¿Cómo impactó el genocidio nazi en el lenguaje cinematográfico? Alumnos y profesores de la UJI tratan de analizar todavía hoy su impacto en el audiovisual. Pero también, los miembros de la Sala Caligari quieren exponer cómo, en la actualidad, hay pocas películas que soporten la idea de hablar de una Europa más humana ante el auge del nacionalismo
CASTELLÓN. Todo cambió para Alfred Hitchcock cuando se le encarga coordinar el montaje de las imágenes que cámaras británicas y norteamericanas captaron en los campos de concentración del genocidio nazi. Y es que cuando los carretes llegaron a las oficinas de los ejércitos aliados de la II Guerra Mundial, estos no podían creer que lo que estaban viendo eran pilas de cadáveres, crematorios y fosas comunes. Imágenes de una dureza extrema que, evidentemente, afectaron al cineasta. "A partir de ahí su construcción del cadáver y del asesinato cambia. Solo hay que ver la manera en la que monta los films La soga y Psicosis para entender cómo su aproximación visual al acto de asesinar no es la misma. El horror del Holocausto le marca y le hace cambiar su propia cinematografía", nos explica Aarón Rodríguez Serrano.
Profesor de la UJI y apasionado por la historia, Serrano protagonizará esta tarde, a las 16:00 horas, un coloquio que parte del pensamiento nazi para abordar su impacto y relación en el cine europeo y americano. La forma en la que Hitler concibió el espacio será pues el punto de partida de muchas más sesiones que tienen lugar en la Sala Carigari, un espacio para la reflexión audiovisual - ya sea cine, series o videojuegos-, donde profesores y alumnos se reúnen cada 15 días para dar su visión particular. Igualmente, este laboratorio de ideas queda abierto para todo el que quiera aportar su granito de arena.
Fue a raíz de leer Tierras de Sangre de Timothy D. Snyder que Aarón Rodríguez empezó a gestar este seminario de investigación. "Según explicaba el teórico, Hitler hizo suya la teoría del espacio vital (Lebensraum). Es decir, la idea de generar una Europa racialmente pura, a partir de comerse, básicamente, a todos los países del Este: Polonia, Letonia, Ucrania, Bielorrusia. Se trataba de colonizarlos con ciudadanos alemanes, porque para estos los de Europa del Este eran personas de segunda clase, bueno no eran seres humanos. Pasaron a ser su mano de obra y por eso podían ser exterminados y esclavizados. Cuando uno estudia los movimientos militares se da cuenta pues de que eran movimientos de conquista y de exterminio. No iban contra las tropas soviéticas, su método era provocar hambrunas o pasar directamente al fusilamiento en masa de la población civil", indica el mismo.
El pensamiento nazi quedó retratado para la posteridad por las imágenes propagandísticas que lanzaba el sistema. Pero lo más interesante es cómo esto coincide en el tiempo con el propio relato de la creación cinematográfica norteamericana, concretamente, del western. "Detrás de este género también había una especie de genocidio. De hecho, lo que más me llamó la atención fue descubrir una series de testimonios de Hitler donde él cuenta que una de sus mayores inspiraciones para esta limpieza racial europea había sido el cine del Viejo Oeste.
-AMÉRICA: "Hollywood tarda muchos años en humanizar a los indios americanos y generar personas propios. De hecho, hasta 1950 casi no hay películas que traten de darles peso y voz en los relatos. Y claro, eso evidentemente da que pensar sobre cómo se realizó este genocidio. Aún así, se estableció un proceso de duelo. Hay un momento dado en el uno tiene que pasar cuentas por su propia historia y luchar contra el relato clásico. Mi propia hipótesis es que la participación en la IIGM les ayudó mucho para empezar a establecer un proceso de autoconciencia. Dicho de otra manera, cuando entran sus cámaras es cuando entienden realmente lo que es un exterminio y eso ya no se puede contar en un estudio como se hacía antes. Hay un cambio ético. Un buen ejemplo son los films de John Ford, un hombre con una sensibilidad social importantísima."
-EUROPA: "En el cine europeo todavía está pendiente ese encuentro con el relato clásico. Lo estamos tratando de hacer, pero si te pones a buscar en la hemeroteca verás que hay muy pocas películas que apuesten por la idea de Europa como un continente plural. De hecho, ahora con la crisis de las personas inmigrantes, hay muy pocas películas que estén apostando por ofrecer una visión explícita de Europa como un lugar unido y constructivo. Todo lo contrario, parece que está a punto de estallar. Y al mismo tiempo Estados Unidos se está volviendo una nación más excluyente y menos dada a tener una visión ética sobre la pluralidad de razas y culturas. Creo que precisamente como vivimos en un momento convulso y de auge nacionalista, es un buen momento para plantearles una ética que no expulse al otro".
Si el cine tampoco se atreve a ofrecer una imagen de Europa como un lugar empático y abierto a los demás, ¿qué ocurrirá cuando no se pueda frenar la ola nacionalista que está tomando Europa? Esta pregunta se hace Áaron Rodríguez, quien lamenta que los cineastas "no se atrevan a dar el paso y darle la vuelta" a la ruptura que quieren ocasionar los partidos extremistas. "Cuando empecé a investigar me costó mucho encontrar películas en las que dijera aquí sí que se está apostando por una idea de unión humana. La que más me llegó fue El otro lado de la esperanza de Kaurismäki, pero donde se apuesta a full por esta idea es en Tres colores: azul de Kiesloski, la cual refleja el proyecto europeo perfecto", señala el doctor en comunicación.
De igual modo, el crítico detecta que el audiovisual interactivo y los videojuegos tendrán un rol importante en este cambio. "Llevan alrededor de 10 años tratando con cierta seriedad este tipo de cuestiones. En efecto, hay videojuegos que se plantean sobre lo que pasó en los campos de exterminio, pero también sobre lo que pasó en el 11-S o 11-M. Se trata de proyectos que están ayudándonos a pensar los traumas políticos contemporáneos. Un buen ejemplo es el trabajo que hace Gonzalo Frasca para entender las campañas de Afganistán y el terrorismo islámico contemporáneo", concluye.
Está producida por Fernando Bovaira y se ha hecho con la Concha de Plata a Mejor Interpretación Principal en el Festival de Cine de San Sebastián gracias a Patricia López Arnaiz