El periodista valenciano Carlos Pérez de Ziriza ha escrito 'Indie & Rock Alternativo: Historia, cultura, artistas y álbumes fundamentales', una guía para entender la evolución del indie.
VALÈNCIA. “Mentiría si dijera que alguna vez no me había imaginado haciendo un libro sobre esta temática”. Acostumbrado a escribir sobre el lado más independiente de la música durante las últimas dos décadas, hay pocas voces tan autorizadas hoy como la de Carlos Pérez de Ziriza en lo que se refiere a un género como el indie. Bueno, o género de géneros. “En los 90 se produce la gran fragmentación a partir del indie y del rock alternativo, así que hay tal ensalada de estilos asociados que, llegados a 2017, no podemos hablar del indie como un género unitario”, explica el periodista, que estos días presenta el que ya es su cuarto libro.
'Indie & Rock Alternativo: Historia,cultura, artistas y álbumes fundamentales' (Ma Non Troppo, 2017) es más que una guía sobre la escena independiente. Y mucho más de lo que anuncia la portada del libro con Matt Bellamy, de Muse, en primer plano y escoltado por Oasis, Björk y Arcade Fire. El libro constituye un fantástico y riguroso relato de la evolución del indie desde finales de los 70, cuando Buzzcocks autoeditó 'Spiral Scratche' inauguró una nueva forma de hacer llegar la música al público al margen de las discográficas. “Los Buzzcocks, además, fueron los que organizaron los dos primeros conciertos de los Sex Pistols en Manchester, que son considerados como momentos fundacionales en el indie británico”, recuerda Pérez de Ziriza.
A la literatura de los acontecimientos, que llega hasta nuestros días con la aparición de nuevos estilos al abrigo del indie-revociones inconclusas del nuevo siglo, como las llama el autor-, hay que añadir una selección de 181 artistas protagonistas en mayor y menor medida de la película del indie y el rock alternativo. “Me interesaba combinar grupos muy minoritarios, que son parte central del relato del indie, con grupos de ahora que son muy populares y que la gente, por el motivo que sea, también considera indies”, explica. Con apartado nacional en el que grupos valencianos como Polar o La Habitación Roja comparten espacio con referencias jóvenes como Belako o exponentes indiscutibles como Los Planetas. El libro es, al final, una guía a partir de la cual Pérez de Ziriza pone en valor una etiqueta ultrajada a partir de la extirpación sistemática de significado. “El indie es la nueva Yoko Ono, de repente es el culpable de las frustraciones y carencias de mucha gente”, termina.
La primera pregunta es la de rigor. ¿Por qué este libro?
El libro forma parte de una colección que va por géneros y a mí me propusieron hacer este. Me pareció estupendo porque no me resultaba complicado por temática; de hecho, lo que es el grueso del texto lo hice en tres meses, luego ya vinieron pequeñas modificaciones, pero es de esos libros que salen prácticamente solos. Mentiría si dijera que alguna vez no me había imaginado haciendo un libro sobre esta temática. Es una cosa que te llega dada, y es un caramelo.
Además del análisis evolutivo del indie desde los 70 hoy incluyes, entre otras cosas, descripciones breves sobre 181 grupos. ¿Cómo hiciste la criba?
He tenido claro que intentaba hacer una selección lo menos integrista, lo menos purista posible. Al fin y al cabo, el objetivo es que lo lea el mayor número de gente posible y por eso he intentado combinar varios criterios: uno sería el de ceñirte a lo que sería el indie original, el de los 80, y combinarlo con otro de lo que es el indie hoy en día, que es un concepto muy distinto a lo que era hace 20 o 30 años. La palabra se ha desprovisto del significado que tenía hace décadas y, hoy día, la gente tiene una empanada mental importante respecto al tema. Por eso me interesaba combinar grupos muy minoritarios, que son parte central del relato del indie -grupos como Felt, Orange Juice o los Replacements-, con grupos de ahora que son muy populares y que la gente, por el motivo que sea, también considera indies -como The Killers, Kings Of Leon o grupos que a mí me ponen de mala leche, como Muse-.
