entrevista con la bailarina (parte I)

Sol Picó: “Me voy a seguir moviendo hasta que me caiga a trozos”

18/11/2019 - 

ALCOI. Hay personas, sobre todo las apodadas -y de profesión- ‘artistas’, que se miden por las revoluciones a las que va su movimiento. Su proceso de creación pasa muy rápido, pero deja huella; como una estrella fugaz que, tras pedirle un deseo, se concede al instante. Y así, una tras otra. Sol Picó es uno de estos puntos brillantes del firmamento. Como dicen sus amigos, ella es una suma de las palpitaciones de su corazón, pura vivacidad y expresión. Aunque su ser se prolonga en dos extremidades más, que le son imprescindibles: las rodillas. Sobre una de ellas, la izquierda concretamente, y su rotura en mitad del estreno de un espectáculo, va el documental ‘De rodillas, corazón’, con ocho candidaturas en los Premios Goya 2020, y cuya proyección está llegando a los mejores espacios a escala internacional desde su lanzamiento en el Warsaw International Film Festival. Ahora, ha llegado al Ivam CADA Alcoi, fresquito, desde la ciudad de San Francisco. “¿Quieres tú también un café? Creo que tengo un poco de jet lag. ¡Solo faltan los churros!”. La artista nos atiende con la calidez y el buen humor que la caracterizan, antes de que el público más exigente, su familia y amigos, asista a la proyección del documental en su ciudad natal. Un recorrido por la faceta más humana de la artista alcoyana, que se presentó también en los Cines Texas de Barcelona, de manera simultánea a Alcoy. Desde el punto de inflexión en su carrera con ‘Bésame el cactus’, que lleva a la bailarina a ser compañía residente en el Teatro Nacional de Barcelona, hasta su relación con su hijo. En definitiva; toda una muestra de que ella solo sabe hacer una cosa: de todo, absolutamente todo, corazón.

- Normalmente el dicho viene por lo de ‘hacer de tripas, corazón’. En tu caso, tus rodillas, el órgano que te da impulso, y es vital. A partir de esta idea, que da nombre al título, nace el documental sobre la vida de Sol Picó.

Estuve cerca de dos años bailando con la rodilla rota, no quería operarme

SP: Es una idea que nace desde un lugar muy festivo, espontáneo, por Susana Barranco, que es la directora, documentalista. Es amiga mía porque los niños van juntos desde pequeños, desde P3, al ‘cole’. En una de las actividades del Cau, que son algo así como los Juniors, estábamos las dos así aburridas y tal, y yo venía de ver unos documentales maravillosos sobre Ohad Naharin, un súper coreógrafo israelí. Y se lo dije: “Acabo de ver un documental, ¡qué bonito!” Y me mira así (Susana) y me dice: “¿Quieres que te haga un documental?”. “¡Uy! ¿A mí? ¡Osti!” Fue aquello como, ¿sabes? Y, bueno, ella y yo siempre quedábamos los viernes a tomar un café antes de cada una ir a hacer sus actividades; de alguna manera ya se sabía un poco mi repertorio vital, sobre todo, el artístico. Ella partió desde el ‘De rodillas, corazón’ para explicar cómo una artista que se dedica al movimiento, como yo, se rompe una rodilla, y tiene una lesión tan grave. Ese fue el hilo conductor, aunque la idea es retratar la cotidianeidad de un artista normal, así como el proceso de creación. Los dos años que estuvo siguiéndome fue con los dos espectáculos dedicados al género así un poco más grandes, ‘We Women’, sobre la mujer, y ‘Dancing with Frogs’, sobre la masculinidad. Hay otra parte del documental acerca de la relación con la familia, con Alcoy, donde estuvo también Susana, y coincidió también que yo cumplía cincuenta años. Se creó una simbiosis, que ella creó realmente, para construir este documental.

Si nos remontamos cronológicamente, es exactamente en Girona cuando te rompes la rodilla. ¿Cómo fue?

