No puedo evitar recordar tiempos pasados que no tuvieron por qué ser mejores cuando percibo la euforia de los dirigentes y militantes de Vox. “Vamos a gobernar Andalucía”, “Que empiece la reconquista”, celebran ensoñados y contaminados por las encuestas. Se van a comer el mundo, son imparables, no hay quien les rechiste. Sale Santiago Abascal haciendo gala de su testosterona frente a Pedro Sánchez pero después interviene Cuca Gamarra y se te pasa. No he visto nada más anti morbo. Me acuerdo cuando intervenía Mariano Rajoy -y eso que ha sido uno de los mejores parlamentarios de la democracia-, y después llegaba Albert Rivera con aires de ganador, de príncipe, como dijo Ana Oramas, y te pegaba el subidón. Cuántas veces me habré visto aquel famoso discurso de Albert en el que vislumbraba el plan del presidente del Gobierno para gobernar a cualquier precio pactando con Bildu y ERC. Él tenía una capacidad sobrehumana para anticiparse a los escenarios.
Y para lo que han quedado… Con las sedes de Ciudadanos en Alicante y Castellón cerradas a cal y canto. No se pueden ni imaginar la pena que me da al pasar cada día por la Avenida Maissonave y ver el cartel de SE ALQUILA. Pienso en todos aquellos momentos de euforia, en las buenas personas que conocí en torno a un proyecto ilusionante, de profesionales que después de trabajar en lugar de irse a descansar con su familia sacrificaban una hora de su tiempo para ayudar en alguna actividad. Me acuerdo de Ezio, Carlos, Ramón, Juanjo, Bea… Gente comprometida, idealista, que creían en una España mejor. Personas que no acaparaban elogios ni titulares pero eran los que hacían partido.
Desgraciadamente esa meritocracia de la que tanto hablan en las tribunas no tiene eco en los organigramas políticos. Sobre todo, cuando los caciques en Ciudadanos eran personajes que valoraban más la servidumbre que el ingenio. Ese fue uno de los problemas, el no premiar el talento, la valentía, dejar en manos de los incompetentes la formación de las siglas. Lo percibió Marcos de Quinto, que en un artículo en el diario El Mundo se indignaba de que se pusiera a hacer labores por ejemplo de Marketing a personas sin preparación alguna en lugar de contar con los afiliados especializados. Me sigue entristeciendo ver que las cosas no cambian y que continúa siendo un chiringuito en el que mandan unos pocos y los demás obedecen. Es triste porque como le dije en una ocasión a Pablo Rodríguez, adjunto de Jóvenes en la Comunidad Valenciana, el nivel de las nuevas hornadas me parece bastante bueno. Nueva esperanza que será historia a su pesar porque Inés Arrimadas a lo único que aspira es a conseguir su escaño en el Congreso de los Diputados.
De estar a punto del sorpasso al Partido Popular a probablemente compartir grupo mixto con Teruel Existe, vaya fracaso. Luego los veías pletóricos por sacar un escaño en Castilla y León. Así caricaturiza el vicepresidente Juan García-Gallardo a Paco Igea. Pobre hombre, y que pena tanta buena gente como él que creían en el proyecto. Porque hubo un momento en el que creíamos que íbamos a gobernar España con Albert Rivera de presidente y Marta Martín como ministra de Educación. Que sirva como aviso a navegantes. Le escribo a la gente de Vox, para que bajen esa euforia, esa superioridad moral. En Ciudadanos pasamos en dos meses de creernos líderes de la oposición mirando a los peperos con condescendencia a celebrar un cierre de campaña en noviembre confiando en la remontada. La realidad despojó a Rivera de sus galones de presidenciable y terminó despidiéndose entre lágrimas dando las gracias a sus padres en el cierre de campaña de noviembre. Olía a leche, sabía que el fin del partido estaba cerca. La esperanza de vencer al bipartidismo se difuminó en una campaña mediática contra la formación en la que, como destaca Toni Cantó en su libro De joven fui de izquierdas pero luego maduré, se creó la ilusión de que Pedro Sánchez suplicaba el pacto con Ciudadanos cuando la realidad era que su Gobierno con Podemos ya estaba perfilado.
Manía persecutoria complementada con errores de peso a nivel organizativo. Equivocaciones a la hora de hacer las listas, diseñar los cargos orgánicos. Te encontrabas a cada inepto con poder de decisión que te daban ganas de salir corriendo. Creo que todos los partidos deberían tener cuidado a quien le dejan las llaves de su casa. Se lo dije a Mario Ortolá, y se lo traslado a Ana Vega y al resto de cabecillas de Vox. Creo que, si corren la misma suerte que Ciudadanos, no será por los bandazos ideológicos sino por los malos perfiles. ¿De dónde han sacado a Juan García-Gallardo? Me consta que es un buen tipo en las distancias cortas y un hombre preparado, pero por Dios, vaya perlas suelta por la boca. Lo peor que le puede pasar a Santiago Abascal, Iván Espinosa de los Monteros y compañía es acoger en sus filas a personas que confunden la contundencia con la radicalidad, o la mala educación con la virilidad. Es elemental tener gente competente a nivel humano y profesional en todas las áreas. Otra de las razones por las que Cs no consiguió doblegar al Partido Popular fue precisamente rellenar las listas electorales de individuos que veían la política como un medio para vivir. Guárdense las espaldas, rebajen esa euforia, y no dejen de trabajar, a ver si les tengo que recordar que el Partido Popular sigue teniendo más poder territorial que sus siglas. Lo digo porque en Ciudadanos nos creíamos ya primera fuerza -recuerdo aquella famosa portada de ABC en la que una encuesta vaticinaba la victoria de Rivera-, y ahora han terminado cerrando sus sedes.
La paciencia es la virtud de los ganadores.