ALICANTE. El coworking Torre Juana acoge la exposición fotográfica Retratos de la tierra, con 25 imágenes tomadas por los fotógrafos Iris Rodríguez y Diego Sánchez, del colectivo Vientos Vivos, que han plasmado la diversidad de las prácticas agroecológicas en la provincia de Alicante. “Representan la tierra, los cultivos y las prácticas de los agricultores de las diferentes zonas geográficas de Alicante”, explica Sánchez, que califica esta iniciativa —enmarcada en el proyecto Farm45— como un “punto de encuentro para hablar de la red agroecológica que constituye la provincia, con sus diferentes culturalidades”.
Una parte de la muestra trata las texturas, a través de elementos como los microorganismos de montaña o los biofertilizantes, mientras que otras imágenes invitan a descubrir los diferentes paisajes medioambientales. En definitiva, fotografías que reúnen las características de las diferentes fincas de los agricultores ecológicos, con quienes además se establece un diálogo para la extracción de conocimientos. “El objetivo es visibilizar y dar voz a los diferentes avances en esta materia que se han dado en los últimos tiempos a través del experimentador de a pie”, afirma. El agricultor que cada día busca el mejor aprovechamiento y la mayor sostenibilidad de su tierra.
Por eso, estos dos fotógrafos han realizado una veintena de visitas físicas a fincas de toda la provincia, para tomar imágenes, pero también para hablar con sus agricultores y realizar una pieza audiovisual que también se puede ver en esta exposición. Una muestra que recorre de manera cercana y a pie el conocimiento de la agricultura ecológica. “Conocimiento prácticos y teórico que se ha ido desarrollando a través de la experiencia, el ensayo y el error para optimizar y hallar las respuestas que la agricultura ecológica plantea a través de cada suelo y cada cosecha”, explica Sánchez.
“Hay una maravilla en cada rinconcito de la naturaleza”, afirma el alicantino. Es por eso que, además de esas 25 piezas fotográficas expuestas, en el tintero se han quedado otras muchas imágenes debido al proceso de selección. “El potencial es muy grande; hay mucha belleza que subyace en la naturaleza”, confiesa. Belleza que muestra a través de la biodiversidad, pero también con quehaceres ecológicos, ya que ese es precisamente el fin último con el que se lleva a cabo esta iniciativa: mostrar las cualidades de la agroecología y demostrar que es un sector en auge.
La exposición pretende además poner el foco en la importancia del papel que tiene el público, es decir, el consumidor común y cotidiano que, a través de sus prácticas diarias puede participar en la red de soberanía alimentaria que se plantea desde la agroecología. “Hoy en día tenemos una gran oportunidad para trabajar conjuntamente a favor de la Tierra, mejorando las técnicas de manejo de los cultivos, apoyándonos en el espíritu regenerativo y favoreciendo el impacto positivo medioambiental y social”, sentencia el fotógrafo.
Esa contracorriente o corriente alternativa de la agroecología —que en realidad es la original—, es más común de lo que parece, pero menos habitual de lo que debería. Es una necesidad tanto para el medio ambiente como para el agricultor. De ahí que Torre Juana se haya unido al proyecto internacional Farm45, destinando una parte de su terreno a la experimentación. Esta iniciativa pretende recuperar suelos erosionados creando un ecosistema sin fertilización ni pesticidas para recuperar su riqueza y conseguir que, esos suelos maltratados e incluso en proceso de desertificación, vuelvan a ser fértiles.
“El agricultor convencional gasta en químicos una cantidad para producir de forma intensiva que acaba generando el agotamiento en el suelo y en su resistencia en las plagas”, explica Diego Sánchez. Una lucha que se afronta a golpe de insumos químicos, disminuyendo así la materia orgánica y microorganismos en el suelo. En definitiva, agotando la biodiversidad. Lo que conlleva que las prácticas ecológicas aparezcan como una necesidad.
El proyecto Farm45 propone así una transición de lo convencional a lo ecológico, que podría realizarse en cualquier campo de cultivo en un periodo de dos a tres años, con una visión de autosuficiencia o eficiencia para la finca. “Actualmente lo aplica mucha gente que tiene la convicción de querer hacer prácticas diferentes, afines a una ideología medioambiental con coherencia con la actual situación de crisis climática”, afirma Sánchez.
“La agricultura tradicional o convencional es mayoritaria, pero no debe invisibilizar a los proyectos de agricultura ecológica que hoy en día están siendo muy competitivos”, describe. Por lo que ha podido comprobar durante sus visitas a las fincas para la captura de las imágenes, hay terrenos que llevan alrededor de veinte años mejorando esas prácticas ecológicas, incluso sin ninguna plaga. “Estos saberes tienden a ser invisibilizadas por una agricultura convencional que quiere resistir”, señala. El mercado ecológico va creciendo y la demanda se traslada así al campo. “En Alicante, estamos sorprendidos por la variedad que existe y la convicción de la gente que lo practica. Hay muchos proyectos maduros que han llegado a un momento en el que pueden ilustrar al resto”, sentencia.
El Premio Nacional de Fotografía 2024 se encuentra con la obra de Gabriel Cualladó, primer receptor del galardón, en el IVAM