VALÈNCIA. Enric Morera, la segunda institución de la Comunitat Valenciana como President de Les Corts es un hombre de trato afable y cercano que derrocha pasión por la tierra valenciana y en especial por su Oliva natal y la pilota valenciana.
— Cómo buen valenciano, naciste en el Mediterráneo y ¿veraneas en él?
—Así es, mi infancia y mis veranos están unidos a la tierra que me vio nacer, Oliva. Recuerdo como todos los años iba con mi familia, junto a mis padres y mis tres hermanos pasábamos el verano y disfrutábamos muchísimo. Era nuestro verano azul, nos pasábamos el día en bicicleta por les Basses y por la playa.
—¿Algún recuerdo especial de aquellos maravillosos años?
—Sí, antes de ir a comer mi madre siempre nos pedía que fuéramos a recoger unas pechinas a la playa, porque había muchas. [Enlaza el recuerdo con su preocupación por el cuidado del medio ambiente]. Las playas eran más naturales, había mucha biodiversidad que ahora se ha perdido y algo tenemos que hacer en ese sentido.
—Quizá los niños de antes tenían como pasatiempos, actividades más relacionados con su entorno natural.
—En efecto, yo recuerdo que hacíamos unas pistas con arena y jugábamos a carreras con chapas de botella. También con la propia arena construíamos toboganes en la playa. Era una infancia donde había mucho contacto con la naturaleza y el entorno. También jugábamos a futbol y algún que otro partido de pilota valenciana en un frontoncito.
Aquí hablamos de su afición a nuestro deporte por excelencia, la pilota. Me recuerda con orgullo, que Oliva fue la capital del raspall con pelotaris como Diego, la saga de los Malonda, Morera y el campeón Waldo. Ahora tenemos a dos magníficos jugadores: Brisca y Moltó.
—Percibo un especial interés por el entorno natural, justamente en esa zona donde veraneabas se encuentra el Parque Natural de la Marjal Pego-Oliva.
—Es que había muchos más parotets y libélulas. En les Basses pescábamos samaruc, pez que junto a una serie de aves fueron claves para lograr la protección de la Marxal Oliva-Pego. Cuando estaba en Bruselas trabajando, ese episodio lo viví con mucha intensidad, y es un privilegio que debemos conocer y disfrutar: tenemos una de las zonas húmedas más valiosas y limpias de todo el Mediterráneo.
—Y cuando abandonas la niñez y comienzas la adolescencia, imagino que los veranos serían muy distintos.
—Pues con toda sinceridad, en la juventud me tocó trabajar muchos veranos. Mi padre era empresario de la rajola, en Oliva hay muchos [de hecho recomiendo la visita al Parque Industrial que hay allí] y pasó una mala época y esos veranos me tocó trabajar en los huertos de mi abuelo, las tierras de la familia. Así que sé lo que es hacer “cercos, cavallons, regar, luchar contra la mosca blanca…”.
—Veo que tus veranos, por diferentes motivos, siempre han sido rodeados de la familia.
—Absolutamente, siempre he estado con todos mis primos de Oliva, los Planes-Morera y también con los Bataller-Catalá, tenemos mucha relación de familia y nos gustaba mucho salir por los chiringuitos de Oliva, algunos tristemente desaparecidos. Aunque ahora un amigo a abierto uno nuevo –Kimera–, y eso me recuerda a mi infancia, a las playas salvajes y menos masificadas que disfrutamos de niños.
—Me consta que durante tu juventud participaste en muchos campamentos de verano.
—Sí, de hecho con 18 años me hice monitor, obtuve el título de jefe de campamento. Participaba en los campamentos de Acció Cultural y también con los Juniors, grupo Edelweis de Oliva. Creo que fue una etapa formativa y lúdica muy interesante. Varios años los realizamos en la “montaña sagrada” de Penyagolosa, también en Benicarló, en la Font Roja d’Alcoi. Pensándolo con la perspectiva de los años, la responsabilidad de ser jefe era mucha, no se si ahora me atrevería.
Enric Morera me confiesa que en el año 1985 y en una noche mágica, la Nit de San Llorenç [donde mantienen la tradición de pescar por la noche en Guardamar] conoció a su mujer, con la que lleva 25 años casado. Pasaban la noche al raso y luego hicieron la ruta hacia el Misteri d’Elx. Nuestro Ilustre Veraneante enfatiza que esta fiesta “es una visita muy recomendable, pues te conecta con una raíz profunda que tenemos el pueblo valenciano”.
—En 1992 te casas y a partir de entonces, ¿cómo son tus veranos?
—Mi madre es de la Alquería de la Comtessa y la gente de ahí baja a la playa de Piles, al lado de Oliva. Y nosotros ahora veraneamos en Piles desde hace unos 12 años. Aunque tenemos poco tiempo de veraneo, especialmente desde que asumí la responsabilidad de presidir Les Corts y las labores institucionales obligan a asistir a multitud de actos.
—El día perfecto en tu verano es…
—Bajar a la playa con los amigos, nadar, pasear, comentar las noticias mientras lees el periódico, muchas comidas compartidas y por la tarde lectura o visitar fiestas de pueblos: Pedreguer, Oliva, Els Poblets…. alguna noche mantenemos la costumbre de ir al cine de verano en Bellreguard –Terraza Charly– con nuestro bocadillo casero. Una costumbre muy mediterránea, ver cine a la fresca.
—Y además de esa vida costumbrista del veraneante mediterráneo, ¿algún viaje en familia?
—El año pasado hicimos viaje familiar a Grecia, personalmente me interesaba ver la situación del país heleno en primera persona tras la crisis vivida. Y este año vamos a ir a Nápoles una semana [es muy bueno para juntarnos toda la familia] y voy con un objetivo muy concreto: descubrir que el origen de la pizza italiana viene de la coca de Oliva. Tengo algunas pruebas científicas de que la pizza viene de la coca valenciana, nosotros recogimos el figatell y ellos al introducir la mozzarella la llamaron pizza.
Acabamos esta agradable entrevista en el Palau dels Borgia comentando los olores que identifica Enric Morera con el verano: la alfábega, gran anti-mosquito y el salitre del mar. Me comenta su afición por la novela histórica, va a leerse SPQR, una historia de la antigua Roma de Mary Beard. Y quiere estudiar el concepto de glocalidad: visión local, pensamiento global.