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TODO DA LO MISMO

Village People: todo por la pasta

26/01/2025 - 

VALÈNCIA. Hace un par de meses, Victor Willis, líder de Village People, amenazó con demandar a cualquier medio que difundiera la idea de que “YMCA”, el gran éxito de Village People, hablaba abiertamente de relaciones homosexuales. Lo siguiente que hemos sabido de él y de su grupo es que actuaron para Trump un día antes de su investidura. Para la ocasión interpretaron, además del gran hit cuya letra no habla de sexo entre hombres, “Macho Man”, que hizo que el troglodita de Trump sacudiera su cuerpo celebrando su teoría de que solamente un hombre como él puede devolverle la gloria a su país. La historia puede ser así de loca, sobre todo cuando quien dirige el discurso es el capitalismo más voraz. Nos ha dado a ganar mucho dinero, dijo el cantante acerca del flamante presidente, que ha usado sus canciones como telón sonoro de sus mítines. 

Él está con Trump, un peligro para cualquier miembro de la comunidad LGTBIQ+ que no sea millonario, la misma comunidad que en 1978 recibió con los brazos abiertos la música de Village People. “YMCA”, “In The Navy” y “Go West” tenían letras que, aparente y respectivamente, hablaban de sexo gay en una conocida cadena de albergues, sexo gay en la marina y de San Francisco, que entonces, en la época inmediatamente anterior al sida, era capital mundial del sexo gay.  Esos títulos y algún otro más se convirtieron rápidamente se convirtieron en éxitos globales coreados por todo tipo de públicos. Estábamos convencidos de que Village People fueron el primer grupo con alusiones abiertamente homosexuales que triunfaba fuera de un nicho comercial. Pues ahora nos dicen, por medio de amenazas, que esas supuestas alusiones eran más producto de la ironía o la ambigüedad fruto del deseo de ganar mercado a toda costa, que del deseo de visibilizar un estilo de vida acorde a una orientación sexual.

Willis representaba la minoría heterosexual en un quinteto que se sacó de la manga el productor de música disco Jacques Morali, que sí era gay y además supo convertir la música de baile en un paraíso gay que a la vez podía seducir al público normativo. Bandas como Village People no se crearon por iniciativa de sus componentes sino por el deseo de un cerebro que controla los hilos, es decir, el concepto artístico, las canciones, los contratos, el dinero. Morali ya había descubierto a Willis cantando en un musical cuando entró en una famosa discoteca gay de Nueva York, La Mouche, y vio a los parroquianos escenificando sus fantasías sexuales por medio de sus atuendos. Entre los asistentes había un tipo vestido de jefe indio. Se llamaba Felipe Rose y fue el segundo fichaje para el proyecto que había empezado a maquinar. Para la audición se publicó un anuncio en la prensa requiriendo la presencia de hombres que representaran el prototipo de la virilidad. El bigote era obligatorio. 

Contrataron a un bailarín que dejó a su compañía por unirse al proyecto (Alex Biley), y lo convirtieron en marine. El actor de televisión Randy Jones pasó a ser el vaquero. Glenn Hughes, que trabajaba de cobrador en un peaje, encarnó al motorista con indumentaria de cuero. A David Hodo lo disfrazaron de albañil de la construcción y a Willis, de policía. Uniformados así, como cinco estereotipos de la representación tradicional de una masculinidad que hoy es casi una caricatura, les habrían hecho la ola en Le Mouche y en cualquier garito gay del universo. Cada uno de aquellos cinco miembros –esto no va con segundas- de Village People representaba tanto un símbolo sexual como un modelo de masculinidad con el que identificarse. Willis nos dice ahora que se trataba más de lo segundo que de lo primero. Quién nos iba a decir que en Village People, mariconadas, las justas.

Así pues, si entrevistabas a Village People en 1979 ya te dejaban claro que ellos no eran un grupo gay. “Somos una banda de música disco”, le dijo el vaquero al periodista del  New Musical Express Danny Baker. “”Macho Man” y “I Am What I Am” [Soy lo que soy] hablan de cómo anteponer tu verdadera personalidad”. Por aquel entonces, el feminismo ya cuestionaba y denunciaba con contundencia los estereotipos del machismo. El tío machote de toda la vida era un concepto de dudoso prestigio y Village People, lo mismo que El Fary, querían restaurar la confianza perdida del varón. El mensaje era, más o menos, que se podía ir de machote sin ser un machirulo. O algo así. Y esto nos lo cantaban los chicos de Village People vestidos de aquella manera. El motorista, por ejemplo, iba vestido de cuero de los pies a la cabeza, con varios de los complementos y fetiches por antonomasia del mundo gay. Y el albañil llevaba la camiseta rota y rastros de grasa por el torso, como si en lugar de estar levantando un muro viniera de una orgía en el almacén. 

Los cinco bailaban en el vídeo de “YMCA” y al fondo se veía la marquesina del Ramrod, uno de los clubs homosexuales más desinhibidos de la historia. El éxito mundial de Village People coincidió con el estreno de una película que también dejó huella. A la caza, dirigida por William Friedkin y protagonizada por Al Pacino, mostraba por primera vez y de manera bastante explícita para una película de Hollywood, el cuarto oscuro del mundo gay. Los códigos de cortejo, el ejercicio de la promiscuidad, los ritos secretos. Sin embargo, y a pesar de las conexiones, Village People eran vistos como un grupo de entretenimiento cuyos fans eran sobre todo niños entre 12 y 15 años. El tema reivindicativo fue algo que, por lo visto, solamente fue contemplado por la comunidad LGTBIQ+

A Village People los han bailado en público Carlos III cuando era príncipe de Inglaterra, Nelson Mandela y quien fuera secretario de estado de Estados Unidos, Colin Powell, que en 2004 cerró así una cumbre con políticos asiáticos. Los éxitos del grupo llevan décadas siendo coreados en estadios, bodas, convenciones, casinos, cruceros y bodas. Salvo durante los dos años en los que el grupo se rompió, Village People nunca han dejado de actuar. Willis dejó el grupo en 1980 con la intención de convertirse en solista de éxito. Fracasó y acabó adicto a las drogas y metiéndose en líos con la ley. La banda dejó de generar éxitos a partir de 1981, cuando intentaron que su estilo evolucionara. Pero sus títulos clásicos y su imagen les permitieron sobrevivir en los escenarios. Morali murió de sida en 1991. 

Willis regresó al grupo en 2017, tras llegar a un acuerdo con Henri Belolo, socio de Morali y también productor de muchas canciones de la era dorada de las discotecas. Uno de los títulos más populares del grupo fue “You Can’t Stop The Music”, no puedes parar la música. Un título muy certero porque cuando una canción se hace mundialmente famosa, no puede detenerla. Eso significa también que, por más que lances amenazas, no puedes evitar que el público interprete las canciones como se le antoje. Y si te vistes como si fueras a bailar a un club gay y tus letras dicen cosas que podrían interpretarse como guiños al mundo gay, entonces lo que tienes que hacer es aguantarte. Y si tienes un mínimo de dignidad, no ofenderte porque se te identifique con un colectivo sin el cual tu negocio jamás habría existido. Pero es obvio que esto es mucho pedir para alguien que está orgulloso de que Trump baile sus canciones.

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