Hay grupos que creo que destacas por encima de otros en su papel como grupos indies o undergrounds. New Order, por ejemplo.
La importancia de New Order está en la influencia enorme de su sonido. No ya sólo en el extranjero, sino en nuestro país; escuchas el último disco de Triángulo de Amor Bizarro y hay una canción que es el canon New Order. Oyes el último de Primal Scream y hay canciones que parecen sacadas de los últimos discos de New Order. Es una influencia tan tremenda… Además, está su rol como punta de lanza del sello Factory, que es uno de los sellos indies por excelencia. También fue uno de los primeros grupos indies en fusionar la música de guitarras con los ritmos de la música electrónica a raíz de los viajes a Nueva York, su contacto con Arthur Baker, el single ‘Blue Monday’; que, por cierto, lo menciono en el libro porque es un ejemplo de cómo funcionaba la mentalidad indie en contraposición a la de multinacional, porque hicieron una edición con un troquelado que encarecía los costes de producción e iban perdiendo dinero con cada single editado.
New Order (foto derecha) tienen un protagonismo en el libro que por ejemplo no tienen The Clash.
De la generación punk no he metido a nadie porque es el antecedente. Es innegable que el indie se nutre del ejemplo de autogestión del punk, del DIY, de esa forma de entender la música a través de la cual no tienes que ser un virtuoso para tocar un instrumento si sabes transmitir emociones…
De hecho, te vas más a Buzzcocks.
Claro. The Clash es muy anterior a eso. Los Buzzcocks son contemporáneos de The Clash, pero tienen un papel bastante importante porque son los primeros que se autoeditan un disco en la generación punk. El EP Spiral Scratch, que se editó hace 40 años, en 1977, mostró el camino a seguir por muchos sellos indies que empezaron a editar sus primeros discos entonces; incluso para muchas bandas como Television Personalities, que empezaron a ver que no era necesario tener una discográfica para hacer llegar tu música al público. Los Buzzcocks, además, fueron los que organizaron los dos primeros conciertos de los Sex Pistols en Manchester que son considerados como momentos fundacionales en el indie británico.
Hay otra cosa de lo que no se habla muy a menudo, pero las letras de los Buzzcocks tienen mucho en común con el indie británico de los 80. Más que The Clash o los Pistols. Ellos se centraban en la típica desazón postadolescente, esa especie de autoconmiseración tan propia del indie, que no tenían ni los Clash ni los Pistols. Esa forma de mirar a tu propia existencia y enlazar con melodías de los 60.
Antes has mencionado a Primal Scream. También tienen bastante protagonismo en el libro.
Primal Scream son más importantes en el indie de lo que parece a simple vista. Son más importantes de lo que parece porque han estado en el meollo de las principales transformaciones del sonido indie en los últimos 30 años. Bobby Gillespie es el primer batería de The Jesus & Mary Chain. Gillespie es, además, amigo desde el colegio de Alan McGee, que es el fundador del sello Creation; si te lees la autobiografía de Mcgee te das cuenta de su ascendencia, porque hasta le aconseja hasta qué grupos debe fichar. Aparte de eso, Primal Scream es uno de los grupos que forma parte de la cinta C-86 que edita New Musical Express, y tienen un sonido propio de esa época, deudor de los Byrds y de la Velvet -la primera generación indie británica de los 80 es causante de que el sonido de la Velvet sea hoy en día la referencia más enorme del rock mundial-. Cuando llega el sonido Manchester, el grupo que mejor sintetiza esa mezcla de rock y cultura rave es precisamente Primal Scream, que encima son de Glasgow.
Por si fuera poco, durante los 90 integran en sus filas a Kevin Shields, el factótum de My Bloody Valentine cuando este estaba en un bloqueo creativo absoluto, lo rescatan; también metieron a Mani, el bajista de Stone Roses, cuando Stone Roses era un vestigio del pasado, y le dan relevancia.
