Parafraseando el título de un artículo de opinión muy reciente, en estos días tan grises para la política, de una famosa periodista cercana a mí partido, el Partido Popular, y con la cual no coincido: “No me reconozco en este partido”. A raíz de algunos debates entre compañeros -si se pueden llamar debates a los intentos de imposición de algunas estructuras internas del partido-. Yo, tampoco me reconozco. Sinceramente, no de ahora si no desde hace algún tiempo. ¿Desde cuándo nos atacamos entre compañeros a muerte por defender en lo que pensamos? ¿Realmente somos el partido de las personas? ¿En qué momento se ha perdido la capacidad de diálogo de los "grandes" políticos de mi partido, y por qué? Quiero dejar muy claro que cuando expreso mi opinión lo hago como un simple afiliado. No pertenezco a ninguna estructura de partido, ni mucho menos institucional, ni tengo capacidad alguna de ejercer “presión” a nadie dentro del partido. Afortunadamente mi sueldo depende exclusivamente de mi trabajo, el cual gracias a dios no depende de un dedo “teledirigido” cada 4 años -no nos engañemos-. No le debo nada absolutamente a nadie; expreso mi opinión en total libertad, sin ningún miedo, ni complejo -otros no pueden decir lo mismo-; como un mero afiliado de base más.
Para mí la política es una pasión, una vocación de servicio público, que ejerzo en mi tiempo libre a cambio de nada, entre mí trabajo y los estudios de mí oposición; y que por desgracia, por ser como soy, me ha traído siempre muchos quebraderos de cabeza. Expresé mi opinión abiertamente al comienzo de este proceso histórico para mi organización, y que tanto ha costado conseguir, entre algunos de mis compañeros de partido y de los que hasta hace poco eran también mis compañeros de Nuevas Generaciones. A los cuales por desgracia, y por no perder la costumbre, se les tiene más bien poco en cuenta a nivel de partido en nuestra ciudad entre esos que ellos llaman con profundo respeto “los mayores”. No tengo nada que esconder y continuaré expresando mi opinión por mucho que les pese a algunos. Gracias a esto, estos últimos días muchos afiliados como yo, que no dependen de ninguna estructura del partido me han apoyado, lo cual agradezco. Muchos de ellos en silencio ante las presiones de esa otra “vieja guardia” más antigua incluso que el propio Partido Popular. Gracias a esto muchas personas, simpatizantes del PP, ex compañeros que ya no militan por discrepancias con nuestra forma de hacer política y vecinos de mi ciudad me han trasladado su apoyo. Esto es lo que me hace seguir defendiendo en lo que creo, es lo que me hace ser coherente con lo que pienso; y, pase lo que pase, actuaré en consecuencia con lo que siento y con lo que pienso. Puesto que cualquier persona que quiera dedicarse a la vida política el único crédito personal que puede refrendarle es su coherencia. No puedo sentirme representado como afiliado ante un pacto excluyente de parte para revalidar las viejas políticas que nos han llevado al fracaso absoluto y para tapar las vergüenzas de algunos.
No puedo sentirme parte de una supuesta decisión colectiva en segunda vuelta de un grupo de compromisarios -que representamos a NUESTROS compañeros afiliados- que no esté en sintonía con la decisión mayoritaria de las bases. Porque creo que de eso trata la democracia representativa, que si no me equivoco son las reglas de juego de las que tanto hablamos a nivel interno y que en el anterior Congreso decidimos darnos y respetar. No podemos cambiar el sentido mayoritario del voto de las bases que ya han expresado libremente, dejando claro que mayoritariamente quieren a Soraya y a Pablo Casado, no a Cospedal y a Pablo Casado, por ejemplo. Eso no es respetar las reglas de juego. Si buscamos la unidad de nuestro partido entorno a un proyecto fuerte, debemos integrar a todos, no excluir –a todos, es a todos, sin excepciones o cortapisas-. No tenemos ideas que confrontar, tenemos ideas compartidas que debemos poner en común y para eso es imprescindible el diálogo y la negociación, pese a que algunos se han instalado en el sanchismo socialista del “no es no” -se conoce como dicen en mí pueblo, que “todo se pega menos la hermosura”-.
