ELCHE. Este domingo, cuatro años después, José Sepulcre regresaba al palco del estadio Manuel Martínez Valero.
Solo era cuestión de tiempo que lo hiciera, después de su rueda de prensa de junio, estar presente en la última Junta de General de Accionistas y, especialmente, haber auxiliado al club durante el curso en Segunda B y el presente por medio de préstamos de tesorería y compra de acciones que le han convertido, a través de la mercantil Tenama Inversiones, en el dueño del club.
El expresidente asistió a la victoria de su equipo sobre el Córdoba desde las últimas filas de un palco que presidía un día más Diego García y por el que no se veía a Sepulcre desde abril de 2015 cuando dimitió como máximo mandatario ante la presión social: el equipo franjiverde, que entonces militaba en Primera División, no corría riesgo de perder la categoría en el césped (logró por segundo año consecutivo la permanencia y en esa ocasión de manera holgada), pero los problemas institucionales (especialmente las deudas) sí amenazaban en los despachos no solo su continuidad en la élite, también su viabilidad. Ante la presión social (la Plataforma Salvemos el Elche, fundamentalmente) y política (por parte de la entonces alcaldesa, Mercedes Alonso) el empresario cedió el testigo a Juan Anguix que entre aplausos logró el sitio que tanto anhelaba en la primera fila del palco pero que tardó muy poco en revelarse como un presidente 'fake' y es que en los apenas 90 días que estuvo al frente del club este lejos de mejorar empeoró notablemente: no solo fue descendido administrativamente (Sepulcre también tuvo responsabilidad en esto, toda vez que se generó bajo su mandato una deuda con la Agencia Tributaria que finalmente resultaría determinante), es que estuvo al borde de dar con sus huesos en Segunda B (por los impagos) y protagonizó algunos hechos por los que hoy Anguix está teniendo que dar explicaciones en los juzgados del orden jurisdiccional penal.