Comentas en el libro que en los 90 llega un momento en el que el indie se convierte en el caladero de las multinacionales, que pescan de ahí a sus grupos. Y creo que es algo que se sigue haciendo hoy, y en España puede que incluso más.
A nivel internacional eso se empieza a ver en el 91 con el éxito de Nirvana; Geffen es la primera multinacional que apuesta decididamente por meter grupos independientes en su oferta. A raíz de eso surgen los fichajes en masa de bandas grunge; alternativas, pero sobre todo grunge. En España esto lleva desde el 96, que es cuando empiezan a llegar los primeros acuerdos de RCA con discos de El Niño Gusano, Australian Blonde… Porque Los Planetas ya estaban en RCA. Eran acuerdos de distribución, y eso no termina de cuajar hasta que llegan los 2000 y se empieza a generalizar. Cuando Dover, en el 97, lo petan con ‘Devil Came To Me’ aún están en Subterfuge.
Todo se difumina. Es como esa cita que incluyes de Tony Wilson: “no digas simplemente que las indies son buenas y las majors son malas, hay capullos en las primeras y gente estupenda en las segundas”.
Claro. Hoy en día creo que esa máxima es más aplicable que hace 25 o 30 años, porque la diferencia entre ambas no tiene la relevancia que tenía antes. Con las descargas, el streaming, la importancia de las agencias de management y booking… con todo eso, hoy en día que estés en una multinacional o en una independiente pasa a segundo plano. Hace 20 años te condicionaba para todo: hoy los grupos han diversificado en quién confían para cada servicio, ya no es tan importante. Veo normal que León Benavente o Maga editen sus discos en multinacionales, dado el nivel en el que están ya.
Ese trasvase condena a las independientes a desaparecer sino asumen las formas de una multinacional, ¿no?
También hay ejemplos de sellos más ortodoxamente indies, como BCore, en los que sus grupos se mantienen ahí y funcionan bastante bien porque están muy metidos en el circuito de medios de comunicación más alternativo. Sí que se puede subsistir siendo un sello indie. Es más fácil hacerlo si tienes un bagaje de los últimos 20 años que empezando ahora; empezar ahora un sello indie de cero debe de ser una tarea casi titánica. BCore me parece un ejemplo de sello independiente español que hace las cosas muy bien y sabe buscarse las castañas. Luego hay otros sellos indies como Subterfuge o Mushroom Pillow que a lo mejor sí que emplean prácticas más cercanas a lo que podría ser una multinacional tradicional.
Dices en el libro que es un error pensar en el indie como en un género. Sin embargo, ya tampoco es una forma de hacer las cosas, como lo fue en su momento. Entonces, ¿qué es?
Hoy día se puede entender como un género. No empezó siendo un género como tal. Es el único de los géneros musicales que no responde a un sonido ni a un instrumento o una estética determinados. El indie es originalmente una concepción infraestructural o de industria más que de un sonido determinado. ¿Significa eso que los casi 40 años que lleva el indie generando discos no se le pueda aplicar el calificativo o de estilo común a varios grupos? Tampoco es eso. Sí que ha habido épocas en las que ha estado muy cerca de eso. Sobre todo en la generación en la segunda mitad de los 80, donde todos tenían ciertas constantes comunes.
En los 90 se produce la gran fragmentación a partir del indie y del rock alternativo, así que hay tal ensalada de estilos asociados que, llegados a 2017, no podemos hablar del indie como un género unitario. Y menos cuando hay grupos, sobre todo en España, que todo el mundo considera como lo más indie de lo indie, cuyo sonido no tiene nada que ver con lo que ha sido el sonido indie en los últimos 30 años. Más que decir que no es un género, yo quizá diría que es un género compuesto de múltiples estilos, un género de géneros. No se le puede asignar, de ninguna manera, un carácter unitario al indie. A mí me da mucha vergüenza ajena cuando leo comentarios de gente que le da ese carácter para atizar al indie; me parece de una ignorancia tremenda.
