Me es imposible disociar la Navidad de los cómics de Futurama y los polvorones de La Estepeña (que son de Sevilla) en Las Añadas de España —aquella maravillosa mantequería abierta en 1989 y con más de 2.000 metros cuadrados. Las Añadas fue un pionero y quizá la primera tienda “gourmet” de España: chapó por culpa del ladrillo y aquella València gris. Creo que ahora hay un Mango. Hay que joderse.
La Navidad también es sinónimo de aquellas ilustraciones de Norman Rockwell (el pavo, la barba blanca de Papa Noel y una familia perfectamente rojiza de Tennessee que la España de nuestros padres hizo tan suya; qué cosas). Debe ser que es verdad lo que afirma un buen amigo —“el hombre que no sabe celebrar, no ha aprendido a ser hombre todavía”; y todos queremos ser ese hombre. Sinónimo de comedias románticas pero también de una de las mejores películas de la historia del cine Español, Plácido de Luis García Berlanga; de navajas y langostinos con Albariño en la barra de Civera y también ahora de platos de cuchara en Napicol, casa de comidas de hechuras clásicas que se acaba de trasladar al barrio de Roca en Meliana y que abrieron los chicos de Gula no mucho antes de que Jesús Ger (Marinda d´Or) extendiese el cheque sobre el que era su prometedor local en la zona universitaría de Blasco Ibáñez. Creo que quiere comprar treinta restaurantes en València. Malos tiempos para la lírica.