VILLENA. Con motivo de la reunión jurado del VI Concurso Internacional Helie Memorial de fotografía en Villena, y la deliberación conducente al fallo del concurso, previsto para la mañana del sábado 4 de marzo, el Premio Nacional de Fotografía 2015, Juan Manuel de Castro Prieto (Madrid, 1958), comenzaría las actividades del Concurso, impartiendo una conferencia magistral el viernes 3, en la Casa de Cultura de Villena. La temática propuesta este año para las fotografías participantes en el concurso ha sido “La mujer y la agricultura”. Junto a Castro Prieto, presidente del jurado, le acompañan Cristina Otero Pascual, reconocida autorretratista, y el fotógrafo valenciano Santos Moreno Villar.
Poco antes de viajar a Villena, el fotógrafo madrileño recibe a Alicante Plaza en su estudio cercano a la plaza Callao, en pleno corazón de la Gran Vía, Auth’ Spirit. Una cita a hora temprana, las nueve de la mañana, en una ciudad madrugadora y transnochadora a partes iguales. Nada más asomar por la boca de metro que te deposita frente a la inmensa pantalla exterior de los cines Callao, el calor y el resplandor de la tarde anterior habían dejado paso a esa húmeda luz azulada que recuerdas haber oído comentar a compañeros gráficos, cámara en mano, como extraordinaria para la fotografía. Pero esta no será una de las preguntas a Juan Manuel, hombre amable y mesurado, lo que no evitará la pasión ni el arrojo verbal cuando sea necesario, que nos espera en la puerta de un estudio y laboratorio con una cierta materialidad de antigua imprenta gráfica (pero esto sólo es una impresión personal, una posible memoria modificada).
Una vez sentados frente a frente y hechas las primeras presentaciones, la conversación comienza con un profundo error por parte del entrevistador, al preguntar, incluso con un cierto tono de afirmación, si el origen de todo es Martin Chambi (fotógrafo indígena peruano, nacido a finales del siglo XIX y activo hasta principios de los años setenta del s. XX, pionero de la fotografía retratista y etnográfica, sobre la obra del cual Castro Prieto realiza un trabajo de restauración y reinterpretación de sus originales, así como una obra propia, con el título de “Perú, viaje al sol”, con un notable éxito en PhotoEspaña 2001), a lo que Juan Manuel no puede más que corregir “no, esa es una lectura errónea de mi trabajo. Martín Chambi lo que supone es un cambio de inflexión en mi vida, porque a raíz de la exposición de Martín Chambi, abro este estudio y cambia mi vida. Pero mi trabajo ya estaba encaminado, prácticamente. No diré que estaban todas las claves, pero sí casi todo. Esto viene de muy atrás, del año 90, cuando hacemos la exposición de Martín Chambi y lo que yo estoy contando es del año 82, que es cuando yo realmente lo conozco, y es convierte en un referente, en un modelo a seguir. Más por el compromiso, por el concepto de la fotografía que por las fotografías en sí, ya que mi obra, tal vez quitando Perú, viaje al sol, no se parecen en nada a la suya, formalmente. Es una inspiración filosófica, de forma de ver la fotografía, más que una influencia en mi trabajo. Si yo tengo que mirar a alguien que sí me haya influenciado en mi forma, en el aspecto formal, es la Escuela de Madrid: Paco Gómez, Gabriel Cualladó, Ramón Masats, aunque propiamente no perteneciera a la Escuela, aunque sí estuvo aquí. Esos sí, sí tienen una gran coincidencia estética con la primera parte de mi trabajo, la que lleva hasta el color”.
Ni siquiera es Martin Chambi y Perú, viaje al sol esa bisagra buscada, tal vez imaginada, Juan Manuel insiste, para mantener su relación con el icono peruano en el lugar justo. “Incluso el trabajo Perú, viaje al sol no es Martín Chambi. Es el mismo país, el mismo lugar, hay escenas coincidentes. Es una búsqueda de mis sensaciones y mis recuerdos, vividos en Perú”. Para dejar atrás la sombra permanente del retratista indígena, Juan Manuel viaja de nuevo a Perú, para, ahora sí, acometer un homenaje consciente, con el mismo tipo de cámaras grandes, de placas, con los mismos referentes, escenas familiares, de calle, retratos, ochenta años después. “Pero ahora trabajo en color, y por qué trabajo en color, pare ver qué ha ocurrido en esos ochenta años, y los dos cambios más importantes són el color en la fotografía y los que pueden haber ocurrido en la sociedad, e intento plasmar en este trabajo”.
