Las banderas, y los rivales, suelen unir y tapar disensiones. Este domingo, todos, pero especialmente, gran parte del PP de la Comunitat Valenciana se manifestará unido contra un enemigo común, Pedro Sánchez. Y junto a ellos, por lo menos, un amplia representación de Ciudadanos y Vox.
Y sobre estos dos elementos -Pedro Sánchez es la pieza a batir; y Vox y Cs, la pieza a sobrepasar- veremos como se mueve en los próximos días -si no es que lo hace ya- la política en todos los ámbitos, incluso el local. Estamos en precampaña, es lo habitual.
Ahora bien, que la operación antiSánchez, no nos debe distorsionar de lo que sucede en la Comunitat Valenciana. Aquí, la pieza a rebasar es la misma, aunque más Ciudadanos que Vox, y el objetivo, sacar un escaño más que el Botànic. También lógico: Andalucía le ha dado esa partida extra a Isabel Bonig, y, de momento, las encuestas, a día de hoy, apuntan a ello, si alguna de las partes de la izquierda se hunde y Vox logra materializar en escaños lo que le conceden los sondeos.
Y esa bola extra, no prevista en diciembre, al menos, a principios, ha devuelto a Bonig a su personaje original: ya saben, lo contamos aquí, que la presidenta del PPCV había contratado los servicios de una empresa de asesoramiento para mostrar una cara más amable, a sabiendas de que parte del trabajo de oposición, realizado a cara de perro y con dotes de marrullerismo en algunos de los debates, no había surgido a efecto. ¿Se acuerdan del vídeo del Día de la Constitución? ¿Y de las uvas de Nochevieja, con besos y abrazos entre rivales en las Cortes Valencianas? Pues nada. Era todo mentira. El chute de andalucismo ha vuelto a Bonig a su lugar de origen. Pero ojo, no sólo con los rivales políticos -que sería de entender-, sino con algunos de los suyos.
La guerra sucia (de Bonig) más evidente ha sido la desplegada contra el alcalde de Orihuela, Emilio Bascuñana, del PP, con filtraciones de que iba a repetir, que no lo querían, que si pagó una encuesta con gastos del grupo municipal,... Bascuñana puede haber sido un mejor o peor alcalde, pero ha cumplido las máximas que el PP ha aplicado siempre: si no tiene problemas judiciales -relacionados con delitos penales, porque los administrativos sí que cuelan- repite. Y eso es lo que ha hecho la dirección nacional: respaldarle. Como también lo ha hecho el presidente de la Diputación de Alicante, César Sánchez, al margen que ambos -Sánchez y Bascuñana- hicieron campaña en favor de Pablo Casado, hoy presidente del PP. Nada extraño.
Pero la cosa no ha quedado ahí...Por si faltara poco nos hemos topado con el bulo de la gestora para el PP de la provincia de Alicante, pese a que nadie en público ha cuestionado a José Císcar, pudiendo hacerlo. Pero con la excusa de que los cuatro restos del zaplanismo -los alcaldes de Vall de Guadalest y Daya Vieja, grandes bastiones del PP en número de militancia -perdonenme la ironía- querían moverle la silla ante esas encuestas que sitúan a Bonig en la Presidència de la Generalitat Valenciana. Y para hacernos creer que todo eso es verdad, la propia Bonig irrumpe en el comité de dirección del PP de Alicante dándose golpes en el pecho y reclamando la unidad que ella misma no predica, por citar algunos sitios, por ejemplo, en Orihuela (más allá de las virtudes y errores de su alcalde). Esa es la fábula que nos han vendido.
Pero la realidad es otra muy diferente: los jóvenes valores han abandonado el partido; algunos candidatos se han elegido porque no había nada mejor; los descartados, o defenestrados, los verán o en Cs o en Vox; hay alcaldes que temen lo mismo que lo de Orihuela, fuego amigo; cada aspirante a una Alcaldía se está buscando las habichuelas por su cuenta, sin esperar a que empiece el proyecto (o la estrategia) común (si es que lo hay), y el objetivo es sacar un voto más que Ciudadanos y, que, con la suma de Vox, si aparece, repetir la operación Andalucía. Y si a eso contribuye Pedro Sánchez, con otra cagada, pues mejor. Y pese a las patadas que se dan bajo una misma bandera, que se las dan (hoy es posible que algún pistón caiga), el PP de Bonig puede volver a gobernar. Y en muchos ayuntamientos. Sólo necesita un voto más que Cs y que el efecto Vox no decaiga. Da igual el resultado.