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el sur del sur / OPINIÓN

Zona franca desvirtuada

Que el proyecto es interesante, no lo duda nadie; que si es zona franca, mejor que una ZAL, por su excepcionalidad; que si es consenso, perfecto, pero también que esto no sea otro tiro al aire

12/03/2017 - 

El jueves iba a ser un buen día para el proyecto de la zona franca de Alicante, proyecto impulsado por la Diputación Provincial del PP, que inicialmente cuenta con el respaldo de los ayuntamientos de Alicante y Elche. Pero dejó mucha evidencias preocupantes para el proyecto original. Y no políticas.

Y no sólo por los errores cometidos en la convocatoria de los representantes del Gobierno valenciano, tal y como contamos el pasado viernes. También por no tener el detalle de retirar las sillas y los carteles de aquellos que habían excusado su ausencia. Y, sobre todo, por no avisar a los presentes de que se trataba de un acto abierto al público. Algunos acudieron pensando que aquello iba ser una mesa técnica para discutir y hablar a puerta cerrada, y se encontraron con el Facebook Live enchufado.

Pero más allá de eso, la gran decepción viene marcada por el giro que ha dado el proyecto. Ya no se trata de una zona franca portuaria, sino que el plan incorpora la zona de actuación logística, algo que ha desilusionado, sin ir más lejos, al alcalde de Alicante, Gabriel Echávarri, como expresó el pasado viernes.

Y posiblemente a los impulsores del proyecto, Ineca, cuyo presidente, Perfecto Palacio, curiosamente no intervino en el acto celebrado en el Marq. Bien es verdad que el estudio de PricewaterhouseCoopers es ambicioso, pero quizás ha generado el efecto contrario: querer recoger muchas opciones y no concretar nada.

Y es que el plan original era generar un eje entre Alicante y Elche en línea recta, que partiera del Puerto y acabara en la ampliación de Elche Parque Empresarial y creara un suelo industrial con valor añadido; es decir, con beneficios fiscales, como cualquier otra zona franca, y que ese fuera el polo de atracción respecto a otras zonas logísticas o industriales del entorno más inmediato. Esto es lo que planteó el estudio de Ineca, pero que desvirtúa el de PricewaterhouseCoopers

Y es que el trabajo no sólo acota, sino que amplía las opciones y los modelos, lo que, al parecer, no gusta, por retrotraer el proyecto de la ZAL en La Serreta, junto al Pla de la Vallonga. Después están las formas con las que conoció el Ayuntamiento de Elche los detalles del proyecto, pero eso ya merece otro debate.

Pero al margen de gustos y disgustos, ausencias y presencias, el proyecto sigue careciendo de padres políticos donde debe aprobarse: La Moncloa. Lo que arrancó Ineca allá por noviembre de 2015 tenía al ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo como principal aval. Pero hoy, casi año y medio después, García-Margallo es un proscrito en el PP de Mariano Rajoy por haberle cantado las cuarenta en la crisis de Cataluña. La interinidad del Gobierno ya es no excusa para saber si lo que la Diputación de Alicante e Ineca pretendieron en su momento tiene visos de aprobarse. Quizás sería más provechoso saber qué piensan de todo ello en la Moncloa, antes que disparar contra todo aquel que no sigue, a pies juntillas, el credo que predica César Sánchez (o Carlos Castillo). ¿Qué el Gobierno valenciano debe implicarse más? Pues sí, es posible. Me consta que Rafael Climent lo ha hecho con Ineca. Pero esto merece la participación del president Ximo Puig, de los alcaldes de Alicante y Elche y, cómo no, de César Sánchez, sin banderas políticas y para que se plantee el proyecto a Madrid y conocer si esto tiene posibilidades de cristalizar, o va a ser una carrera con codazos hasta mayo de 2019. 

Que el proyecto es interesante, no lo duda nadie; que si es zona franca, mejor que una ZAL, por su excepcionalidad; que si es consenso, perfecto, pero también que esto no sea otro tiro al aire para acabar durmiendo en los archivos como los múltiples planes estratégicos que tiene la provincia de Alicante. Y es que los procedentes más inmediatos no son nada buenos. Y de ello da fe la reacción de César Sánchez al decreto de coordinación turística o la falta de flexibilidad de Ximo Puig para cerrar acuerdos con una institución que no gobierna. No nos queda más remedio que encomendarnos a Mónica Oltra y a la visita que hará el próximo día 27 a Alicante... o al inversor, si es que lo hay.

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