Dios creó el mundo pero se olvidó de enterrar a Franco. El sordo estruendo color zinc de las aspas del helicóptero cortan el espeso silencio entre la Notaria Mayor del Reino y Millán Astray. Me sitúo en la mente de Felipe VI que mira desencajado la pantalla. Las princesas se tragan la merienda. El franquismo no ha muerto. Ella sigue ahí: Letizia Ortiz, marcando tendencia. Falda cuero talle alto. Vestido de gala rosa, Tiara de Lis en Japón.
La campaña electoral, bien gracias. Que se lo digan a Ciudadanos. Espero que ya habrán leído el artículo de mi nunca bien ponderado ni pagado Herr Direktor Miquel González que sale justo en la pantalla a su izquierda. Ni una palabra más. Te alabamos señor.
Carlos Arcaya es vasco, de Vitoria, director de contenidos de Radio Alicante y se desespera contándome 2 mil veces y media cuarta lo ocurrido en la semana y las previsiones del próximo futuro político. Le pido orientación porque he estado fuera como un judío errante sin relato ni novela. Eso sí, uno piensa seguir siendo un rojo de mierda y mejor profesional. La semana -me explica Arcaya- ha volado entre el procés, la exhumación, la campañita, Zaplana desnudo en –la salida por la derecha de la crisis Draghi- su sumario, Chile, Boris Jhonson, Bolivia, y los dos líderes populares alicantinos mediando entre policías rodeados de banderas nacionales. Fotomatón.
También he estado leyéndole las manos a los mandamases del PP, Ciudadanos, Podemos y, sí, confieso, Vox. Los demás no se manifiestan. Menos Francesc Sanguino, un socialista que sigue incansable levantando con coherencia, orgullo e inteligencia la bandera de la decencia. César Sánchez está contaminado por la enfermedad -casi venérea- del acento murciano. Luis Barcala, encaramado en la deriva de los barriles de su navío pirata, no se aclara con las cuentas de la isla del tesoro ni acaba de cuajar un discurso inteligible. Carlos Mazón ya no es, definitivamente, de este mundo. Adrián Ballester, afortunadamente, sí. Echenique se pasó de Ciudadanos a Podemos porque intuyó el brillo del dinero. Y de visita en Alicante no ve mal que una izquierda dividida pierda escaños. Olé. Vicent Soler, aparentemente tambaleante, lanza por fin la ley del juego. A Mónica Oltra la veo, pero no la siento. Nos la han cambiado. Ana Sala, alcadesa de Calp, cazadora de “profanadores sacrílegos”, se declara franquista y a mucha honra. Todavía sigue en el PP. Vuelta al ruedo. Natxo Bellido se lanza con su patinete Gran Vía abajo. La web electoral del PSOE es propiedad de un militante de Compromís. Tots a una veu: Visca la Mare de Déu.
Nadie sabe que pasará el 11 N. Los partidos y las compañías pre-estrenan en provincias. El primer ensayo. Amaral, Pedro Sánchez, Íñigo Errejón el martes con Llum Quiñonero, Pablo Casado, Santiago Abascal -que denuncia en Castelló una conspiración PP y PSOE para derrocar a SM el Rey- prueban sonido y aforo. Se van. Y no vuelven. Si la Mare de Déu del Sufragi no mana res contrari. La clave de este 10N es la abstención. El invierno estadístico. Lo que salga, gobierno en -el preclaro Javier Blasco está convencido que en 20 días y una noche tendremos una Große Koalition- minoría o lo que sea sólo debe hacer lo que consiguió en su día Ximo Puig -Ave María Purísima, sin pecado concebida- recuperar la dignidad institucional, la confianza ciudadana y el orgullo de pertenencia.
No, no, no, espera, que estamos a la expectativa ante la imprevisible Maluesfera, que se rige por el calendario lunar. Albert Rivera está agotado. El bajón de la bola de nieve es insuperable y hasta la tropa de Santa Pola se queda fuera de juego. La guerra civil socialista, sin novedades. En Compromís ya echan de menos a Mónica Oltra cuando todavía no la han matado. Herida, la vice produce ternura y no temor: está perdida. Joder, con perdón, con la diversidad plural de los nuevos asesinos, perdón otra vez, quería escribir los nuevos esenios del Mar Muerto. El president XP se distancia de la aventura Torra. Camilo Sesto ya descansa en Alcoi. Puigdemont en su mansión.
Los Espinosa de los Monteros nos deleitan –la bandera no tapa todo- con otro escándalo inmobiliario. Justo aquí no sale Ripoll -felicidades, alguien ha robado las cintas Brugal- ni el Pare Camps, cuello blanco anguloso, bien planchado, que literalmente ahora está comiendo a mi lado en Gavara. En este preciso segundo es cuando desde el centro exacto del teclado se nos aparece amb la seua aixà el ‘ticktoker’, el sex simbol de lo País Valencià: el guapísimo Gerard Fullana que marca la agenda de la diputación alicantina. Dios reparta suerte. Y nos coja confesados. Amén.
Las trincheras, las rocas y los bosques respiran con el resplandor de la noche. Me lanzo a la profundidad del pozo hondo del Pico Espadán y salgo en la cumbre del Puig Campana. Brindo en el Aquarium con Inma -qué ojos- De la Concepción, María Jesús Yago, Paco López Barrio y Rafa Brines. De repente, se hace un silencio, majestuoso, esplendoroso. Hacen su entrada, bellísimas, despreocupadas y felices las niñas. Glorita Carratalá, Kate Matveeva y Andrea Iglesias. Alguien rompe a aplaudir. Resuenan los campanarios desde la Vega Baja als Ports de Morella. Alzamos la copa por lo que somos y seremos. Cenizas cayendo de un helicóptero.