EL CAMPELLO. El Ayuntamiento de El Campello está acostumbrado a la fragmentación política: su historia democrática está plagada de multipartidismo, facciones, escisiones, mociones de censura, traiciones...y el 2015 fue una muestra más. La Alcaldía recayó en el valencianista Benjamí Soler, con solo tres concejales, entre otras cosas porque el PSOE no quiso entrar en el equipo de gobierno y la marca local de Podemos se decantó por el cabeza de lista de Compromís. Toda la izquierda y un partido de centro se unieron para elegir a Soler, pero sólo 8 conformaron el equipo de gobierno. El PP y Ciudadanos, que sumaron mayoría simple, se quedaron en la oposición, junto con el PSOE, que prefirió verlas venir.
Y de esta manera, comenzó el mandato, un mandato que con el tiempo ha estado plagado de idas y venidas, partidos expulsados del equipo de gobierno, concejales que han dimitido y otros ya ficharon por los partidos con los que se presentan ahora. La corporación que se despide está formada por 7 partidos, y ahora se presentan 11 listas. A las conocidas, se suman otras como CCD, Renovació Democrática, Vox y Contigo. Y entre medias, la del PSOE que tuvo que cambiar de candidato: Pere Lluís Gomis renunció a liderar la lista, pese a ser elegido por primarias, después de que Ferraz le trastocara la candidatura, y el partido optó finalmente por situar a Vicent Vaello como candidato.
El equipo de gobierno de El Campello comenzó con ocho concejales. Al poco perdió a los dos de EU, que fueron apartados, y se quedó con seis de un total de 21: los tres de Compromís, los dos de Podemos y el del Centro Moderado-Los Verdes. Y al poco de un año después de su andadura, en noviembre de 2016, entraron en el equipo de gobierno los socialistas, que asumieron concejalías como Deportes, Hacienda o Cultura, entre otras.
Pero más allá de los vaivenes en el Gobierno local, el mandato ha estado marcado por tres cuestiones: la anulación del PGOU, por una sentencia del Supremo; la no aprobación de presupuestos generales durante toda la legislatura, y la no apertura de la piscina cubierta, pese a estar acabada la obra.
El alcalde Benjamí Soler cree que, pese a las dificultades sobrevenidas, el equipo de gobierno ha intentado elaborar un documento con un plan estructural y el catálogo de bienes inmuebles. En el próximo mandato debería aprobarse el nuevo planeamiento urbanístico, pues ahora rige un documento de los años 80. Lo de los presupuestos no tiene otra lectura la falta de apoyos lo ha impedido. Algunos le achacan a Soler falta de valentía para presentar o consesuar un documento presupuestario. Y en el caso de la piscina cubierta, el gran proyecto de los últimos años, obra que finalizó en 2014, sigue cerrada: el litigio entre las empresas prestatarias del servicio de explotación ha impedido su apertura. La causa sobre quién explotar el servicio se dirime entre dos mercantiles en el Tribunal de Contratación.
El candidato del PP y ex alcalde, Juan José Berenguer, lo achaca a la falta de liderazgo del alcalde. "Han trabajado con lo que el PP dejó aprobado en el pasado mandato. No ha habido ni voluntad ni director del proyecto", lamentado el candidato popular, que fue el primer edil entre 2011 y 2015.
La consecuencia de no aprobar los presupuestos es que el ayuntamiento no sólo ha reducido la deuda a casi cero -a 2017, debía 409.000 euros-, sino que las arcas municipales contienen 25 millones de euros. La deuda se redujo en los ejercicios 2014 y 2015, después de los ingresos que proporcionó, en gran parte, un Impuesto de Bienes Inmuebles que ha ido bajando progresivamente hasta 2017.
Y con este contexto, El Campello afronta las elecciones con tres incógnitas: si Compromís rentabilizará la Alcaldía; si el PSOE notará los efectos de su división o por el contrario, el viento de cola a favor de la marca, y si el PP será capaz de mantenerse y sumar con otras fuerzas, bien del centro derecha, bien independientes. En las autonómicas y en las generales del pasado 28A, Ciudadanos quedó en segunda posición detrás del PSPV-PSOE.
Además, en El Campello se dan una doble condición: en el centro urbano, tiene más impacto el perfil del candidato, mientras que en las zonas residenciales, tanto al sur como al norte del término municipal, pesa más la marca al tratarse de residentes sin tanta vinculación emocional con la vida municipal. Es decir, se vota más en clave nacional. Y ese será el dilema de los casi 20.000 electores llamados a las urnas, en un municipio donde el modelo está definido y que posee una de las rentas per cápita más altas de la provincia. Sólo hay que dotarlo de buenos servicios.