Entonces estamos en que, si no es un género, y tampoco es una forma de hacer las cosas -porque ya no es una forma de hacer las cosas, como podemos entender que fue en origen-, ¿cómo sabemos que una canción es indie?
Hombre, si yo escuchara una canción que no conozco de nada y me preguntaran si es indie o no es indie, mi forma de responder sería en función de si lo puedo relacionar con todo aquello que ha significado el indie en los 80 y en los 90. Por ejemplo, Me And The Bees yo diría que son indies; me da igual dónde graban sus discos porque me recuerdan a saco al rock norteamericano de los 90. Como ya lo hemos vaciado tanto de contenido y lo hemos convertido en una especie de estética, de claves muy difusas, no es tan fácil. Si yo escuchara ahora a Love Of Lesbian por primera vez tocando una canción de su último disco y me preguntaran si es indie, pues no sabría qué contestar.
A lo mejor lo eran hace 20 años, pero ya no lo son, ¿no?
Tampoco es que lo fueran demasiado porque su mayor referencia eran The Cure, que no es que sean el epítome de lo indie; es un grupo de vocación mayoritaria y que es más postpunk que indie. Yo no creo que ningún grupo de los que hoy en día la gente califica de indie esté orgulloso de la etiqueta; no creo que Love Of Lesbian, Vetusta Morla o Lori Meyers vayan por ahí diciendo que son lo más de lo más por ser indies. Todo el mundo reniega, en cierto modo, de esa etiqueta.
Pero gracias a eso tocan en todos los festivales y suenan todos los días en Radio 3.
Les viene bien. Pero bueno, luego también está ese concepto del indie como cajón de sastre: todo lo que no responde a algo muy fácilmente catalogable lo metemos en el cajón del indie porque es lo más cómodo. Es absurdo, pero bueno, es humano también.
Porque buscar la definición del indie a partir del mainstream, definiendo lo que no es, ¿es una opción?
Hoy ya no tiene sentido. Hasta el 91 creo que tenía sentido definir el indie en oposición al mainstream. Incluso hasta el año 96. Cuando el indie empieza, lo hace al margen de lo mainstream, pero esa brecha se va estrechando conforme pasan los años y acaba llegando a la confusión total. Hoy en día hay muchas cosas que no sabrías definir si son indie o mainstream. Eso ocurre por el fenómeno de absorción de multinacionales de muchos grupos indies que empieza con el grunge, luego se acrecienta con el brit pop, da una vuelta de tuerca con el tema de las descargas y se desborda con el streaming.
Sobre esa confusión mencionas en el libro un concepto maravilloso que es el de las mindies (mainstream + indies).
Es británico, sí. Empieza en los 90 en el Reino Unido. Por ejemplo, Los Auteurs editaban sus discos en Hut, y Hut era un subsello de Virgin, pero mucha gente no lo sabía. Son sellos que actúan como subsidiarias de multinacionales; que hacen que tengan un poco más de manga ancha, pero no dejan de ser una multinacional.
Pues lo de mindie define bastante bien el panorama español de hoy en día…
Sí, la verdad es que sería un buen término para la escena que tenemos aquí. Hay un término que es muy de los 80 y se ha recuperado para la causa, que es el de underground. Claro, cuando la definición tradicional de indie ya no te sirve para hablar de los grupos de ahora, al final recurres a otra cosa. Los grupos que tienen un sonido más aventurado, más alternativo, más original, menos pulido y convencional, hoy día en España se les mete en el saco del underground. La etiqueta indie ya no les vale.
Pero tú hablas en el libro de que el underground es la veta norteamericana del indie en los 80. Estamos utilizando términos en 2017 que hace 30 años tenían sentido.
Sí, es como una regresión porque el panorama editor para los grupos no es mejor que hace 30 años. Le veo sentido a recuperarlo en España. ¿Qué perspectivas de futuro tiene un sello indie en España que salga de la nada y sin participar de modismos de las multinacionales? Lo tiene muy chungo. Para los grupos hoy es como una regresión, como estar en aquel estado prácticamente embrionario.
