ALICANTE. Hace unas semanas se publicó la noticia que Alicante es la décima ciudad de España con mayor número de habitantes, superando a grandes ciudades como Bilbao y, personalmente, ¡no me extraña nada! Y es que, aunque tal vez no seamos conscientes del todo, vivimos en un auténtico paraíso disfrutando diariamente de una calidad de vida excepcional que nos aporta, entre otras cosas, tanto el clima como la proximidad a nuestro querido Mediterráneo.
En este sentido, hoy me gustaría proponer un plan con el que siempre ‘cargo pilas’ y genero grandes dosis de endorfinas: una pequeña ruta por las calas de la ciudad al atardecer. ¿Suena bien, verdad?
Su duración no supera la hora y media, aproximadamente, y es recomendable llevar ropa cómoda, un calzado adecuado y, además agua para hidratarse, una pequeña mochila con algo para picar al finalizarla.
El punto de inicio de dicha ruta es la Senda del Cabo de las Huertas. Tomaremos dirección Alicante, y a los pocos metros, nos encontraremos con la primera parada obligatoria: el Faro. Se trata de lugar emblemático de nuestra ciudad, elevado sobre una torre vigía del siglo XVI, y uno de los últimos de la provincia habitados por fareros.
¿Alguien se puede imaginar nuestra costa sin su presencia?
Continuando, caminaremos junto al vallado, pasando muy próximos a una antigua cantera, hasta llegar a la siguiente parada: Cala Palmera.
Hay una imagen que, siendo muy curiosa, se produce con bastante frecuencia desde allí como es la de encontrarse algún ejemplar de garceta intentando, entre las algas, hacerse con algún pez. ¡Qué impresionante!
Finalizando el trayecto, pasaremos por uno de mis rincones favoritos de la Terreta (y también más posteados), donde he pasado días y noches de baños y largas conversaciones con amig@s: Cala Cantalar. ¡Qué recuerdos más bonitos me trae ese lugar!
Por último, antes de llegar a nuestro destino, nos encontraremos con Cala Judíos, comúnmente conocida como ‘La Calita’. Como su nombre indica, es un espacio pequeño pero no por ello se encuentra exento de encanto. Es un lugar ideal para una jornada de lectura y baño.
Y para dar por concluida la ruta… ¡la Playa de la Almadraba! Tras pasar los espigones, deberéis andar un poco, dejando atrás la arena y una pequeña arbolada de Eucaliptos en la parte derecha, hasta alcanzar la caseta blanca del botiquín de playa. Llegados a este punto, tan sólo os queda elegir un lugar para sentaros, sacar la comida de la mochila y, lo más importante de todo, disfrutar al máximo del momento y del entorno. ¡100% Mediterráneo!
Y es que se trata de un lugar que transmite paz y serenidad, desde donde desconectar del vertiginoso ritmo diario, y que cuenta con una de las mejores vistas: desde Tabarca y el Faro de Santa Pola, hasta el Castillo de Santa Bárbara y la Serra Grossa, pasando por el Postiguet.
Así que si Instagram os gusta tanto como a mí, ¡seguro que sacaréis el móvil con tal de inmortalizar la puesta de sol para su publicación posterior!
Espero que os animéis a realizar la rutita, que la disfrutéis cada segundo y que os sirva para ‘desconectar’ y evadirnos un poco de la rutina diaria como, cada vez que la hago, me sucede a mí.
¡Nos leemos próximamente!
Jorge Vilaplana Cortés (@alicantemolamucho)