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medio siglo de viñetas satíricas

Cincuenta años de humor gráfico valenciano a través del lápiz de Juli Sanchis, Harca

20/08/2018 - 

VALÈNCIA. Cualquier aficionado al humor gráfico lo sabe: hay viñetas que actúan como un bofetón de realidad, como un revulsivo contra la apatía y el meninfotisme. No es de extrañar. Utilizados con ingenio y mordacidad, un lápiz y un papel son las únicas herramientas necesarias para revelar a golpe de sátira las injusticias más bochornosas que afectan a una sociedad, para burlarse con éxito de los socavones del poder. Bien lo sabe el dibujante Juli Sanchis (Picassent, 1942), más conocido como Harca, quien cumple 50 años de carrera denunciando tropelías a golpe de chiste visual. Desde que se iniciara en el mundo la ilustración en 1968, este valenciano ha esparcido su estilo ácido, punzante y sin concesiones en cabeceras como Pueblo, Levante, El País, Saó o Nonada, entre otras publicaciones en las que ha ejercido de colaborador. Además, a lo largo de su trayectoria ha sido premiado en certámenes de Turquía, Corea del Sur, Italia, Eslovaquia, Japón o Alemania. En 1997, la Universidad de Alcalá de Henares le nombró Profesor Honorífico del Humor y la de Alicante, en 2003, Notario del Humor. Por otra parte, de 1992 a 2006, Sanchis presidió FECO España (Federation of Cartoonists Organisations), entidad de la que ahora es vicepresidente. Entre sus volúmenes publicados destacan La Etapa Negra (20011) y Vull la lluna (2011).

Su voluntad combativa quedó patente desde el mismo minuto en que decidió adoptar el pseudónimo el valencianísimo grito de guerra ‘Harca!’. “Elegí el término porque quería reivindicar esa necesidad de salir en defensa del País Valencià, de su lengua y su cultura”, apunta el artista. Sin embargo, esa batalla en el ámbito local pronto comenzó a traspasar fronteras: “con los años, al empezar a moverme por el circuito internacional extendí mi lucha contra los abusos del poder en general. Para mí ha sido fundamental poder abordar las injusticias, vengan de donde vengan, a través del dibujo humorístico. También me ha servido como una herramienta terapéutica para canalizar mis enfados y frustraciones en cuestiones como la corrupción o los recortes sociales”.

Su medio siglo de andadura entre viñetas y tiras cómicas le permite tomar perspectiva a la hora de analizar el cambio experimentado por el sector: “El humor gráfico ha vivido una evolución inmensa- señala. Hace unos años, ocupaba un espacio diminuto en la prensa generalista, quedaba siempre apartado, en un rincón; en cambio, estaban muy vivas las revistas satíricas. Ahora la situación es la contraria: las revistas de humor fueron desapareciendo, pero la importancia dada a las viñetas en los periódicos se ha incrementado. Se ha trasladado ese contenido y ahora no hay periódico que no tenga dibujantes de humor. A pesar de todas las dificultades, es un género que ha ido a más”.

  

Sanchis empezó su andadura como Harca en plena dictadura, por lo que, durante años, tuvo que adaptar su estilo mordaz y socarrón a los pacatos márgenes que imponía la censura franquista. Aun así, lograba colar su contestataria visión del mundo a través de las grietas del sistema: “obviamente, en esa época era casi imposible hacer crítica política en los medios, pero sí que es cierto que mediante el dibujo resultaba más sencillo transmitir mensajes e ideas que hubiera sido imposible escribir y publicar en un artículo o columna. De todos modos, siempre había temas sociales en los que podías afilar un poco el lápiz y ser especialmente incisivo”, apunta.

Tanto en su vertiente de viñetista en prensa como en su papel de dibujante a nivel internacional, Harca defiende que el artista debe ser, ante todo, un ser informado sobre la realidad que va a representar: “Tengo un pequeño archivo con artículos de temas que me interesan- explica-. Antes de comenzar un trabajo, el primer paso para mí es la documentación. A partir de ahí empiezo a hacer rayas, voy probando opciones, dándoles forma y alguna acaba cuajando. No sabría definir mi estilo la verdad, creo que intento adaptar mi grafismo al tema sobre el que quiero trabajar”. 

Lo que sí tiene claro este nativo de Picassent es que su obra “siempre ha estado y estará ligada al compromiso social”. “El humor por el humor, el humor blanco, no va conmigo: ni me motiva ni me interesa. Creo que es importante que el dibujante emplee ese vehículo que tiene para lanzar su opinión, sea acertada o desacertada”, expone. De hecho, basta echar un vistazo a sus creaciones para comprender que aquí la acidez y la socarronería ganan por goleada a cualquier perspectiva dulcificada y esteticista. 

