ALICANTE. Benja Martínez trabajará este viernes por primera vez a las órdenes de Lluís Planagumà que podrá empezar a disfrutar de su regalo de San Valentín en la intimidad, ya que el equipo tiene la intención de ejercitarse a puerta cerrada.
Después de apuntalar su ataque con Jesús Alfaro y Jona Mejía los blanquiazules ahora fichan gol descaradamente, por mucho que Benja no haya visto puerta en los 22 partidos oficiales que ha disputado con el Elche en lo que llevamos de curso: sus cifras de la 2016/17 en la Cultural quitan el hipo, pero incluso las de la campaña pasada con los franjiverdes son de esas que hace tiempo que no se ven por el José Rico Pérez.
A diferencia de años anteriores, desde el Hércules no solo pueden defender que se ha reforzado el equipo como se necesita en el mercado de invierno, también presumir de que han demostrado cintura y reflejos para retomar una negociación abandonada, la del fichaje de Benja, y culminarla con éxito cubriendo así la baja de Emaná.
Javier Portillo quiso a Benja en el verano de 2017, cuando Jorge Cordero y el Elche se llevaron el gato al agua firmando un precontrato con el futbolista ante la posibilidad de que no siguiera en la Cultural, como finalmente ocurrió. No obstante el ascenso de los franjiverdes (los que tuvimos la oportunidad de asistir a sus dos goles en el 'play-off', el de la Nueva Condomina y el del Mini Estadi, coincidimos en que Nino evitó en Gijón el descalabro, pero sin esos dos tantos de Benja el Elche lo hubiese tenido infinitamente más difícil para ascender), el Hércules volvió a la carga el pasado verano e intentó hacerse con los servicios del delantero y es que al interés de Portillo se unía el del nuevo técnico, un Lluís Planagumà a cuya idea de fútbol un delantero como Benja se adapta como un guante de látex.
El desembolso económico que suponen los finalmente tres fichajes de invierno para el club blanquiazul, es decir, para el bolsillo de Enrique Ortiz y Juan Carlos Ramírez, asciende a casi un cuarto de millón de euros solo por lo que resta de curso y sin computar extras e incentivos.
Casi nada o casi todo y es que por fin a Portillo le han cambiado las ruedas del carro del que luego se le exige que tire: ya no son cuadradas, ahora son redondas.