ALICANTE. El Hércules sigue arañando puntos por la mínima, sufriendo en exceso, y haciéndolo además ante equipos de la parte baja de la tabla, el pasado sábado ante el Mestalla, colista para más señas. Nada pintaba demasiado bien desde el principio, con un tempranero gol de los visitantes y con jugadores que ya daban muestras de confirmar el hecho de estar lejos de su mejor nivel desde hace semanas, o meses.
El caso más llamativo sigue siendo, y lo es semana tras semana, el de Juanjo Nieto. Un jugador con el que nos deshacíamos en elogios la temporada pasada, e incluso temíamos su fuga a un equipo de Segunda División, nos tiene acostumbrados ahora a dar de sí mismo la sombra de ese futbolista de otra categoría que un día fue, más concretamente en la primera mitad de la campaña pasada. Cuestión de motivación o no, quedan en nada las fotos teatralizadas de charlas en el césped y las zonas mixtas llenas de mea culpas. Según los criterios de Planagumà (entrenar bien, estar motivado y la exigencia del rival) no se entiende el rendimiento del castellonense.
En lo global, seguimos viendo a un equipo excesivamente acostumbrado a sufrir. Ojo, no deja de ser una virtud, pero de tanto forzar esa habilidad se está rozando el vicio de mal gusto en demasiadas ocasiones. Es un caminar sobre el filo de la navaja, que ya no por hacer más fácil la vida a los aficionados, si no por una cuestión de potencial, amenaza con dar más de un susto a las posibilidades de ascenso a este equipo. Cierto es que, con los
números en la mano, el equipo de Planagumà está compitiendo mejor contra los de arriba que contra los de abajo, hecho positivo en una futura promoción de ascenso. Eso sí, el 'play-off' es otra cosa.
Si les soy sincero, que siempre lo soy, aún no sé si este equipo está para luchar por la primera plaza, o ha de conformarse simplemente con entrar en promoción. Los números ahí están, cuatro puntos separan a los alicantinos del Baleares, con la visita de los insulares al Rico Pérez en la última jornada de liga. También el Lleida ha de pasar por el coliseo blanquiazul, duelo tras el cual se volverá a jugar como local ante el Olot. Oigan, no pinta mal. Pero si por algo está destacando este equipo es por la irregularidad en cuanto a sensaciones en primer lugar, y con los números en segundo. No recuerdo a medio plazo un par de partidos que te invitasen a pensar “ahora sí, aquí está el Hércules”. Siempre quedan dudas.
Las jornadas que quedan van a ser clave para la dinámica que vaya a atravesar el equipo cuando acabe la jornada 38 y sepamos que va a ser de este Hércules. Por lo pronto, Miranda tiene que volver a afianzarse sin dudas en el centro del campo. Lo de dar minutos a Candela está muy bien, pero sabemos lo esencial que puede ser el de Badajoz para el equipo, y tiene que llegar totalmente metido. Carlos Martínez, por el contrario, necesita un respiro en forma de minutos para otros jugadores. Ha llegado fundido al final de la temporada, por falta de reemplazo o por carencia de talento en el banquillo para suplir sus funciones. En general, hay otros jugadores como el propio Juanjo o Samuel que necesitan subir un escalón su nivel. Ahí sigue el reto de Planagumà, recuperar la mejor versión de la plantilla en la parte definitiva de la campaña.
Como deseo para estos últimos partidos de temporada regular, y para la promoción espero, me gustaría no tener que acudir a la épica para tener que suplir diversas carencias competitivas del equipo en determinados partidos. Ganar al colista apelando a la Santa Faz, la Virgen del Remedio, San Nicolás de Bari o a todo el santoral en procesión no me parece propio de un equipo con aspiraciones a retornar al fútbol profesional. En lo visceral del discurso heroico se pierde gran parte del contexto que nos acerca al estado real de la plantilla, y es ahí donde me da miedo la falta de autocrítica que haga mejorar al Hércules. Y no hablo de medios de comunicación, que es obvio que no estamos (o no deberíamos estar) para hacer patria.