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entrevista al director del despacho en el gigante asiático

Cubel (Cuatrecasas): "España no ha captado todavía el volumen de inversión china que le corresponde"

Foto: EVA MÁÑEZ
15/04/2018 - 

VALÈNCIA. Pablo Cubel, natural de Dénia, es el director de la oficina de la firma de abogados Cuatrecasas en Pekín, orientada a la intermediación en operaciones de inversión china en España y Latinoamerica. El directivo lidia con el reto de captar el enorme volumen de inversión china en el extranjero, un flujo en el que España, según considera, tiene mucho margen de crecimiento. Todo ello en un país "con una brecha cultural bestial" respecto a Europa. En el gigante asiático sus compañeros lo llaman algo así como "librería plena de felicidad".

-¿Qué hace Cuatrecasas en China?

-Tenemos dos oficinas en China, una en Shangai, con 10 años de existencia, y otra en Pekín, inaugurada en noviembre del año pasado. Somos 18 personas entre las dos oficinas y lo que hacemos allí son dos tipos de asesoramientos: inbound, asesoramiento a compañías internacionales en China junto con abogados locales, porque las obligaciones legales del país así lo requieres; y outbound, asesoramiento a la inversión china en el extranjero, que la realizamos fundamentalmente desde Pekín. Hace diez años la situación de China era completamente distinta a la de ahora, entonces era fundamentalmente lo que se conocía como la fábrica del mundo, acogía un gran volumen de inversión extranjera en China, mientras que en la actualidad el flujo de inversión de China hacia el exterior ha crecido de forma exponencial. La oficina de Pekín lo que pretende es precisamente atender las necesidades de las empresas en este proceso de inversión en el exterior. 

-¿Qué tipo de operaciones asesoran? ¿En qué mercados se mueven sus clientes?

-Las compañías a las que asesoramos en China tienen unas necesidades variopintas, como entender el sistema fiscal del país, sus relaciones laborales, la coordinación con los abogados locales... En el caso de las que quieren invertir en el exterior las necesidades son para el desarrollo de negocios fuera de China o la adquisición de negocios ya establecidos en otros países. Asesoramos tanto en España y Portugal como en países de habla hispana, que es donde nosotros tenemos implantado nuestro negocio. Por ejemplo hemos colaborado en la compra de una central eléctrica en Perú. Allí se ha recurrido a abogados peruanos, pero en China nuestro cliente quería un despacho de habla hispana en el que pudiera confiar para que coordinara directamente la operación. En cuanto a la implantación en China hemos tenido clientes notorios del sector de la distribución, el sector aéreo, el hotelero... entre ellos casos de empresas valencianas.

Pablo Cubel. Foto: EVA MÁÑEZ
-¿Cómo se ve Europa desde allí? ¿Qué peso se nos atribuye en un mercado tan grande como China?

-Europa en China se ve con mucho interés, tiene una gran importancia, y con más motivo todavía en la actual situación de pugna comercial de entre EEUU y China. China está en un proceso de transformación social, económico y político de primer nivel en el que Europa y España juegan un papel tangencial. En la actualidad hay un gran volumen de inversión china que debe venir a Europa, y debe venir a Europa por iniciativas como 'la ruta de la seda', que tiene una iniciativa política con unos contornos difusos pero que parece apuntar a que tiene que haber un fortalecimiento y un impulso político y económico en determinados sectores de infraestructuras y de energía en todos los países afectados por el cinturón de la ruta, que tiene como puerto de llegada los países europeos.

-¿El volumen de inversión china que estamos captando en España tiene mucho margen de mejora?

-Recientemente se ha producido un desplazamiento del foco inversor de China. Anteriormente se focalizó en África, donde han tenido más presencia de la que probablemente somos conscientes, pero recientemente se ha producido un desplazamiento del volumen inversor chino hacia Europa. ¿En qué medida puede afectar esto a España? Yo creo que España tiene un gran margen de crecimiento. España es la cuarta economía de Europa, según se mida, mientras que es el noveno o el décimo o el noveno país receptor de inversión China. Esto quiere decir que España no ha captado todavía el volumen de inversión china que corresponde a su peso económico en el contexto europeo y que tiene margen de crecimiento. Si pensamos que en los próximos años es previsible que haya un incremento del volumen de inversión china en Europa y que en la actualidad nosotros tenemos un cierto déficit las perspectivas en principio son buenas.

