El viaje a lo largo de más de 31.000 millas náuticas de la Ocean Race arranca el 15 de enero desde Alicante para recorrer todo el planeta en uno de los desafíos más duros del mundo
ALICANTE. Arranca el acontecimiento por excelencia para los amantes del mar y las regatas. The Ocean Race vuelve a desplegar las velas desde Alicante, como puerto de salida de la competición por quinta edición consecutiva. Los once equipos que participarán en la decimocuarta edición de esta Vuelta al Mundo a Vela iniciarán el 15 de enero desde el dique de Levante una aventura tan dura y arriesgada como emocionante a bordo de los IMOCA con foils y los monotipos VO65: las dos clases de barcos que competirán este año en dos categorías diferentes.
Desde 1973, The Ocean Race, el desafío náutico que pone al límite a los regatistas a nivel deportivo y humano, ha venido levantando pasiones no solo entre los propios navegantes, sino también en el público, que acude masivamente a cada evento tanto en su puerto de salida como en las paradas de su recorrido a través de cuatro de los cinco continentes. En esta edición serán nueve las ciudades que visitarán los equipos durante los seis meses en los que transcurrirá la competición: ocho etapas que tendrán como puntos neurálgicos Alicante, Cabo Verde (África Occidental), Ciudad del Cabo (Sudáfrica), Itajaí (Brasil), Newport (Estados Unidos), Aarhys (Dinamarca), La Haya (Países Bajos) y Génova (Italia) como puerto de llegada.
Durante cinco décadas, nada había alterado el funcionamiento regular de esta competición global, solo comparable a los Juegos Olímpicos, el Mundial de Fútbol o la Copa América, pero las modificaciones organizativas tras el cambio de propietarios de la competición, y la pandemia del coronavirus, han acabado retrasando casi tres años la nueva singladura de la regata, haciendo más esperada que nunca esa ya mítica salida desde Alicante. En el dique de Levante del Puerto de Alicante se dará el pistoletazo de salida de la prueba, no sin antes haber celebrado por todo lo alto este evento desde la capital de la Costa Blanca.
Según los datos que maneja la Generalitat Valenciana, responsable del evento 'Alicante Puerto de Salida', en la pasada edición de la regata se alcanzaron unos registros de 62 millones de ingresos directos por el impacto de su actividad en la economía local. En cualquier caso, el hecho de que, en el contexto económico actual, sea complejo el objetivo de tratar de superar esas cifras, no implica que resulte inalcanzable. Es más, la edición de 2023 será la decimocuarta de una competición que arrancó hace medio siglo, pero que ahora llega cargada de muchas novedades que multiplican sus alicientes.
Entre esas novedades fundamentales implementadas por el Consell, la primera tiene que ver con los responsables de su organización. Por consiguiente, con su propio nombre: Volvo Ocean Race quedó denominada como The Ocean Race después de que, en la primavera de 2018, la compañía automovilística se desvinculase de la titularidad de la regata (aunque sigue siendo uno de sus patrocinadores principales). Desde entonces, la prueba quedó en manos de Atlant Ocean Racing, una sociedad comandada por Richard Brisius, Johan Salén y Jan Litborn en el momento en el que se formalizó el traspaso de propiedad.
La segunda novedad está relacionada con el calendario de su celebración. De acuerdo con su cadencia habitual —una regata cada tres años—, la competición debía haber arrancado de nuevo en otoño de 2020. Sin embargo, con el cambio al timón de la prueba, los nuevos dueños acordaron un primer aplazamiento hasta 2021 con el propósito de introducir nuevos ajustes organizativos. Después, la irrupción de la pandemia de la covid-19 provocó que su inicio se retrasase un año más. Y, a la postre, tras un proceso de negociación con patrocinadores y ciudades participantes, acabó postergándose hasta el próximo enero, en lo que supone también un cambio en la estación escogida para su inicio.
Así, esta vez, los barcos zarparán desde Alicante en dirección a Cabo Verde —la primera de las paradas previstas, en Sudáfrica— en pleno invierno, en lugar de hacerlo durante el principio del otoño, como venía sucediendo hasta ahora. Y está previsto que termine en Génova el próximo mes de junio. Para entonces, los equipos competidores habrán cubierto un recorrido de más de 31.000 millas náuticas alrededor de todo el planeta después de recalar en los puertos de las citadas ciudades.
Además, el cuarto elemento novedoso es puramente deportivo: la de 2023 será la primera ocasión en la que la competición queda abierta a dos clases distintas de embarcaciones, que son los IMOCA 60 —conocidos como los Fórmula 1 del mar por su velocidad y la alta tecnología aplicada en su construcción— y los monotipos VO65, que tomarán parte de la etapa inicial, entre Alicante y Cabo Verde, y volverán a sumarse a la regata en las etapas celebradas en puertos europeos.
La quinta y última novedad —al margen de las incorporaciones registradas en la configuración de su ruta definitiva— se circunscribe a la naturaleza del Ocean Live Park: espacio divulgativo y lúdico, antes identificado como Race Village, que actúa como complemento del evento en el recinto del Puerto de Alicante. En esta ocasión, el recinto quedará abierto al público el 7 de enero, ocho días antes de que los barcos suelten amarras para emprender su viaje, lo que permitirá prolongar la campaña turística y de consumo asociada a las fiestas de Navidad en la ciudad de Alicante.
De nuevo, ese espacio quedará organizado en la explanada del dique de Levante, donde abarcará una superficie de más de cincuenta y cinco mil metros cuadrados —mayor de la prevista en ediciones anteriores—, ante la necesidad de hacer hueco a los conciertos multitudinarios incorporados a su programación. Se trata de uno de los platos fuertes del evento, en el que se incluyen las actuaciones de algunos de los principales grupos de la escena musical independiente, como Viva Suecia y Second, que ha desbordado las previsiones iniciales desde que quedó abierto el proceso de comercialización de las entradas.