En cualquier diálogo y puesta en común de ideas el sustrato básico y fundamental que debe fundamentar un proyecto sólido es el respeto. Respeto a la discrepancia ideológica, el respeto entre compañeros y el respeto a la voz de quienes sustentan nuestro partido, que no es otra que la de sus bases. De lo contrario este partido morirá irremediablemente sustentado tan solo por sus más que endebles “familias políticas” que ya no arrastran a nadie, y en las que ya pocas personas creen. Por supuesto que creo que tras el día 21 de julio todos debemos estar unidos al frente de quien sea nuestro próximo presidente, sea quien sea. Pero para mí no todo vale, la política del todo vale hace tiempo que caducó. Y yo me pregunto, ¿por qué no empezamos ya a “remar” en una sola dirección?
Asisto atónito y estupefacto a un espectáculo lamentable, en el que algunos compañeros –sin entender los motivos reales- recurren a las mayores bajezas para desprestigiar la opinión de otros que piensan diferente o a quien no sea “su candidato”. Parece que se han olvidado que el candidato a las próximas elecciones es el Partido Popular en su totalidad, como proyecto político en su conjunto. Se dedican a atacar al resto de candidatos acusándoles incluso de lo que ellos consideran “errores políticos de Rajoy”, como no modificar la Ley Electoral cuando tenía mayoría absoluta (entiendo que desconozcan lo difícil de esta cuestión) y, en algunos casos, en su particular “caza de brujas” buscando culpables por sus lamentables resultados electorales a nivel local. Llegando a renegar incluso - y prescindiendo en muchos casos de coherencia política- de su propio pasado y de las políticas que hasta hace poco refrendaban y apoyaban, pública y privadamente.
Me gustaría recordarles que al igual que en aquellos años de mayorías absolutas -de puro “aznarismo”- cosechamos grandes victorias también cosechamos grandísimas derrotas, las cuales podemos escudarlas en las políticas de Rajoy, en la Ley Electoral, en la corrupción, etc… y que, por asociación de ideas exclusivamente de parte interesada, ahora algunos pretenden llamar “políticas de Soraya”. Argumento que como afiliado y como ciudadano no compro, y cosa que me parece lamentable y de poca “elegancia” política. La realidad cuando hablas con la gente “normal” que no tiene una especial vinculación con nuestro partido es bien distinta a la que algunos, con un corto alcance de miras, plantean. Incluso la que plantean algunos periodistas líderes de opinión afines a una determinada forma de hacer política, la cual no comparto. La del navajazo en la yugular a todo el que piensa diferente, el desprestigio social de la opinión distinta del que se sale del “redil” de un supuesto líder que no es más que un Rey de Taifas o de “familia política” si se quiere llamar así. Que es en lo que estamos convirtiendo nuestro partido si continuamos por este camino. Y en algún caso concreto en más de una asamblea local, por desgracia, en lo que ya se ha convertido, puesto que sólo hay que ver los resultados de participación en este proceso en relación con la afiliación.
No puedo sentirme representado en la política del estás conmigo o contra mí. La de la trinchera ideológica -si queremos llamarlo así-. No servía hace 40 años y no sirve ahora. La política del todo vale, la de echarle la culpa de nuestros propios fracasos a otro compañero sin asumir nuestra propia responsabilidad, por nuestros silencios más que por nuestras palabras y acciones. Al igual que toda persona es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras, no hay que olvidar que también podemos ser esclavos de nuestros silencios y victimas de nuestro propio orgullo. Caer en esa lucha fratricida del caiga quien caiga y del todo vale por ambición propia es el final de cualquier “equipo” que deba trabajar unido, y el final de cualquier proyecto político con intención de regenerar la vida política de nuestro país.