Pensé que me había hecho un esguince; pero fue bestia ver que apoyaba y la rodilla se iba. Siempre he creído que, igual, si hubiera parado, no se habría roto del todo

SP: La verdad es que yo estaba perfecta, después de un entrenamiento diario durante treinta años en mi vida. Pero reconozco que era una época de un estrés máximo. Incluso llamé al director del festival para intentar postergar este espectáculo –‘Memòries d’una puça’-, y le pedí por favor de cambiarlo. Su respuesta fue que no sabía qué podía pasar más adelante y que, o lo hacía en ese momento, o ya no lo hacía. Yo me sentía muy abrumada. De hecho, fue a los diez minutos de empezar, di un giro en el aire, una tontería, y escuché ‘¡crash!’. No sabía qué era, iba cojeando, la pierna se me iba en todas las direcciones. La gente que me conoce vio que había ocurrido algo, pero la que no se enteró de nada; lo que sí que hice fue, a mitad del espectáculo, al ver que la cosa se iba poniendo fea, comenté al público que igual paraba porque había pasado algo, para ver si podía seguir hasta el final. Hubo gente que se rio, pensando que era una broma, como “ya está la Sol Picó haciéndonos la bromita” (risas). Y nada. Cuando acabé, la rodilla estaba completamente rota; se me había ido para todos los lados. Pero sí, acabé el espectáculo entero, de una hora. Es de los más incisivos, de los más duros, que he hecho. Pensé que igual era un esguince, pero fue bestia ver que apoyaba y la rodilla se iba. En caliente, no te das cuenta. Siempre he pensado que igual, si hubiera parado, no se habría roto del todo. No lo sé.

¿Qué rodilla es?

La izquierda.

Una vez comentaste que habías tenido que trabajarte mucho el cuádriceps, para intentar aligerar el peso en esa rodilla. Explícanos a nivel técnico cómo fue el proceso.

SP: La verdad es que fue todo muy limpio. Tuve mucha suerte, y me puedo dar con un canto en los dientes, porque luego empiezas a conocer la historia de miles de bailarines que sí que se operan treinta veces, y ya no pueden seguir su carrera. Barbaridades que me quedo: “Dios mío, gracias”. La mía fue una operación limpia de rotura de ligamentos cruzados, y rotura del menisco. Mi fisioterapeuta, que es maravilloso, se llama Salva, me lo dijo: “Tienes un cuerpo bastante agradecido y que muscula muy rápido; vamos a hacer un ejercicio de musculación a lo bestia, a ver si no te tienes que operar”. Así estuve cerca de dos años, bailando con la rodilla rota, con cintas y cosas, y con ejercicios diarios, con aparatos para recuperar, y tal. Al año se me empezó a desencajar la rodilla, fue terrible: duré seis meses, y ahí sí que pensé que me cogía un infarto. Era en el festival de Avignon, con once actuaciones seguidas, y tenía, cada día, una sustituta preparada en Barcelona por si se me salía la rodilla. Lo pasé muy muy mal. Pero quería aguantar antes de operar, nunca me había operado de nunca. Al final lo hice. La operación fue maravillosa, con un gran cirujano; dependes mucho de él.

¿Tanto tiempo esperaste sin operar?

Yo siempre he salido al escenario a matar, y a morir; sin pensar que me podía romper la cabeza


SP: Sí. Durante año y medio. Yo iba pensando “a ver si se juntan…” (risas). No paré de trabajar, en realidad. Eso me pasó en noviembre, volví a hacer el espectáculo en febrero, con lo que fue una recuperación bestial. Y tras la operación, que es inviable que hasta los seis meses te subas al escenario, a los tres ya estaba yo otra vez. El cirujano se pensó que estaba loca. En definitiva, he tenido mucha suerte: ha sido una intervención rápida y un cuerpo que ha ido muy a favor conmigo. Recuerdo el verano que me recuperé en Alcoy, en la casita de Muro, mi familia estaba flipando: iba con la silla de ruedas de un lado a otro, haciendo los ejercicios. La fuerza física, que me sigue acompañando de momento, desde aquí se la tengo que agradecer a mis padres.

Supongo que, sobre todo, psicológicamente sería un golpe duro. ¿Sientes que has perdido?

SP: Pierdes en unas cosas y ganas en otras. Para animarnos un poco (risas). Yo siempre he salido al escenario a matar, y a morir; sin pensar que me podía romper la cabeza. Ha sido siempre algo muy bestia en mí y siempre me lo han dicho: “Cuidado, vés en ‘cuidao’, Sol”. Pero yo jamás he tenido ninguna sensación de que iba a pasar nada. Me he sentido muy fuerte. Y el tener una rotura de esta manera, tan absurda, me ha hecho darme cuenta de que somos más vulnerables de lo que nos pensamos. Entonces, ahora, mucho cuidado: tengo más miedo, más respeto. Ahora voy con más consciencia, antes era más inconsciente.

¿En qué consiste el día a día de tus entrenamientos? Con los que ‘mimas’ a tu rodilla, y que se detallan en el documental.

