Los orígenes del fenómeno turístico en nuestra provincia se remontan a la segunda mitad del siglo XIX gracias a dos importantes elementos que a día de hoy siguen siendo fuertes polos de atracción, el ferrocarril y el mar. Mucho se ha transformado la sociedad desde entonces y mucho hemos avanzado en el modelo que queremos para el futuro, pero hay algo que se mantiene incólume, las ganas que empujan a cualquier persona a viajar y que se focalizan en descubrir nuevos paisajes, vivir grandes experiencias e interiorizar cada sensación para evocarla una y otra vez cuando haya pasado.
Las personas que habitan un territorio son quienes le dan alma, esencia y raíces. Los viajeros que llegan a él le aportan vida, color y diversidad. Esa es la verdadera razón que nos mueve a los responsables públicos a querer ofrecer siempre la mejor versión de nuestro destino, la mejor imagen que de él poseemos, porque queremos que la gente se deleite en aquello que nosotros tenemos la suerte de disfrutar cada día. Y en esa pretensión la Costa Blanca lleva mucha ventaja respecto a otros competidores. Somos una provincia excepcional, líder en el mercado nacional y referente indiscutible en el internacional. El turismo es nuestro principal motor económico, la pieza clave que mueve el engranaje del desarrollo, no solo de Alicante sino del resto de la Comunitat Valenciana, como así lo demuestran los más de seis mil millones de euros de Producto Interior Bruto en la provincia.
El hecho de que una persona, entre miles de opciones, elija la Costa Blanca para pasar sus vacaciones o realizar una escapada a alguno de nuestros 141 municipios es motivo de celebración porque, uno tras otro, miles de viajeros nacionales y extranjeros encuentran en nuestra oferta de sol y playa, interior, gastronomía, cultura, paisaje y patrimonio o deportes todo aquello que les hace sentirse bien y, lo más importante, todo aquello que le hace querer repetir. Los más de doce millones de pasajeros que registró el pasado año el aeropuerto Alicante-Elche y los ocho millones de pernoctaciones dan buen ejemplo de ello.
En ese contexto de progreso y perspectivas, aún más favorables de cara al futuro, no podemos entender, que desde el Gobierno valenciano se impulse una tasa turística que además de mermar ese crecimiento asfixiaría a uno de nuestros sectores más boyantes y con mayor proyección.
Llegaremos hasta donde haya que llegar, estaremos al lado de los empresarios de la provincia y de las asociaciones turísticas para impedir que esta medida, este impuesto a dedo, llegue a materializarse y ponga en peligro la competitividad de nuestra economía y la creación de puestos de trabajo. Lo que debe hacer el Consell es tender la mano al sector, no ponerle trabas, porque si caminamos juntos llegaremos más lejos, si trabajamos por un interés común este revertirá en mejorar la calidad de vida de la ciudadanía y en propiciar el desarrollo de nuestro territorio.
Hoy, Día Mundial del Turismo, debemos unir esfuerzos para contribuir a un modelo sostenible, de respeto y defensa de nuestro patrimonio paisajístico y monumental y de potenciación de nuestras fortalezas. El desarrollo social, económico y medioambiental equilibrado debe marcar nuestra hoja de ruta para ofrecer un turismo de calidad, responsable, atento y abierto siempre a la diversidad y a la excelencia.
Los alicantinos podemos sentirnos muy orgullosos de nuestro modelo turístico, de la completa y diversificada oferta que atesoramos. Por ello, debemos hacer gala de los rasgos que ya desde hace dos siglos, desde que en 1858 llegara -procedente de Madrid- el primer tren a la estación de Alicante, nos caracterizan: la hospitalidad, la amabilidad y la tolerancia con el viajero. Ahora nuestro cometido pasa por focalizar nuestros esfuerzos en implementar la innovación en la gestión de nuestros recursos, en la formación y optimización del personal dedicado al turismo y en proteger nuestras tradiciones, nuestra historia y nuestros recursos naturales porque son nuestra mejor tarjeta de presentación.