Me ha sorprendido un poco la defensa abierta de Vetusta Morla en el libro.
No hago una defensa abierta de Vetusta Morla. Si parece que lo hago es por comparación con lo que son sus clones. Para empezar, cualquier grupo que genera clones ya merece un respeto porque ha creado escuela, te guste o no; los Strokes te gustarán o no, pero han creado escuela, y Vetusta Morla igual. Además tienen tres discos y creo que tienen una clara evolución entre ellos. A mí no me emocionan en absoluto, pero, claro, en comparación con Carlos Sadness, con Supersubmarina y con Izal, pues desde luego los pongo en valor.
Incluyes también a dos grupos valencianos: Polar y La Habitación Roja. Del primero destacas que lo dejaron cuando parecía que iban a conseguir algo más, lo cual me parece el paradigma indie ya.
Más que a punto de conseguir algo, lo que digo es que lo dejaron cuando aún estaban en progresión. Ellos habían empezado a hacer canciones más cortas, más rockeras, habían empezado a robustecer más su sonido y se habían empezado a desmarcar del slowcore, que es lo que les había marcado en un principio -que lo hacían muy bien también-. Cuando estaban llegando a un discurso que podría haber llegado a más gente es cuando lo dejaron, pero yo tengo mis dudas, no creo que hubieran podido llegar a más gente. Llevaban mucho tiempo intentándolo. Me parecen un grupo importante porque el slowcore, en España, nadie lo ha hecho tan bien como ellos; sin dejar de tener un sonido más o menos propio y reconocible. Ese rock que va calando poco a poco lo hacían muy bien, mejor que nadie, y se ganaron un pequeño mercado en este país dentro de la independencia; fueron muy respetados.
Yo me he acordado de La Muñeca de Sal.
Sí, totalmente. Los podía haber incluido también. Lo que pasa es que son más heterodoxos. La Muñeca de Sal empezaron pareciéndose mucho a lo que hacía Corcobado, luego se empaparon del postrock, también metían bases electrónicas, luego se aliaron con Antony Reynolds dando un bandazo un poco extraño que no terminó de fructificar… Creo que es más complicado resumir la carrera de La Muñeca de Sal como hago con Polar. Pero podían haber estado perfectamente: me parecen uno de los mejores grupos en su estilo que ha habido en España y el concierto que dieron en el FIB en 2002 me pareció su punto álgido como banda. Tuvieron menos repercusión que Polar.
También hablas de La Habitación Roja. Quizá un ejemplo de la actualización del indie.
Sí. Me parecía un grupo significativo porque han atravesado prácticamente todas las fases del indie de este país, y lo han hecho incrementado el público que tenían con nuevas generaciones. La primera vez que los vi, en el Circuit Rock del 95, era un grupo que todavía tenían canciones en inglés y se parecían muchísimo a Teenage Fanclub. Yo creo que era su principal referencia. Luego fueron creciendo como grupo y empezaron a desmarcarse de todo eso. Llevan ya tres discos en los que siempre meten una o dos canciones con un ritmo muy bailable, muy para que suene en la radio y en festivales, que es algo que hacen por sistema todas las bandas del nuevo indie español; sin que eso implique que el resto del disco no obedezca a los parámetros que han seguido hasta ahora. Se han adaptado muy bien y han mejorado con los años, y han acabado sonando a ellos.
Los Planetas también están en el apartado nacional, claro. Acaban de sacar disco en medio de muchas cosas.
El último disco lo he escuchado dos veces solamente. Para mí está en la línea de los dos anteriores, aunque creo que tiene algunas canciones que sí enlazan con lo que eran Los Planetas hace 20 años, o hace 15. Les ha dado un punto un poco más pop que quizá los seguidores de largo recorrido agradecerán; no me parece peor disco que los dos anteriores. No veo motivos para este revuelo alrededor de si es una mierda o es una obra maestra; no me parece ni una cosa ni otra, sinceramente.
