ALICANTE. Vicente Garrido (València, 1958) atiende a La Entrevista de Alicante Plaza a solo unos días de que dé comienzo el nuevo festival 'Alicante True Crime' (del 18 al 20 de octubre en Espacio Séneca) en el que participará como uno de sus principales invitados. Catedrático de Criminología de la Universidad de València, participa activamente en medios de comunicación en programas como Cuarto Milenio y ha publicado ensayos como El Psicópata integrado. En esta charla, habla, precisamente, sobre los mecanismos que pueden ayudar a detectar un cuadro de psicopatía.
-¿Cuándo descubriste que lo tuyo era estudiar la mente de los inadaptados de la sociedad?
-Cuando comencé los estudios de Psicología ya lo hice con la mirada puesta en estudiar el crimen y la violencia, por mis lecturas me había aficionado al género negro. Luego las películas de Hitchcock, Fritz Lang y otros añadieron fascinación hacia el lado oscuro de la persona. Tenía una idea en el subconsciente que se ha ido concretando estos años: para conocer el lado luminoso de la gente hemos de comprender también todo aquello que puede convertirla en un peligro para los demás.
-¿El hombre es bueno por naturaleza o es un lobo para el hombre?
-Ambas cosas. El ser humano se desarrolló como especie enfrentado a una tensión que no cesa: por una parte, queremos obtener un beneficio, ganar y destacar por encima de los otros, y esto supone un impulso egoísta, centrado en uno mismo y sus allegados. Pero al mismo tiempo la historia de la cultura no se hubiera podido construir sin el comportamiento cooperativo y altruista. Lo que nos hace plenamente humanos es compartir un universo simbólico con el grupo, aprender a confiar en extraños, llegar a conocerlos y desarrollar vías para el comercio y la prosperidad común. En las Artes, este modo de entender el mundo y comportarse se conoce como el humanismo, y al individuo que actúa con esta visión comunitaria se le llama humanista. En resumen, algunas personas, por diferentes razones, han crecido como seres hostiles hacia los otros, y solo procuran su propio bienestar. El grupo más extremo de este modo de ser lo constituyen los psicópatas. Pero la gran mayoría, debido a la educación, aprende a conformarse con las reglas y a tener a raya los impulsos egocéntricos. En este proceso las leyes, las normas y la opinión de los otros son herramientas poderosas para no dañar al prójimo.
-Hablando precisamente de los psicópatas, se dice que hay mucha gente que lo es pero que nadie lo sabe, que están entre nosotros sin que nos demos cuenta, ¿Cómo podemos descubrirlos?
-Este fue uno de los objetivos de escribir el libro de El psicópata integrado: explicar que todos tenemos un sistema de vigilancia frente al psicópata, pero que pocos lo conocemos o sabemos que existe. En lo fundamental, lo primero es saber qué rasgos componen la psicopatía, donde destaca la manipulación, la falta de empatía profunda y la capacidad de sentir la culpa, y la explotación del otro. Luego es importante la intuición: con frecuencia sentimos inquietud, aprehensión o ansiedad cuando lo tratamos, pero negamos esa información. Finalmente es importante atender a signos de su comportamiento, que en general se resume en que nuestra vida va a peor en todos los aspectos, se estrecha nuestro mundo y vamos perdiendo nuestros ideales y la energía en el día a día. También es importante atender a su conversación, en general será hueca y con escasa profundidad emocional, ya que el psicópata desconoce las emociones morales profundas como el amor, la amistad, la responsabilidad o el sentido de la justicia y el sacrificio.
"El psicópata desconoce las emociones morales profundas como el amor, la amistad, la responsabilidad o el sentido de la justicia y el sacrificio"
-¿Qué caso de los qué has tratado te pone más la piel de gallina?
El asesinato múltiple de Pioz, a cargo de Patrick Nogueira. Matar a sus tíos y primos de cinco y un año de edad fue algo de una crueldad inenarrable. Nogueira representó a la perfección al psicópata integrado que, de modo imprevisible y abrupto, se destapa con un acto de una violencia brutal. No había un móvil razonable, nada en absoluto que pudiera justificar un ataque tan despiadado, solo el despecho.
-No se deja de repetir que nunca ha habido una sociedad tan pacífica como la de ahora, sin embargo, no podemos evitar sentir que vivimos en un mundo hostil, ¿No crees?
-El psicólogo evolucionista Steven Pinker escribió en 2012 que nuestra sociedad era la más pacífica de la historia. No todos estuvieron de acuerdo con esta afirmación, pero es evidente que el mundo digital ha globalizado las noticias, y las de muertes, desgracias y conflictos son siempre muy atendidas por los medios. Esto conduce a que hoy en día uno pueda saber muchas noticias horribles que suceden en cualquier país del mundo, casi en tiempo real. El ser humano no está preparado para vivir con esta información. Durante el 99% de nuestra historia evolutiva hemos vivido en pequeños grupos, y hoy esa invasión informativa nos supera. Añade a esto que cualquier persona puede poner una noticia o información al alcance de miles en sus redes sociales; luego a los medios como portadores de noticias horribles se han sumado millones de reporteros voluntarios. El resultado es esta imagen pesimista y hostil que tenemos del ser humano.
-¿Crees que en España a día de hoy contamos con unos mecanismos legales que velan por la seguridad de la ciudadanía?
-España es uno de los países donde se cometen menos homicidios de Occidente, en términos de pérdida de la vida por homicidio es muy seguro. Otra cosa son los suicidios (12 al día) y los robos, así como la corrupción, pero en general España no tiene un grave problema de delincuencia.
-¿La realidad supera a la ficción de lo que ocurre en la mente y en los hechos de los asesinos?
-La realidad y la ficción se alimentan mutuamente. A veces la realidad es más increíble que la ficción, pero otras veces el arte narrativo se adelanta en imaginar actos violentos o situaciones perturbadoras para el ser humano. Por ejemplo, la novela de Orwell 1984 se adelantó a la realidad de lo que es hoy Corea del Norte, pero ningún novelista pudo prever los genocidios de Hitler o Stalin, porque la magnitud de sus crímenes fue asombrosa, muy difícil de imaginar o prever.