ELCHE. La Casa de las Palomas se ha convertido en un pequeño quebradero de cabeza para el medio municipal Pimesa. Desde que se sacara a licitación en la primera ocasión su rehabilitación, que consiste en derrocarla y levantarla de nuevo a su imagen y semejanza en otra parcela —dado que su actual ubicación está en un sector donde se tiene que ampliar el Parque Empresarial— en agosto de 2018, ha pasado año y medio aún no se ha adjudicado la intervención. La primera vez quedó desierto el concurso, en el segundo se presentaron dos pero el adjudicatario renunció porque detectó un error, y ahora ha salido a licitación por tercera vez después de subsanar el error.
Un error que se sustanciaba en que el proyecto básico —realizado por Serrano y Valderrama Arquitectos— había incluido una partida referente a una cuestión sobre la estructura del techo, pero no la cifra, por un valor de 70.000 euros. Por lo que de los 242.300 euros —308.295 con IVA— de base de licitación con los que se partía la primera vez, ahora se ha llegado a uno de 338.859 euros —410.020,1 con IVA—. Mientras que el total de la ejecución material antes era de 214.108,62 euros, ahora es de 284.756 euros. Y un plazo de ejecución de 22 meses, cuando antes eran 10. La segunda vez que se empezó el proceso, cuando la preadjudicataria se dio cuenta del fallo, que indicó que no podía asumir el gasto porque había unidades que no se podían compensar, Pimesa optó por reiniciar el proceso ya que no podía modificarlo adrede antes de haber empezado la obra.
En medio del embrollo burocrático hay que apuntar que cuando el concurso quedó desierto la primera vez, se indicó que las contratistas no habían participado debido a que el precio de los materiales había subido como consecuencia del resurgir inmobiliario, por lo que había que ajustar los precios, como se hizo de cara al segundo intento. Así pues, un año y medio después, ahora que parece que todo está ya en orden para poder iniciar el proceso con normalidad, está por ver si finalmente se podrá adjudicar sin problemas. Ahora es un contrato notoriamente mayor.
Esta casa modernista con torreta, de principios del siglo XX, es una vivienda típica de gente que migraba de la ciudad al campo por su diseño constructivo peculiar. En primer lugar destaca porque la vivienda está levantada sobre el nivel del suelo, por lo que para acceder al porche se debía subir por una escalera. Este desnivel es debido a la construcción justo debajo de la casa de un aljibe que tiene su boca en la cocina. A nivel de historia más reciente, la documentación jurídica que se conoce desvela que fue vendida por varios propietarios a Antonio Agulló Alberola, promotor, en 1992.
La finca la compró Pimesa, junto a otras muchas, el 21 de enero de 1997. Cuando se compraron y se encontró, ya estaba ruinosa, en muy mal estado debido a su abandono según la ficha del catálogo. En 2006 se aprobó su demolición para su posterior reconstrucción, como estaba permitido para este caso, incluida en el Catálogo de Edificios Protegibles del Plan General de 1998, ya que contaba con nivel de protección mínimo, sólo ambiental.