-¿Nos beneficiará entonces la guerra arancelaria entre China y EEUU?

-De momento lo que se está produciendo es un cruce de amenazas que, como he mencionado, en caso de llegar a un conflicto efectivo podría incluso beneficiar a Europa y a España en términos generales. Yo de momento no he percibido nada más allá de las consultas lógicas al respecto. Habría que analizar caso por caso, o sector por sector, pero por lo que respecta a nuestros clientes, el hecho de que disminuya el número de productos estadounidenses podría ser positivo, podría provocar oportunidades de negocio. Todo a pesar de que una guerra comercial, evidentemente, lo que tiene fundamentalmente son consecuencias negativas, en términos generales.

Pablo Cubel. Foto: EVA MÁÑEZ
-¿El fortalecimiento del líder chino Xi Jingping es una ventaja para los negocios? El poder económico muchas veces pone en valor la uniformidad en la toma de decisiones por parte de la administración...

-Probablemente las particularidades de su funcionamiento político permiten un movimiento unidireccional. Cuando se toma una decisión todo el aparato administrativo y gubernamental se mueve en una misma dirección y de una forma coordinada, sin discrepancias -al menos que trasciendan al exterior-. Esto, obviamente es muy diferente al sistema democrático español y al estado de las autonomías, que tiene connotaciones muy positivas para muchas cosas y no tanto para otras. En este sentido es cierto que adoptan medidas unidireccionales y firmes que facilitan determinadas actividades económicas, como ha sido el caso, por ejemplo, de la implantación de los vehículos eléctricos en el país. En esto China es un ejemplo fantástico de reducción de la contaminación por combustión de vehículos y de la contaminación acústica del sonido de los motores. Un cambio tan rápido en Europa sería impensable.

-¿Aporta esto, de alguna manera, seguridad jurídica para los empresarios que quieren invertir en el país?

-Bueno, la seguridad jurídica es una cosa distinta. El discurso oficial chino es que defienden el aperturismo económico, tanto para la entrada en China como para la salida. Otra cosa es hasta qué punto es así realmente en la práctica. Si le preguntas a un empresario que quiere montar una fábrica en la provincia de turno hasta qué punto le está resultando fácil, seguramente te contestará que hay todavía un gran margen de mejora. Tienen camino por recorrer todavía para facilitar las inversiones extranjeras en el país. Su nivel de burocracia es muy alto.

-¿Cuán grandes son las diferencias entre los empresarios chinos y los españoles?

-La brecha cultural es bestial, no es una mera diferencia lingüística. Los valores, la forma de pensar... es todo completamente distinto, hay que ser muy paciente en China. Hay gente que se desespera con los chinos, pero yo creo que tienen muchas cosas buenas. Es cuestión de entender las claves, porque si no las conoces vas abocado al desastre. En términos generales el hombre de negocios chino es bastante menos agresivo en los modales, es bastante correcto y educado. El directivo occidental suele ser más arrollador, más directo, más franco y transparente en sus pretensiones y en sus formas. El chino suele ser más neutro, más inocuo, mas pausado y atemperado. En cuanto a las negociaciones, hay que saber leerlos entre líneas, no suelen ser directos. Además eluden la confrontación. Es muy difícil que un chino diga un 'no' abierto en una negociación. Además el que calla no otorga en China. La comunicación es muy compleja, muy distinta a la nuestra. 

Pablo Cubel. Foto: EVA MÁÑEZ-¿Cómo lleva que le hayan cambiado hasta el nombre?

-Hay cierta tradición tanto del chino que va a occidente como de los occidentales que vamos a China de adoptar un nombre extranjero. Hay nombres de lo más exóticos. En nuestro caso no tenemos ninguna obligación, pero lo valoran muy positivamente. El cambio tiene que ver con dos componentes, la pronunciación de tu nombre original y una interpretación determinada que hacen de ti. En mi caso -jugando con Cubel, mi apellido- mis compañeros de oficina decidieron llamarme algo así como 'banco' o 'librería plena de felicidad'. En el día a día me llaman Pablo, pero tener este otro nombre a ellos les hace mucha gracia, les genera simpatía.

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