REFLEXIONANDO EN FRÍO / OPINIÓN

¿Por qué la izquierda ha abandonado la razón?

6/03/2019 - 

La semana pasada, Miquel González, director de Alicante Plaza, se preguntaba en su artículo las razones por las que Ciudadanos había abandonado el centro. Lo que habría que cuestionarse, no es si la formación de Albert Rivera ha perdido la centralidad pasada, puesto que nunca se ha movido de esa posición del espectro político, sino porque tanto PSOE como Podemos han olvidado los principios sociales y progresistas cayendo en iniciativas electoralistas populistas que no mejoran la vida a los españoles.

Hace tiempo ya que el socialismo y el comunismo dejaron de encontrar sentido a su existencia y que, para subsistir en el panorama político, han buscado propuestas baladís en el fondo, pero llamativas en la forma para ganarse a parte del electorado. No hay día en el que tanto Pedro Sánchez como Montero, ya sabemos que Iglesias está cambiando pañales mientras su partido se desmorona, regalen a los españoles una estupidez con apariencia de extraordinaria y urgente necesidad. Si el Presidente de Gobierno utilizó la figura del Decreto ley para exhumar el cuerpo de Franco -no se vaya a despertar y le vaya a levantar de su nuevo colchón en la Moncloa-, lo ha vuelto a hacer Podemos esta semana cuando ha exigido a la RAE que expulse a Arturo Pérez-Reverte de la Academia y lo remplace por una mujer. Los españoles dormiremos más tranquilos con Franco fuera del Valle de los Caídos y con el autor de Alatriste expulsado de la Academia. La izquierda permanece impasible ante los padres exiliados en Ucrania por la gestación subrogada y por la despoblación de muchos de nuestros rincones, pero los ciudadanos estamos satisfechos porque revuelvan en la tumba de un dictador o utilicen una institución como la RAE para hacer política. 

Ciudadanos no es que haya perdido la centralidad, lo que ha ocurrido es que las formaciones aparentemente progresistas, han olvidado el norte, el sentido común. Atontamiento, que es fruto del cambio del panorama político nacional e internacional. Evolución que ha hecho caer en la obsolescencia a las típicas etiquetas de izquierda-derecha. Eso tuvo su utilidad, su razón de ser en la Guerra Civil o durante la transición, pero ahora carecen de utilidad, las ideologías son demasiado complejas como para catalogarlas tan llanamente en simples términos. Los anteriores bloques son cosa del pasado, en el presente, las polaridades no se miden por si un espectro es de izquierdas o de derechas, sino por la unión o la división, la democracia, o la opresión. Sino como se entiende, que una formación como el PNV, con una ideología más rancia que el Partido Popular, o el PdCat de Carles Puigdemont que tiene a un President de la Generalitat que como dijo Alfonso Guerra, es lo más parecido a Hitler en la actualidad, se sitúen como aliados del PSOE. Pedro Sánchez, mientras llama fascistas a los que se manifestaron en Colón, en donde también hicieron acto de presencia socialistas convencidos, por cierto, se abraza con Quim Torra, ese hombre, que al igual que los nazis, cree que los catalanes son una estirpe superior. 

Quizá por eso, muchos de los que antes apoyaban a las formaciones de izquierdas, ahora se están yendo a Ciudadanos, como es el caso de Joan Mesquida, o están dando la espantada renunciando a sus siglas al igual que ha hecho Iñigo Errejón. Huida, que no solo se produce por parte de míticos dirigentes, sino también por los votantes. Electores, que increpan a sus gobernantes achancándoles el hecho de que creen “carriles bici, huertos y otras gilipolleces, no cambiando en nada la vida de los trabajadores”. Obreros, que como muchos reconocen, van a votar a Vox. ¿Cómo es posible que un ciudadano que ha votado a fuerzas progresistas durante toda su vida ahora vaya a elegir a una formación nacionalista? Porque ya no le importa la izquierda y la derecha, tan solo le compete que los políticos le solucionen los problemas. Disyuntivas, que ni PSOE ni Podemos han sabido atajar. En lugar de ello, se han encargado de repartirse sillones y en servirse de las instituciones en vez de servir a los españoles.

Una izquierda arrogante y sin principios, que ha sido capaz de aceptar los votos de los etarras que asesinaron a Ernest Lluch con tal de asaltar al poder. ¿Qué diría este si se levantara de la tumba? Me daría vergüenza. No podría dormir por las noches cuando en la velada anterior he brindado con Otegui, ese mismo que maquinó tantos asesinatos a sangre fría como el del político socialista. Un espíritu que estará echándose las manos a la cabeza desde el más allá viendo en que se ha convertido su partido. En unas siglas sin principios amoldadas para hacer Presidente al secretario general a cualquier precio.

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