rebus sic stantibus / OPINIÓN

Su mano izquierda

23/03/2021 - 

Mi padre, que sí que hizo la mili (yo me declaré objetor, pedí la prórroga por estudios y hasta ahora), me contaba de pequeño anécdotas de sus tiempos en la base de Aitana, como el día en que dos guardias civiles tuvieron que cuadrarse ante él, que ya era cabo, mientras le ponían una multa de tráfico. Pasó gran parte del servicio en el economato de la base, donde junto a su compañero hacía desaparecer algunos de los cigarrillos que tenían para vender y se aseguraba de que los sargentos chusqueros se llevasen los filetes más resecos en el rancho. Pero al margen de estas pequeñas licencias, el economato de mi padre se me antoja muy alejado del que ha ejercido durante los últimos veinte años el ecónomo de la Diócesis de Orihuela-Alicante.

Francisco Martínez, salvo para los siempre bien informados lectores de Alicante Plaza, que ya lo conocían por sus polémicas operaciones inmobiliarias, se ha hecho famoso en estos tiempos aciagos por oficiar misa sin mascarilla, un gesto anecdótico si se compara con el asunto mollar, pero que probablemente define al personaje tan bien como el eslógan de L'Oréal. El pasado fin de semana, el obispo anunciaba que su economato había tocado a su fin. Con agradecimiento expreso de los servicios prestados, como suele hacerse en estos casos (me viene a la memoria, por ejemplo, la dimisión forzosa de Ricardo Costa como secretario general del PPCV). 

Ha tenido que venir Roma para que la Diócesis decida abrir las ventanas de su gestión económica, aunque en realidad solo las ha entreabierto porque su sucesor ha sido su mano derecha, por exigencia expresa del cesado. El sacerdote que ha gestionado el cepillo del Obispado durante dos décadas ha sido acusado por una conocida promotora de pedir, por persona interpuesta (un empresario del sector de la ropa usada metido a corredor inmobiliario), una comisión para firmar la venta de un terreno que ya estaba cerrada por dos millones de euros de nada. Y está pendiente de juicio por haber escamoteado a una conocida consultora sus honorarios por haberle conseguido comprador para el asilo de Benalúa. Vistas las anomalías, por ser benévolo en la definición de estas prácticas, que ha podido constatar este diario, cabe suponer que el modus operandi no se improvisó para estas dos operaciones.

Suposiciones aparte, no se hacen una idea de la cantidad de llamadas y mensajes con detalles sobre el proceder del ecónomo y su corredor que recibió esta redacción al día siguiente de publicar la primera información sobre la venta fallida del solar de la Fundación San José Obrero en Guardamar del Segura, el pasado mes de enero. Salvando las enormes distancias de fondo, aquella mañana parecía el final de la oscarizada Spotlight, cuando Michael Keaton y Mark Ruffalo llegan a la redacción del Boston Globe tras haber publicado la primera información sobre el escándalo de la pederastia en la Iglesia , y los teléfonos no paran de sonar. Algo que todo el mundo sabía pero de lo que nadie hablaba, hasta que alguien lo contó.

Volviendo a Alicante, no puedo evitar preguntarme: si toda esa gente (alguna muy conocida) que llamó o escribió aquella mañana y las siguientes sabía de las (presuntas) formas de gestionar del ecónomo, ¿por qué nadie, salvo la consultora que lo ha llevado al juzgado y la promotora que denunció a través de este periódico el intento de cobro de una comisión, ha dicho nada en 20 años? ¿Por qué ha tenido que llamar Roma para que la Diócesis de Alicante concluya que veinte años no es nada, pero que gracias por los servicios prestados?

¿Acaso nos hemos tomado todos al pie de la letra la consigna de Cristo a sus discípulos cuando, según el Evangelio de San Mateo, les instó a "que tu mano izquierda no sepa lo que hace tu derecha"?

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