonomía".

El Centre Dramàtic, la Atlántida de la nostalgia 

El director del Institut Valencià de Cultura, Abel Guarinos, conversa con el secretario autonómico de Cultura (Albert Girona) y Martínez Luciano (Foto: KIKE TABERNER)

Para el también académico Juan V. Martínez Luciano una de las fortalezas más evidentes de las artes escénicas en la actualidad recae sobre "las compañías estables" en las que se integraron los autores de los 70 y 80, "que han escrito gran parte del teatro valenciano [...] y que, afortunadamente y contra viento y marea, sobreviven habiendo mantenido gran parte del prestigio de la profesión teatral valenciana, especialmente en los últimos y difíciles diez años". El profesor de la Universitat de València y director artístico de Sagunt a Escena está haciendo referencia a todos los nombres propios reunidos al inicio de este artículo y que van apareciendo entre muchos otros en su texto, del que sí se destaca un halo más esperanzador a partir de la recuperación del Circuit Teatral (ahora Circuit CulturArts), la nueva dramaturgia valenciana y los "visos de normalidad" que supone que hace apenas unas semanas la Generalitat presentara la primera temporada completa desde el cambio de Gobierno de 2015.

En casi todos los textos hay referencias al Centre Dramàtic de la Generalitat Valenciana, pero es Antoni Tordera quien le dedica un resumen completo –y fresquísimo en su escritura– sobre lo que con él sucedió. Sin olvidar ninguno de los pasos que culminaron en aquel ente, se entiende que una entidad pública con vocación internacional y que produjo o coprodujo 41 espectáculos en cinco años se eche mucho en falta. Que maestros como John Strasberg o Dario Fo fueran impelidos a trabajar con artistas valencianos o que una obra hecha aquí –de Buero Vallejo– se exhibiera en el Dramaten de Estocolmo –el teatro de referencia de Ingmar Bergman– son dos hitos entre varios que ahora resultan de absoluta ciencia ficción. El CDGV, donde "no había prisa, pero sí urgencia", se diluyó en 1993 en Teatres de la Generalitat en una decisión política que Tordera resuelve: "como si el INAEM y el Centro Dramático nacional fueran una misma cosa, y por eso les fuese necesario hacer desaparecer la figura de Director Artístico". Más penosa y reciente fue su disolución final en el "monstruo" administrativo de CulturArts.

Danza: brotes verdes sobre la tierra quemada

La bailarina y artista Ana Luján, una de las más actuales referencias de éxito entre el sector dancístico valenciano (Foto: EVA MÁÑEZ)

Todos los autores de este integral sobre las escénicas en la Comunitat hacen un extenso recorrido a través de los 'éxitos y frustraciones' del sector que han vivido. Esa es parte de la fórmula con la que la catedrática de Análisis y práctica de repertorio de danza contemporánea Carmen Giménez Morte titula su texto. La también académica se explaya en el pasado, pero pone en valor a los nombres de la generación más próxima: Cienfuegos Danza, Taiat Dansa, Otra Danza, A tempo, La Coja Danza, Proyecto Titoyaya... entre otros. Giménez More define tres etapas para la danza en la Comunitat: de 1976 a la creación del Centro Coreográfico; de 1998 a 2015; y desde el cambio de Gobierno hasta la actualidad. El primer estadio se podría definir como el de la ilusión y la profesionalización con vistas al ámbito internacional; el segundo como el de los contrastes vertigionosaso entre la consolidación del sector dancístico y su caída en desgracia con un descalabro presupuestario inasumible, y la última, con los nuevos aires en la gestión pública que en su relato son todos positivos. 

Santiago de la Fuente Futos, Yoshua Cienfuegos, Verónica García Moscardó, Asun Noales, Rosángeles Valls y la propia Giménez Morte concluyen que 'algo se mueve', que el actual es "un momento mejor" para el que hace falta una solución combinada de escucha al sector, coordinación entre las administraciones para mejor las posibilidades económicas y, sobre todo, presupuestos.

El "eterno bucle" de la dramaturgia valenciana

El director del Teatre Principal de Alicante, Francesc Sanguino, también recuerda el Centre Dramàtic y muchos nombres e hitos en su aportación. Sin embargo, su texto es uno de los más incisivos y precisos al fijar que "la Administración no ha tenido una política de gestión de la creatividad, no ha considerado estratégico el fomento de la creación original o lo ha considerado firmemente a altas horas de la madrugada y en ciertos lugares donde este tipo de ideas acaban en el fondo del vaso". Aun así insiste en que esa 'mala gestión de la creatividad' y el hecho de que haya varias generaciones de dramaturgos que no hayan encontrado salida, se deriva de un problema multifactorial. Factores que han generado que "la dramaturgia valenciana esté en un eterno bucle, en un único día repetido desde finales de los ochenta, solo que cada día único se ha vuelto cada vez más plomizo".

Sanguino va más allá y asegura que "mientras se siga considerando la dramaturgia valenciana como un gremio y no como el capital intelectual de creatividad que es, [...] seguiremos en el mismo día repetido". El académico Toni Benavent también inicia su texto acordándose del Centre Dramàtic, también de lo que supuso el "empuje y firme paso adelante" de los 80, pero es crítico con un elemento con un error que puede volver a repetirse: "faltó un proyecto de política cultural serio y riguroso, faltó la continuidad de algunos buenos gestores". Con el menos enunciativo titular de "un sector (otra vez) en construcción", el miembro de Albena exige "una hoja de ruta sin ocurrencias y con un presupuesto estable". Es crítico al admitir que "estamos empezando a asumir sin dramatismos que no todos los profesionales tienen conocimientos suficientes para gestionar aedcuadamente un sector altamente complejo". Para Benavent, "los colectivos debemos aceptar que [...] no todos somos igualmente eficaces, capaces u operativos". 

Da capo de Benavent

Toni Benavent en primer plano, la actriz Noelia Pérez y Sirera detrás (Foto: EVA MÁÑEZ)

El texto de Benavent –de entre tantos– deja una importante cantidad de mensajes hacia el pasado, pero sobre todo hacia el presente: tenemos "una potencialidad extraordinaria en temas artísticos, pero una debilidad extrema del sector en temas funcionales"; "hemos llegado hasta aquí sin un proyecto, con ocurrencias puntuales y con demasiadas idas y venidas, sin estabilidad y sin recursos suficientes"; "en algunos casos, con claros actos de sabotaje desde la Administración, al menos en el caso de València, para acabar con aquellas compañías, salas, circuitos que a duras penas estaban logrando sobrevivir"; "recortes de las ayudas al sector privado que rondaron el 70%, intento de desactivación del Circuit Teatral, cierre de teatros públicos, incomunicación entre responsables de la Administración y los profesionales privados, unos ERES brutales, cierre de Canal 9... demasiadas cosas para una profesión ya de por sí endeble y precaria". 


En la entrevista central del número, Nacho Duato no tiene ninguna alusión –ni plan– para con València. Lo más próximo es su consabida llegada de nuevo a Madrid, con quien espera entramar algún tipo de vínculo ("con el Ayuntamiento o con la Comunidad") para impulsar su fundación. El artista escénico más internacional de cuantos han nacido en la Comunitat Valenciana prepara una retirada tranquila consciente de que no podrá desligarse de la danza. En la extensa conversación, admite que ya no se ve con la capacidad de levantar proyectos de dos horas, pero si piezas más cortas y de gestionar sus producciones que siguen dando vueltas por el mundo mientras él finaliza su periplo berlinés esta misma temporada.

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