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tribuna / OPINIÓN

Regulando la anarquía

3/11/2019 - 

Por fin. Pocas veces me he alegrado tanto por la aprobación de una ordenanza municipal, como la ejecutada en el pleno ordinario del mes de octubre celebrado el pasado jueves. En la normativa, se ponía coto a los patinetes eléctricos, y se regulaba su funcionamiento y circulación, con el fin de poner orden al esperpento que suponía verles pulular por la urbe como si no hubiera un mañana y como si fueran poseedores de las calzadas sin respetar la integridad de los transeúntes.

Lo sé, puede que esté exagerando, pero no lo creo. Desde que entraran en circulación, el número de atropellados por este sofisticado trasporte no ha dejado de aumentar. De hecho, según un estudio realizado por la Fundación Línea Directa, el número de fallecidos en accidentes con patinetes eléctricos podría triplicarse en 2019 con respecto al año anterior. Estos cachivaches —siento si esta palabra suena demasiado retrógrada, es que estoy chapado a la antigua—,  son un arma de doble filo si no se utilizan de modo seguro o consciente. Y desgraciadamente, desde que estos asaltaron las aceras, no han hecho más que manifestar, la mayoría de sus usuarios todavía no saben controlar dichos aparatos y que cogen velocidades muy por encima no solo de las permitidas —recuerden que hasta la implantación de esta ordenanza no había ningún tipo de regulación—, sino de las concebidas para personas sensatas.

Existen gentes, que como si de un bólido se tratara, atraviesan las aceras a 70 km/hora, jugándose no solo su propia vida, sino las de los demás; viandantes que caminan sosegadamente, y que ven como esos tranquilos paseos, son perturbados por esos inconscientes. Y afirmo que son imprudentes, porque considero que no es necesario que algo esté reglado para que se haga o se deje de hacer. Sale de ojo que es una temeridad recorrer las calles a esas velocidades, y más, teniendo en cuenta que dichos usuarios en pocas ocasiones se protegen con un casco. Es evidente que si la DGT ha aprobado hace escasos meses el límite a circular en coche a más de 30 km/hora por las ciudades, es temerario e incoherente pretender conducir patinetes eléctricos por las aceras a mayor velocidad.

Del mismo modo que los tiempos cambian, las normas deben amoldarse a los avances que se produzcan. Así pues, esta ordenanza era algo inevitable teniendo en cuenta que muchas otras ciudades de nuestro entorno ya lo habían contemplado estableciendo unos límites a la circulación de estos aparatos. Medios de trasporte que deben regularse no sólo a nivel municipal o autonómico, sino a nivel nacional. Países como Francia —el cual es poco sospechoso de ser intervencionista teniendo en cuenta que está gobernado por Emmanuel Macron—, ha estado a la vanguardia y en mayo de este año, incluyó a los patinetes eléctricos y a otros dispositivos similares en el código de circulación. Hecho, que constata que esta normalización de su uso no es un capricho o una caza de brujas, sino algo normal, teniendo en cuenta que su uso, puede poner en peligro la integridad de sus conductores y de terceras personas.

Me resultaba gracioso ver a los usuarios de patinetes, manifestarse en ciudades como Barcelona y Madrid a mediados de septiembre. Pretendían vivir en unas ciudades sin ley en donde pudieran hacer lo que quisieran y donde quisieran, sin que nadie controlara la utilidad que daban a sus vehículos. Algo absurdo teniendo en cuenta que era inevitable su regulación y que la alegalidad en la que se encontraban, iba a ser flor de un día. ¿Por qué se iban a regular los coches y no a los patinetes? Todo lo que afecte a la vida de los ciudadanos, debe ser reglamentado, incluso un liberal como un servidor, es consciente de ello. La ley positiva, es fundamental, para el mantenimiento del orden y la convivencia, para que los peatones y los usuarios de patinetes puedan convivir en comunión y armonía. Porque sin ley, solo hay anarquía.

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