SP: Normalmente siempre es un training de yoga o de danza clásica, a primera hora, o de contemporáneo. Luego yo sigo mis entrenamientos personales, algo más físico, una serie de tablas, con la rodilla y brazo; después ya me quedo en mi espacio, en La Piconera, donde sigo trabajando, o monto coreografías, el espectáculo de turno que se está haciendo, o repaso, o improviso.

Por lo que veo no has reducido la actividad, Sol.

SP: No. Nada (risas).

¿Qué guarda, entre bambalinas, la bailarina más famosa de Alcoy? Y cómo te ha marcado en tu definición de artista tu ciudad natal.

El tener una rotura de una manera tan absurda me ha hecho darme cuenta de quesomos más vulnerables de lo que nos pensamos. Ahora tengo más miedo, antes era más inconsciente

SP:  Alcoy, a todos nos marca. O de donde vengas. Hoy lo pensaba: venía en el coche, y estaba ya por Cocentaina, en el castillo…Forma parte de tu ADN, de tu esencia. La infancia de una persona es muy básica; la mía ha estado llena de color, de alegría, y de mucha música. Una sensación muy placentera. Todo eso, yo creo, te lo llevas; y te marca. No sabes cómo, pero te marca. La parte cultural alcoyana, aunque parezca una obviedad, con sus fiestas, ‘mostras’ de teatre, me ha traído mucho, como los Moros y Cristianos, aunque mis padres no pertenecieran a ninguna filà: estaban entusiasmados con las bandas, con sentir la música y que el cuerpo se te ponga con la piel de gallina. Esto, al crear y afrontar las cosas, incide, quieras o no.

Volviendo al documental ‘De rodillas, corazón’. Lo presentaste en Nueva York y ahora acaba de proyectarse en San Francisco. Cuéntanos la experiencia. Has cruzado el charco dos veces en poco tiempo.

SP: Eso ha sido como te decía al principio; empezó como una relación de amistad, que yo me tomaba como un trabajo de archivo para mi vida, para tener en la compañía, como un recordatorio. Y, de repente, resulta que se estrena mundialmente en Varsovia el 12 de octubre de 2018 en el Warsaw International Film Festival, uno de los mejores, según me comentó Susana. Allí tuvo una gran acogida. Luego Múnich y después Nueva York, ¡fue el opening del festival! Del Dance on Camera. Y San Francisco, lo mismo. Actuar allí, como me pasó a mí en Nueva York, es muy complicado, a no ser que seas flamenco. Es curioso ver que una cosa, no es que sea banal, pero tan doméstica, de repente, pueda despertar ese interés. Por eso, a veces, tenemos esos grandes sueños y las metas vienen por otro sitio que no esperas.

Otro espectáculo, el último, ‘Animal de sèquia’, reconocido en las AAEE. Un galardón que no puedes ir a recoger al Teatro Principal de Alicante al quedar atrapada en el aeropuerto del Prat por las protestas por la sentencia del Procés. Enviaste un audio donde lamentabas el momento “triste” que sufre la democracia que levantó ampollas.

Estoy viviendo con mucha tristeza el tema del ‘procés’, porque amo Catalunya; creo que hace falta una negociación de verdad

SP: Es que es alucinante. Yo no dije nada. Lo dijo el chaval, ‘presos polítics’. El tema es que yo estaba en el aeropuerto y es cierto que no me dieron dos hostias de milagro. Había un ambiente de guerra; nunca había vivido algo así, me acojoné realmente, no podía pasar. Fue muy fuerte. Yo lo estoy viviendo con mucha tristeza, porque amo Catalunya, pero creo que hay algo que no está funcionando nada bien, que no se ha propuesto bien. Ahora se han encendido ya unos ‘sentimentalismos’, no sabría cómo definirlo exactamente, cuando lo que hace falta es una negociación de verdad, un diálogo para que todo el mundo esté tranquilo, y para que Catalunya tenga lo que necesita, que igual no es la Independencia. Un referéndum, de entrada, y otro cuestionamiento. No lo sé, no quiero hablar de cosas que no sé. Pero a mí me da mucha tristeza, por lo que conlleva también para la ciudad de Barcelona. El otro día casi me vuelven a pegar, al salir del cine. De todas maneras, yo no tenía intención de politizar nada, dije lo que estaba pasando en esos momentos, hablé desde el corazón. Lo que me parece tristísimo es que en seguida sea noticia. Sigo pensando que estamos viviendo unos momentos democráticos terribles. Lo digo con un megáfono, si hace falta.

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