VALÈNCIA. Al Profe lo conocí al poco de trasladarme a Madrid, y eso fue en otoño de 1993. Fue en las oficinas de Caroline, que era como se llamaba entonces la distribuidora y sello independiente conocidos actualmente como Everlasting Records / Popstock!. El Profe se llama así porque es docente especializado en alumnos con problemas mentales. La música es su otra vida. Escribe, sobre ella y además tuvo un programa radiofónico, Mi habitación favorita, que hizo de él un referente de culto. Es un personaje muy querido en la escena madrileña y no es difícil entender el porqué.
En uno de mis últimos viajes a Madrid, El Profe y yo volvimos a vernos. Llevábamos mucho tiempo diciendo eso de a ver cuándo nos tomamos unas cervezas, pero por culpa mía nunca nos las tomábamos. Que siempre te falte tiempo para todo es una auténtica mierda. Pero al final sí se puede y, aprovechando una parada en las oficinas de la antigua Caroline, nos tomamos esas cervezas al fin. En realidad no estuvimos solos. Allí estaba también (como un reloj, porque las citas con El Profe son sagradas para ellos) media plantilla de la empresa antiguamente conocida como Caroline. A muchos de ellos los conozco desde hace más de dos décadas.
El simple paso del tiempo puede consolidar un afecto. Sí, la continuidad también genera una forma consistente de aprecio. Eso es lo que sentí durante es jornada cervecera cerca de Ventas, en Madrid. Con el Profe, que es genio y figura, para comérselo a abrazos, estaban Mark, Tomás, Jorge, Ana, Gonzalo y Vera. También se nos unió Manuel, que trabaja al frente de Music As Usual, otra importante distribuidora que es prima hermana de Everlasting / Popstcock!. Están tan unidas que ambas oficinas comparten espacio físico. Manuel es Manuel Torresano otra amistad histórica. Fue una de las primeras personas que me presentaron cuando me trasladé a Madrid. Por entonces estaba al frente de la independiente Siesta y sacaba los discos de La Buena Vida y otros músicos exquisitos del norte. En este trabajo nuestro –el de periodista, el de musiquero, el de artista- es habitual eso que ahora se llama postureo. Adoptar un personaje e interpretarlo para molar más. Bien, pues el Profe es la antítesis de eso y también puedo decir que hay personajes que no necesitan ser ensayados porque no hay nada que interpretar. Se es así y punto. En momentos como este que estoy contando, cuando coincidimos una serie de elementos con unos cuantos años a las espaldas y más de una batalla compartida, no hace falta interpretar ningún papel. Cada uno de nosotros es su propio papel. Ridículo o triunfal, a veces ambas cosas a la vez, que es mi punto favorito para este tipo de cosas. Hemos llegado hasta aquí y tenemos ganas de celebrarlo todos juntos durante un rato.
En Meet Me In The Bathroom, Lizzy Goodman cuenta en forma de biografía oral la historia del renacer del rock guitarrero en el Nueva York del año 2000, con The Strokes como mascarones de proa. En un momento dado, un miembro de Vampire Weekend comenta cómo un tipo que solía trabajar en su distribuidora española –ya podéis imaginar cuál era- les proporcionaba todo lo que hiciese falta para que estuvieran a gustito durante sus tareas promocionales en España. Esa anécdota apareció, cómo no, durante el citado encuentro, que para entonces ya era un tapeo flotando en cerveza. La historia activó el mecanismo de salvar recuerdos y empezaron aflorar historias. En lo que a mí respecta, bueno, son más de 25 años trabajando con esta gente, ahí hay unas cuantas cosas que contar.
Nuestro primer contacto se remonta a 1991. Yo escribía por aquel entonces mucho en Ruta 66 acerca de grupos independientes que afloraban gracias al éxito de Sonic Youth y Nirvana. Caroline distribuía entonces al sello Creation, que en aquel momento publicaba a Primal Scream, Teenage Fanclub, Sugar y My Bloody Valentine. Por aquel entonces era el guionista de Graffiti, el programa juvenil de Canal 9. También me ocupaba de conseguir vídeos musicales así que empecé a programar clips de esos y otros grupos en el citado programa. No obstante, decir que el vínculo valenciano con Caroline venía de antes. Su entonces director era Javier Garcés llevaba las ventas de una exportadora de discos londinense. Era la empresa que proveía a las tiendas de importación valencianas que, a su vez, nutrían a los disc jockeys de las discotecas de la ruta. Garcés dejó la empresa poco después de mi llegada a Madrid y desde entonces Mark Kitcatt es su director.
El otro día recordaba como a los pocos meses de llegar a Madrid, y después de casi dos años sin fumar, volví al tabaco. Fue después de una noche loca con quienes ya podéis imaginaros. Una noche muy larga que comenzó muy pronto, en las oficinas que tenían entonces en el barrio de Manoteras. A partir de ahí confusión e imágenes borrosas. Sólo consigo recordarme jugando al billar (nunca he jugado al billar en mi vida, ni antes ni después de aquello) en algún antro de Chamartín. Otro episodio que da para un relato fue cuando trajeron de promoción a Vic Chesnutt. El artista quería visitar El Prado y quedamos en la puerta del museo para hacerle una entrevista, aunque no estoy muy seguro de si al final realizó la visita o ya tenía ganas de juerga. Chesnutt era tetrapléjico como consecuencia de un accidente de coche. Esa noche recorrió Malasaña en su silla de ruedas acompañado por el séquito de su discográfica española. En lo alto de una de esas calles en cuesta de Madrid, alguien se despistó y soltó la silla de Chesnutt. Este rodó cuesta abajo hasta que unos coches aparcados detuvieron su trayecto. Mientras lo incorporaban, el bueno de Chesnutt, que era un trasto de cuidado, se partía de risa por lo ocurrido.
Otro capítulo memorable en la historia de la empresa fue en 1997, cuando organizaron la presentación de The Fat Of The Land, de The Prodigy. ‘Firestarter’ había sido un éxito global y la llegada del álbum se esperaba con máxima expectación. La discográfica organizó una fiesta a la altura de las circunstancias. Nunca mejor dicho, porque fue en la planta 25 de un rascacielos de la capital. El ático, equipado con piscina y con una caseta transformada en chaletito, era propiedad de un personaje que respondía orgulloso al autoimpuesto mote de Armando Pichabrava. Creo recordar que era el propietario del edificio, que estaba en el número 32 de la calle General Perón. Durante dos años viví en la planta 16 de dicho edificio. Así que solamente tuve que coger el ascensor y subir nueve pisos para llegar al festejo. Increíblemente, aquella noche nadie se precipitó al vacío ni hubo ahogados en la piscina.
Hay muchas más historias relacionadas con la vieja Caroline pero necesito ayuda para reconstruirlas y tampoco es plan de agotar a quien lee. Durante todos estos años han sido la discográfica española de Moby, Adele, The White Stripes, The National, The Breeders y varias docenas más de nombres importantes del pop actual. Si me pongo a revisar recortes y revistas, lomos de casetes con grabaciones de entrevistas, seguro que recuerdo más historias relacionadas con Caroline, Everlasting y Popstock!. Pero casi mejor me reservo para la siguiente ronda de cervezas que hemos organizado con El Profe. Como decía antes, a veces solamente hace falta tiempo para construir vínculos afectivos. El tiempo se mide muchas veces en historias compartidas que nos recuerdan quiénes somos.