Descontadas las actuaciones musicales, en la programación del Ocean Live Park destaca también el espectáculo de vuelo de drones provistos de iluminación, a cargo de Umiles Group, que tendrá lugar a las 20:00 horas del 12 de enero con la participación de 200 drones y una coreografía aérea diseñada de forma específica para la ocasión. Y, además, se podrán presenciar espectáculos temáticos, a cargo de la compañía La Fragua de Vulcano, como marchas piratas y marineros, circo mágico, bailes, batucadas y dos grandes ceremonias de apertura y clausura los días 7 y 15 de enero, respectivamente, a cargo de la compañía Carros de Foc. Además, el domingo 15 de enero, se realizará una exhibición aérea por parte de la Patrulla Águila del Ejército del Aire.
Con todo, el Ocean Live Park no solo se alimentará de música. En esta edición, la Generalitat Valenciana, a través de la Conselleria de Innovación y de la Sociedad de Proyectos para la Transformación Digital (SPTD) —entidad que asume la organización del evento—, apuesta por el componente tecnológico e innovador como uno de los atractivos centrales de la cita.
Así, se ha previsto la disposición de instalaciones en las que se podrá conocer cómo es el desarrollo de la navegación con experiencias inmersivas, apoyadas en la realidad virtual, demostraciones de aplicaciones y una zona reservada para el desarrollo de charlas y conferencias enfocadas en la digitalización, la innovación, el desarrollo tecnológico y la industria del videojuego. De hecho, sin olvidar la promoción y difusión de actividades por la protección del medio marino, el evento incluirá el desarrollo de 60 torneos de e-sports, ponencias y eventos profesionales relacionados con ese sector en otro guiño más a la apuesta por la digitalización como estrategia de diversificación del modelo económico de la Comunitat.
En cualquier caso, salvo cambio de criterio improbable, la etapa de salida seguirá vinculada a la ciudad de Alicante en su próxima edición, prevista para 2027, sea cual sea el rédito obtenido de la regata que está a punto de zarpar. Cuando menos, así lo establece el contrato suscrito hasta ahora por la Generalitat, con la previsión de que el vínculo de la regata con Alicante pueda prolongarse en ediciones venideras para seguir exprimiendo su capacidad de proyección internacional. Como mínimo, el Consell ya ha anticipado su pretensión de negociar la extensión de ese vínculo en otras dos posibles ediciones del evento de la etapa de salida.
La aventura de la vela regresa al Puerto de Alicante. Por quinta vez consecutiva, el dique de Levante volverá a acoger este mes de enero la etapa de salida de la Ocean Race, considerada la competición náutica más exigente del mundo, que sigue anclada a la ciudad como uno de los eventos salvados por el Consell del Botànic entre los vestigios de la era de los grandes fastos —en realidad, el único junto al Gran Premio de Motociclismo de Cheste—, por su valor como herramienta de promoción turística internacional y como elemento dinamizador de la economía local. En esta ocasión, además, alargando e impulsando el impacto económico por el consumo y la actividad en la temporada de Navidad, ya que su inicio se traslada por primera vez a principios de año.
De hecho, una vez más, el evento parte con el reto de superar las cifras de sus ediciones precedentes que permitan multiplicar su efecto retorno. El listón que hay que rebasar no es fácil: la ‘altura’ que se toma como punto de partida son las 345.602 visitas registradas en la edición de 2017, con una media diaria de 28.800, según el informe de impacto elaborado por la consultora PwC.
Ese balance supuso un incremento del 10,3% respecto a la edición precedente, celebrada en 2014. Y del 17,6% en relación con la de 2011. Además, en ese estudio se concretó que uno de cada tres visitantes desplazados hasta Alicante para seguir la competición procedía de fuera de los límites territoriales de la Comunitat, lo que supuso el lógico espaldarazo en los índices de ocupación hotelera, así como en el consumo en la hostelería y el comercio local.
En concreto, un 18,3% de los asistentes al evento fueron extranjeros. De ellos, en un 69% de los casos, se trataba de espectadores originarios de Reino Unido (29,2), Países Bajos (24,5), Suecia (9,2) y Alemania (6,1). Y otro 13,9% llegaron a la ciudad desde otros puntos de la geografía española. De ahí que, según el informe, el evento generase un rédito directo de sesenta y dos millones en España, cerca de la mitad de ellos propiciados directamente por los espectadores que pisaron el Race Village.
El estudio llega a cuantificar ese gasto por sectores para precisar que fue de 21,9 millones en alojamiento y restauración; de 11,2 en el comercio al por menor; de 2,1 en servicios deportivos y recreativos y de 1,7 en transporte terrestre, entre los ámbitos analizados con mayor repercusión local. De ahí que se esté promoviendo la firma de acuerdos que permitan que las empresas alicantinas vinculadas a esos sectores tengan presencia de marca en el mismo dique de Levante en el que se volverá a situar el epicentro del evento.
Además, al margen del impacto incalculable en términos de imagen de marca que volvió a suponer la difusión del nombre de Alicante durante los seis meses en los que se prolongó la competición, la edición de 2017 supuso una contribución de noventa y seis millones al PIB nacional —un 7,6% más que la precedente— y de sesenta y nueve millones en el PIB autonómico —un 3,3% más—. Por citar dos últimos datos macroeconómicos incorporados en el estudio, también conllevó la creación de mil setecientos empleos de duración anual —mil doscientos setenta de ellos en la Comunitat—, con lo que la recaudación fiscal generada por la cita deportiva se elevó hasta los cuarenta y un millones.