 

Parte de la carrera de Harca, como sucede con otros muchos artistas contemporáneos ha estado marcada por la imposibilidad de dedicarse en cuerpo y alma a su trabajo creativo. Las necesidades del día a día, prosaicas y exigentes, se imponían. “Durante mucho tuve que compaginar mi empleo diario con el dibujo de humor, hacía mis viñetas cuanto podía, por las noches, alargando las jornadas… Resultaba bastante complicado, pero, visto desde ahora, pienso que hasta ha sido una suerte, pues, al contar con unos ingresos fijos al margen de mis creaciones, he podido hacer lo que quería artísticamente. He sido más libre. La parte negativa es que no me he hecho rico y famoso, claro, jajajaja”, relata el autor. Y quizás sea esa independencia la que le permiten proclamar desde su medio siglo de trayectoria que él no se pone  ”límites” a la hora de crear: "No hay ningún tema que considere tabú”, añade.

Llegados a este punto, el interrogante es evidente, ¿es posible vivir del humor gráfico en 2018? “Resulta muy difícil. Hay una minoría muy minoritaria que vive de ello y además vive muy bien. Pero, al margen de esos grandes nombres consagrados, muy pocos lo logran. La realidad es que hay mucha gente intentando, en vano, que se conozca su trabajo. En ese sentido, las redes sociales han servido para que muchos creadores, aunque no consigan ganarse el pan con ello, muestren sus obras al público, casi las regalan a los demás”, señala el viñetista.

 

Irreverente y transgresor desde sus inicios, Sanchis se muestra tajante ante las consecuencias que ha tenido en los entornos creativos la aplicación de normativas como la Ley Mordaza: “En estos años hemos visto precedentes peligrosos para el Estado de Derecho, estamos hablando de gente juzgada por un chiste, de titiriteros encarcelados y tuiteros multados…es una barbaridad”, denuncia. A pesar de ello, Harca mantiene la esperanza, pues, en su opinión “el humor siempre sobrevivirá a las leyes mordaza. Por muchas normativas que se inventen, la libertad de expresión acabará prevaleciendo”. De todas formas, el autor también pone sobre la mesa otra censura, la que se da en los medios de comunicación “a mí no me ha sucedido nunca, pero sí conozco compañeros a los que, o bien les han obligado a rehacer un dibujo o bien se han negado a publicarlo. Y ahí el artista a menudo tiene que claudicar porque o tragan o les dicen que ahí tienen la puerta”, relata.

Sátira sin fronteras

Aunque gran parte de su trabajo se ha desarrollado en el ámbito local, Sanchis muy pronto comenzó a participar en muestras y certámenes internacionales, por lo que, tras cinco décadas observando el trabajo de artistas de todo el mundo, se ha convertido en una voz autorizada para hablar sobre los recovecos de la risa más allá de nuestras fronteras. A este respecto, se muestra tajante: “El humor es universal, un dibujo genial es genial en todas partes". 

"Lo que sí que cambia mucho es el sentido del humor en unas zonas y otras- subraya-. Así, el humor mediterráneo y el latinoamericano es más alegre; el de Europa del Este, más oscuro, más negro; el japonés resulta muy críptico para los occidentales…En Irán, por ejemplo, los dibujantes tienen un nivel extraordinario, lo descubrí cuando ejercí comisario en varias muestras en las que había representantes de este país. A partir de ahí hice un poco de seguimiento y averigüé que ganan muchísimos premios. Quizás sea que la represión agudiza el ingenio”. 

   

Desde que hizo sus primeros pinitos en el mundillo, Harca no solamente ha desarrollado su faceta como creador, sino también como gestor cultural dentro del gremio. Así, además de ejercer primero como presidente y ahora como vicepresindete de FECO España, también se ha encargado de organizar cuatro muestras internacionales de humor. Desde esa perspectiva, revindica la necesidad de crear vínculos entre los creadores (“es algo esencial”, apunta), la importancia del asociacionismo, de tejer redes de apoyo y comunicación entre los artistas, un colectivo que, quizás tiende demasiado al individualismo. 

“Dibujar en solitario a veces te crea inseguridades, no sabes si tu trabajo tiene suficiente calidad…El hecho de poder contactar con otras personas, de intercambiar consejos e información es muy positivo. En ese sentido la Universidad Alcalá de Henares ha hecho una labor importantísima organizando Jornadas con dibujantes del estado español y de Latinoamérica. Esa puesta en común enriquece a los creadores y les ayuda a estar más centrados”. Eso sí, siempre sin perder de vista las propias raíces, esa defensa del entorno más cercano que le llevó a armarse de papel y lápiz en un primer momento: “tengo claro que las calles de tu tierra son la prolongación de ti mismo, de tu casa”, sentencia”. Decía Gabriel Celaya que la poesía es un arma cargada de futuro. Para Juli Sanchis, es el dibujo el que dispara futuro en todas las direcciones posibles.



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