Aclarada la relación con Chambi, la conversación adquiere un tono más relajado, que permite introducir un variable sobre la mirada del fotógrafo. ¿La memoria siempre es la traición que se encuentra tras toda mirada? (Aquí Juan Manuel no puede evitar una sonrisa de cierto asombro, mientras reflexiona antes de responder. Cosa que hace en todo momento, no dispara sin apuntar ni una sola vez). “Bueno, no sé si definirlo como traición, nunca se me había ocurrido planteármelo así. Lo que ocurre es que la cámara no es la realidad, es nuestra versión de la realidad. Siempre hay una mentira intrínseca en la fotografía, siempre. Eso que se dice que la fotografía es verdad, es la mayor mentira. Siempre que uno filtra la realidad a través de la cámara, es su visión de la realidad. Paco Gómez (fotógrafo de la Escuela de Madrid, citado anteriormente) tenía una definición de la fotografía que parece de perogrullo, pero que es así : fotografía es lo que se ve a través del visor de la cámara. Podemos decir que sí, entonces, sí hay una cierta traición a la memoria porque lo que está registrado es un fragmento de la memoria que tú has elegido, pero es que con el paso del tiempo, eso también cambia, tu percepción cambia, pasa por un proceso de idealización”.
Este interludio nos lleva a hablar de su último trabajo recién concluido, Cespedosa, un trabajo sobre su propia memoria íntima y la intromisión del mundo onírico. No puedo dejar de recordar aquella frase lapidaria de la obra de Susan Sontag Sobre la fotografía que dice “fotografiar es apropiarse de lo fotografiado”.
“Cespedosa es una memoria enrevesada, es la memoria de mis sueños. Tomo fotografías en el año 80, pero no estoy registrando lo que está pasando en ese momento, sino lo que estoy soñando en ese momento”. (Aquí Juan Manuel necesita de algo más que la palabra para mostrar su discurso y se levanta para rebuscar entre las pobladas estanterías de la sala diáfana, o encima de las amplias mesas de trabajo, ejemplares de Cespedosa, de La seda rota, obra en colaboración con el escritor Andrés Trapiello, un diálogo entre la literatura, la fotografía, la pintura en la casa ya no habitada de la familia de los pintores Madrazo, y las presencias oníricas que los acompañaron en sus visitas, o Extraños, el que se podría considerar su trabajo nuclear en cuanto a la técnica de capas sobre la imagen y la memoria). “No es lo que se ve, es lo que representa”.
Dos temas intentan cerrar una conversación que podría haber seguido durante la mañana que en el exterior iba a ir enfriándose, en contraste con la calidez del interior del estudio. La técnica. “La técnica tiene la importancia de poder narrar bien, como un escritor. Un fotógrafo que no sabe de técnica, puede tener unas ideas fantásticas, pero si no las sabe llevar adelante. Tiene que haber un concepto de partida, bueno, y una ejecución. Si no, eres un creador, no un fotógrafo. Yo defiendo al fotógrafo como lo que es, fotógrafo, ni artista ni nada, y tiene que vivir la vida a través de la fotografía, y tiene que narrar con la fotografia. Todo lo que venga además, exposiciones, premios, eso es lo añadido, pero no lo fundamental”.
Para el final, el agradecimiento al trabajo de Helie Memorial y todas las iniciativas que a través del vehículo de la fotografía, sirvan de apoyo a iniciativas solidarias y de integración.
La mañana del sábado, y con una retransmisión en streaming para todo el mundo, el jurado que presidía Juan Manuel de Castro Prieto, acompañado de la joven fotógrafa gallega Cristina Otero Pascual y el artista valenciano Santos Moreno Villar, ha concedido primer premio
al fotógrafo Pedro José García González, procedente de Jaén. La obra, titulada “La siega”, es un retrato de ambientación rural realizado en blanco y negro. El jurado ha valorado la “enorme carga emocional y humana de la fotografía, la deliciosa expresión de la niña retratada y su perfecta ejecución técnica.
El segundo y tercer premio –dotados con 1.000 y 500 euros respectivamente-, han recaido en granadino Arturo Rodríguez Aguilera (con una obra sin título) y el gerundense Miquel Planells Saurina, por la instantánea “La espantapájaros”..
El Premio al Mejor Participante Extranjero ha sido para Teo Liak Song, concursante procedente de Malasia, autor de la fotografía “Finewood delivery”.
Mientras que el Premio al Mejor Participante Local, dotado con 500 euros, ha ido a parar a José García Navarro por la obra “Desbrozar para sembrar”.