ALICANTE. Se acabó Van Gogh. Al menos por un tiempo y al menos en Alicante. La exposición inmersiva Van Gogh: grandes éxitos, instalada en el recinto de Fira Alacant, se despidió de la ciudad el domingo 15 de septiembre. Se ha hospedado poco más de tres meses, desde el jueves 6 de junio, después de haber pasado por Sevilla. Los colores y el juego de luces y sombras dramatizan las salas en las que se han recreado cuadros, comparación de ventas de los mismos y la trayectoria vital -inseparable de la artística- del pintor neerlandés, esta última a través del vídeo inmersivo o, siendo más precisa, la tecnología Digital Art 360. Espacios precedidos por una antesala con dos paredes que guían en texto la biografía de van Gogh y otras dos que dejan ver recreaciones de sus pinturas.
Se trata de una muestra para divulgar a la masa popular su vida y su obra, con alguna que otra curiosidad. Por lo que, si tienes conocimientos avanzados sobre el pintor de Los girasoles, no esperes que te sorprenda con grandes datos. Sí, quizás, con el montaje, que incluso te sumerge en La noche estrellada, dentro de esa tristeza plasmada en los tonos azules del cielo y de esa felicidad amarilla representada por los astros luminosos. Porque no, esta dupla de colores vinculados a esos sentimientos no son casualidad en el artista. Un célebre cuadro que pintó en 1889, representando la vista desde su habitación en el hospital psiquiátrico Saint-Paul-de-Mausole, en Saint-Rémy-de-Provence (Francia), donde internó de manera voluntaria tras cortarse la oreja.
Aunque esta es su obra mainstream -junto con Los girasoles y, diría, Autorretrato-, van Gogh fue mucho más que el pintor de La noche estrellada. Murió a los 37 años dejando un legado de más de 2.100 creaciones, de las cuales solo vendió una en vida y por una cantidad modesta en comparación con las ventas después de fallecer: El viñedo rojo cerca de Arlés, por 400 francos. Fue post mortem cuando le llegó la fama y sus obras se encarecieron. De hecho, El retrato del doctor Gachet se vendió por la cifra récord de 82,5 millones de dólares en 1990. Lo adquirió en una subasta un empresario japonés y este retrato se encuentra entre los 20 cuadros más caros de la historia.
Mudanzas entre países, obsesiones de un joven van Gogh con la Biblia (camino que acabó descartando), pretensión de casarse con una prostituta que era madre soltera y estaba embarazada por segunda vez, encontronazos con la autoridad, peleas con familiares y amigos y problemas mentales que le hicieron internar en un hospital psiquiátrico articulan una vida que va más allá de lo artístico. Todo eso también fue van Gogh y todo eso es lo que también se plasma en la exposición inmersiva. La influencia del pintor neerlandés ha sido tal que, en la actualidad, ha inspirado películas e incluso ha bautizado a un grupo musical.