No puedo sentirme reflejado, ni representado, en las políticas de la culpa al adversario ideológico y el miedo al cambio, del famoso “España se rompe”. La crispación y el miedo ni te van hacer ganar apoyos, ni votos. Porque la gente está cansada de escuchar siempre las mismas “películas” y escusas de mal pagador. Como me decía un buen amigo “amores son obras, y no buenas razones”. Nuestros vecinos y ciudadanos necesitan -como rezaba un eslogan electoral hace años- “hechos, no palabras”. Palabras vacías, o vaciadas, por la falta de hechos y de coherencia política. La realidad ha demostrado que lo que nos hizo perder esas mayorías precisamente fue la política del todo vale, la del abuso de las mayorías, la falta de dialogo entre fuerzas políticas, el pasar “el rodillo” a la oposición y la desconexión con la vida de nuestros vecinos. Para algunos políticos, el “pisar alfombra” con mayorías absolutísimas supuso, lamentablemente, el distanciamiento con la realidad y con la sociedad. No nos llevemos a engaño, eso es a lo que nos ha conducido a la situación actual que hoy vive nuestro partido y que ha desembocado en la moción de censura y la dimisión de M.Rajoy, el fracaso de un equipo al completo del que todos -en mayor o en menor medida- formamos parte en algún momento.
Recordemos que todos los que estamos participando de este proceso histórico para nuestro Partido Popular, e histórico para nuestra sociedad por la importancia y lo trascendental de lo que le suceda a una fuerza política con capacidad para gobernar nuestro país y realizar políticas que cambien la sociedad -incluidos nuestros compañeros Pablo Casado como Vicesecretario de Comunicación y María Dolores de Cospedal como Secretaria General, en su día- hemos apoyado y refrendado esas políticas hasta hace bien poco tanto en las instituciones como en el pasado 18 Congreso Nacional del PP. Donde hubieron ponencias políticas y se tuvo la oportunidad de generar nuevos liderazgos proceso en el que por desgracia muchos afiliados de base no tuvimos ni la oportunidad de participar y no fuimos escuchados. Estas políticas de las que ahora algunos reniegan para desvincularse de un pasado que les pesa, no son políticas de UNA persona, de un líder absoluto – en la política de hoy en día no existen los liderazgos absolutos, todos necesitamos de todos para llegar a grandes acuerdos-. Son decisiones colectivas de un partido, de un grupo parlamentario y de un consejo de ministros, entre otros, las cuales nunca han sido rebatidas por ninguno de nosotros, ni de manera pública, ni privada. Es necesario un ejercicio de reflexión y coherencia política.
Estimados amigos, desde el profundo respeto que siento por el resto de compañeros y candidatos, yo tengo muy claro cuáles son mis principios y porqué defiendo a Soraya, se perfectamente lo que muchos alcaldes y portavoces han luchado por su partido y por sus vecinos. No solo ellos, sino Todos hemos luchado unidos, porque aquí Todos nos hemos partido la cara, sin excepciones, campaña tras campaña y día tras día. Especialmente los que en algún momento hemos tenido alguna responsabilidad. No se trata de apelar a la unidad para amordazar la libertad. Se trata de apelar a la unidad para establecer un diálogo honesto y sincero entre la gran diversidad de personas que componen nuestra formación que nos renueve y fortalezca, que otorgue el protagonismo a nuestras bases y no a los “aparatos de partido” tradicionales. Un diálogo que genere un nuevo liderazgo basado en las personas -no en un único líder indiscutible-, y un proyecto político fuerte y duradero. De nada nos sirve caer en la política del reproche y la exclusión, de nada sirve anteponer la ambición personal a la del colectivo. De nada nos sirve agazaparnos en nuestra trinchera ideológica para esquivar las balas y sobrevivir cuatro años más de un sueldo público. Ha llegado el momento de mojarse, de dialogar y unir. Y para eso es imprescindible tener altura de miras y sentido de Estado, pero lo más importante, respeto
Creo que debemos plantearnos seriamente para qué estamos aquí y para qué algunos de nosotros hemos sido votados democráticamente por nuestros compañeros como compromisarios, ¿qué es lo que estamos defendiendo exactamente? ¿Seguro que lo que queremos es la unidad del partido? ¿O cada uno está pensando en su estrategia para mantenerse a flote en estos tiempos políticos tan turbulentos? Ha llegado el momento de demostrarlo. Por el momento yo, como afilado de base, continuo sin reconocer a este partido y todo lo que simboliza para mí.
Francisco J. Sempere Buyolo es ex presidente de Nuevas Generaciones de la ciudad de Alicante.
Casado reivindica su legado estos casi cuatro años y expresa su lealtad en esta nueva etapa a Feijóo, al que desea "mucho acierto"