Lo que sí me parece es un insulto a la inteligencia que haya gente de una determinada edad y con un cierto bagaje cultural que se dedique a descalificar en bloque al indie de los últimos 30 años. Me parece de una indigencia intelectual absoluta. ¿Qué hacemos? ¿Nos cargamos todos los estilos que han surgido de los 80 hasta ahora? No tiene ningún sentido. A muchos de ellos les recomendaría, no ya que se lean mi libro, sino que se metan en Wikipedia. Fíjate si es fácil. No entras a rebatirles porque es algo tan obvio y tan pueril que te da vergüenza tener que hacerlo. En este país, como todos tenemos que posicionarnos a favor o en contra de las cosas, no sé por qué, todo es blanco o negro, no hay matices… y ahora el indie es la nueva Yoko Ono. De repente, el indie es el culpable de las frustraciones y de las carencias de mucha gente. Simplemente con informarse de lo que ha sido el indie en los últimos 30 años tendrían bastante para pensar dos veces antes de teclear; pero, claro, es mucho más fácil teclear primero tu bilis y tu resentimiento ante el mundo que ponerte a pensar un poquito.
¿Qué tres grupos representarían para ti el concepto de indie (internacional, nacional y valenciano)?
Internacional los Smiths. Tengo una recopilación que sacó el sello Cherry Red, se llamaba ‘Scared To Get Happy’, y en el libreto hay un periodista, creo, que dice que los Smiths eran los Beatles del indie de los 80. Estoy completamente de acuerdo: por sonido, por estética, militar en Rough Trade… incluso por sus contradicciones es el grupo indie por excelencia; Morrissey estaba obsesionado con el puesto de sus canciones en las listas de éxitos. Para mí son el arquetipo de banda indie, sin duda.
Nacional te diría que Los Planetas. Le pese a quien le pese. El hecho de que sólo editaran el primer EP en una indie, con Elefant, es un ejemplo de lo que es el indie en este país. Ellos se saltaron ese proceso de las indies a las multis se lo saltaron muy rápidamente porque no había un tejido indie demasiado asentado. Para mí lo son por sonido, por letras… incluso todo lo que han hecho en los últimos años de asumir la herencia de los sonidos del sur también lo ha hecho mucha gente en paralelo a ellos. La trayectoria de Los Planetas ilustra muy bien la del indie en este país.
En Valencia es más complicado. Te diría La Habitación Roja por repercusión y porque también seguir su trayectoria y ver los sellos en los que han estado y los festivales en los que han tocado… También ilustra el relato en España.
Pero no el del indie en Valencia.
No, no. El problema en Valencia es que, como no ha habido nunca un sonido identificador de lo que es la música hecha aquí, es muy complicado. Si estuviéramos en Gijón, en San Sebastián o en Granada sería mucho más fácil, pero Valencia siempre ha sido cada uno de su padre y de su madre. Posiblemente ha habido igual de buen nivel que en las otras ciudades, pero no ha habido una escuela. Incluso en Barcelona, que no es una ciudad con un sonido propio, están los grupos de BCore como herederos de la tradición hardocore americana y los grupos del llamado tonti pop, tipo Los Fresones Rebeldes. En Valencia no ha habido eso o, si lo ha habido, ha sido muy minoritario. En los últimos 25 años te pones a buscar un grupo de Valencia que haya resumido el sonido del indie en Valencia es muy complicado.
Rescataría un grupo que conectó mucho con lo que era el indie a nivel anglosajón, lo hizo prácticamente en solitario y muy bien: Las Máquinas. Ellos estaban muy en sintonía con lo que se hacía en Manchester en los 90. En España eso no lo hacía mucha gente. A largo plazo era insostenible. Eran muy representativos de lo que era el indie a nivel internacional en un cierto momento. Después de eso es muy difícil encontrar un grupo representativo del indie porque no ha habido nunca demasiados grupos que respondan a lo mismo.