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el sur del sur / OPINIÓN

También tenemos cosas buenas

12/04/2020 - 

Aunque los datos de contagios, fallecidos y altas hospitalarias nos dan un moderado optimismo de que lo peor ha pasado, ahora el debate de la crisis del coronavirus está puesto en dos focos: en saber elegir el momento para desescalar las medidas del confinamiento y evitar posibles recaídas y, sobre todo, el pensar en el día de mañana de la recuperación. Está claro que el futuro más inmediato es que se hagan efectivas algunas de las medidas anunciadas, con muchos titubeos, por el Gobierno: que las prestaciones lleguen en tiempo y forma; que el aplazamiento fiscal sea una realidad y que la liquidez llegue a las empresas, sobre todo, a autónomos y pymes, y a las familias. Si falla una de esas tres patas, la recuperación interna será más lenta y generará más desgaste, del que por si ya tiene, al Gobierno de coalición. Y después estará la recuperación exterior, de la que la Comunitat, y especialmente, la provincia de Alicante, también depende.

Pero esta crisis que todavía vivimos con intensidad, y cuyas consecuencias finales desconocemos, comienza a dejarnos algunas conclusiones que pueden poner en valor la economía local y regional, y que también deben ser una oportunidad para mejorar más si cabe. Y después hay otras razones vinculadas a intangibles que van a reforzar a España y a sus autonomías como valor fiable.

La primera: el sector primario ha demostrado estar preparado y tener riñón para atender la demanda interna y la externa, más allá de las dificultades que ha supuesto cruzar la frontera: más costes y más medidas de seguridad en los mercados exportadores. Ahora bien, sin olvidar que hace apenas dos meses el campo estaba levantado en armas por los precios que se pagaban en origen, esta crisis debería servir para establecer un nuevo orden que dejara atrás viejas injusticias o abusos en el mercado. La gran asignatura ha sido para el sector primario dependiente del sector hostelero, que sí ha pagado las consecuencias de estar los establecimientos hoteleros. La ocasión también debe servir para estas empresas, con redes comerciales más tradicionales, se digitalicen y creen canales de venta alternativos para generar un ingresos estables. 

La segunda: la industria dependiente del sector servicios privados y considerada como actividad no esencial es la que peor lo ha pasado y, posiblemente, la que peo lo pase en el futuro porque después de esta crisis habrá productos que, por, un tiempo, pasarán a no ser de primera necesidad. También es verdad que algunos, como el textil, el metal o el papel, han sabido readaptarse en cuestión de semanas. El gran ejemplo son los municipios de la Foia de Castalla, que han pasado de trabajar como industria auxiliar de la automoción a fabricar protectores de pantalla. Otras industrias de papel y del textil han reorientado su producción hacia las mascarillas sanitarias e higiénicas. Es verdad que todos no lo han podido hacer, como el calzado, pero sí sus trabajadores con el ejemplo que han dado las aparadoras y costureras con la fabricación de material sanitario. También todos aquellos que han fabricado respiradores de la noche a la mañana. 

Cuando todo este pase, y los comercios puedan abrir sus puertas con cierta normalidad, necesitarán un fuerte impulso del consumo, tanto interior como exterior. No hay que olvidar que la crisis es global,  pero mientras tanto habrá que sobrevivir con el mercado doméstico. Y aquellos que ya funcionaban con importante estructura de ecommerce siempre tendrán una ventaja. Por ejemplo, los centros comerciales ni las grandes superficies temáticas ya no serán lo mismo, pues la preocupación del consumidor ya no será (es) el qué; sino el cómo y el cuándo lo tengo en casa. Sólo el ocio puede mantener espíritu de estas superficies tal y como las conocemos.

A otros no les quedará más remedio que acelerar los procesos para no quedarse definitivamente fuera. Esa es la tarea pendiente del pequeño comercio, que con esto creo que habrá aprendido la lección: además de servicio, proximidad y atención, ahora hay que recibir los pedidos vía telemática y aplicar el delivery express de las grandes compañías. 

El sector turístico y del ocio están pasando por una situación inédita. Las industria quizás sea más disruptiva porque ha sobrevivido a varias crisis. Pero el turismo, cuando recupere tanto el mercado (y la movilidad) nacional como el internacional, también debe ver cosas positivas de esta crisis. Posiblemente, España sea un destino todavía más seguro. No solo en cuestiones de seguridad ciudadana, que ya lo era; sino en seguridad sanitaria y servicio de calidad. 

En el caso de la Comunitat Valenciana, pocos destinos pueden ofrecer a un turista un red de hospitales públicos y privados como lo que ahora han podido hacer frente a la pandemia: esto nos refuerza como destino frente a los competidores por precio. Y nos lleva a la misma conclusión que la agricultura: quizás sea el momento de hacer una apuesta por la calidad, en vez del precio, para que la industria sea más robusta, esté más a salvo de circunstancias geopolíticas, que en el caso del turismo suelen tener mucha incidencia en los datos de ocupación. Si hasta 2018 vivimos con el viento de cola que nos dejaron las primaveras árabes, posiblemente esa inercia nos empuje frente a destinos pujantes en precio, pero que no puede ofrecer la carta de servicios que tiene casi todo el país. Y ante eso, ese el propio sector quién se lo debe creer y ofrecer y pugnar por el cliente que no sólo paga por la estancia y el entorno, sino por todas las prestaciones que tiene su destino en caso de emergencia.

Y el ocio y la cultura tampoco saldrán ilesos de ésta, más allá de lo que están sufriendo con éste parón, y la inactividad del Gobierno. Será algo parecido a lo del turismo. Pesarán en los espectáculo, al menos, los masivos, otras circunstancias, más allá de lo que ya conocemos. Y ello también afectará a los propios creadores. Habrá que repensar los ingresos, y en función de eso, las ganancias de cada uno. Algo parecido al deporte profesionales de elite: o sacrificio, u otras condiciones (asumibles) 

Y todo ello, pensando que las prestaciones y la liquidez lleguen, que el empleo se pueda mantener en la mayoría de las posibilidades, que se generen demanda y que las empresas recuperen su normalidad. Que la rueda rueda. Pero con todo, también saldremos de ésta con cosas buenas, si se saben aprovechar las oportunidades. Costará, pero saldremos.    

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