Operación Balmis es como el Ministerio de Defensa de España llama a la distribución por el territorio español de la UME (Unidad Militar de Emergencias) mientras dure el confinamiento general por el coronavirus. Y ha tenido a bien ponerle por nombre el apellido de un médico militar alicantino. Ahora se lo cuento todo que bien merece, también, recordar a este insigne alicantino.
Los militares son muy dados a dar nombre a todas sus operaciones, herencia que han adquirido los demás Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Suena a misión especial, lo es, y se está haciendo con publicidad y transparencia. El nombre recuerda a operaciones militares transcendentales en la historia de Europa como la Operación Overlord, la invasión aliada por el territorio francés que comenzó con el desembarco de Normandía el 6 de junio de 1944, una fecha marcada en la historia de la humanidad como un gran paso hacia la libertad contra la ocupación y la tiranía nazi en media Europa que sería el inicio del declive de Hitler y de su ejército durante la II Guerra Mundial. Ahora la Operación Balmis contribuirá a ganar la guerra contra el coronavirus.
El Gobierno ha elegido a la UME para hacer labores de vigilancia para que se cumpla el confinamiento, así como de desinfección fumigando lugares estratégicos como estaciones de tren, aeropuertos, cercanías de hospitales y residencias de ancianos... La UME se creó por acuerdo del Consejo de Ministros del 7 de octubre de 2005. Posteriormente, se han sumado a estas tareas, la Infantería y la Legión del ejército de tierra, la Infantería de Marina y el ejército del Aire con diversas aeronaves en alerta: un avión airbus del Ala 31 medicalizado por la Unidad Médica de Aeroevacuación, dos helicópteros Súper Puma medicalizados del Ala 48, así como fuerzas de tierra. Ya ven, miles de militares españoles contra el coronavirus exponiendo su vida al servicio de los demás, para que luego digan podemistas e independentistas, que critican su labor militar cómodamente desde su casa. Mucho cinismo, señores.
Y ¿quién fue Balmis? Francisco Javier Balmis nació en Alicante el 2 de diciembre de 1753, hijo de Antonio Balmis y Luisa Berenguer. Fue médico practicante en el Real Hospital Militar de su ciudad natal. Participó en diversas campañas militares como la organizada por el rey Carlos III para combatir la piratería de Argelia (1775), en el Sitio a Gibraltar (1780), así como en expediciones por América Latina a partir de 1781. De 1787-88 es cirujano mayor del Hospital Amor de Dios de México (se había sacado el título de cirujano en la ciudad española de València antes del Sitio mencionado). Sus viajes por América como médico marcarán su vida para siempre, adquiriendo conocimientos de las plantas medicinales y de su uso por los indígenas y los curanderos de aquellas tierras. En aquella época había un auge del estudio de las ciencias naturales y Amércia tenía multitud de plantas éxoticas y medicinales para ser admiradas en las Cortes europeas.
En 1790 se hace cargo del Hospital de San Andrés en México. En él Balmis pone en práctica la sustancia de la cocción de las raíces del agave y la begonia y prueba su eficacia entre sus pacientes. Con su empeño de introducir estas plantas medicinales en España las prueba en Madrid en tres hospitales de la Corte. Pero sus colegas le tachan de aventurero y de farsante. ¿Les suena?, quien quiere innovar en España es perseguido por los que están acomodados con su verdad. Muy español. Qué les voy a decir que ustedes no sepan… Balmis no se rindió ante tanta ignorancia y tanta crítica y escribió el libro “Demostración de las eficaces virtudes en las raíces de ágave y begonia para la curación del vicio venéreo y escrofuloso” (1794) en el que analiza 53 observaciones clínicas. Lo edita en Madrid en la imprenta de la Viuda de D. Joaquín Ibarra con “Superior Permiso”, financiado por el Duque de la Alcudia y Comisionado por el rey Carlos IV.
¿Pero por qué pasa Balmis a la posteridad? Se lo cuento enseguida, merece la pena conocer los detalles de los descubrimientos y las prácticas sanitarias de este insigne alicantino. A través del francés Moreau de la Sartre y su libro “Tratado histórico y práctico de la vacuna”, Balmis conoce los ensayos de Jenner en un pueblo del condado de Gloucertershire en el que inoculaba la enfermedad de las vacas (de ahí vacuna) en personas, con muy buenos resultados sobre la viruela. Esta enfermedad hacía estragos en América y buena parte del mundo. Balmis traduce ese Tratado al español en 1803 e influye para que se frague en Madrid la idea de hacer una expedición a América para vacunar contra la viruela. ¿Pero quién la dirigirá y cómo se hará? Balmis se presenta como la persona idónea para esa misión: es médico, está bien relacionado en la Corte y conoce bien América. Presenta un informe al Ministro Caballero titulado “Reglamento y Derrotero para conducir con la más posible brevedad la vacuna verdadera y asegurar su feliz propagación en los cuatro virreinatos de América, provincia de Yucatán y Caracas y en las Indias Antillanas”, con un “Suplemento sobre Filipinas”. Es un plan de acción - como diríamos hoy - en el que sugiere itinerarios, no exentos de dificultades. Su iniciativa consistía en hacer una cadena de vacunaciones a niños que partieran de un puerto de España con inoculaciones de brazo a brazo. Nació así la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna financiada por el propio rey Carlos IV.
El 30 de noviembre de 1803 partía de La Coruña la corbeta “María Pita” con Balmis como Director, José Salvany - médico militar - como Subdirector, y 22 niños de la casa de expósitos de esa localidad. Llegaron a Punta Venezuela el 20 de marzo de 1804. Fueron recibidos como héroes en Puerto Cabello y ese mismo día vacunaron a 28 niños. Desde Caracas, donde se crea la Junta Central de la Vacuna, la expedición se divide en dos: Salvany hacia Lima, Santiago de Chile y Buenos Aires. Balmis hacia La Habana, Yucatán y México. Tuvieron - otra vez - oposición de algunas autoridades incrédulas de los efectos de la vacuna contra la viruela y celosas por perder su protagonismo en los asuntos de sus ciudadanos, por lo que quisieron impedirlo. Fue la jerarquía eclesiástica la que les dio apoyo y amparo para poner las vacunas y ganó, así, la razón frente a la crítica desmedida y sin sentido. En Febrero de 1805 Balmis parte de México hacia Filipinas, Macao y Cantón, en China, incluso a la isla Santa Elena. Regresa el 15 de junio de 1806, después de recorrer medio mundo. Piensen en los medios de principios del siglo XIX y en las largas travesías por mar, y se darán cuenta de semejante gesta. Con su empeño, Balmis consiguió llevar la vacuna a los territorios del Imperio Español e introducirlo en los del mundo anglosajón, y erradicar la viruela en el mundo
En Alicante Balmis tiene su reconocimiento con una céntrica plaza, junto a edificios de estilo modernista. Y hay un Premio que lleva su nombre, promovido por Rotary Club Alicante, que este año se lo han concedido - por su defensa de los derechos humanos - al Doctor congoleño Denis Mukwege, quien fue designado a su vez como Nobel de la Paz en 2018.
Si Balmis consiguió erradicar la viruela con medios mucho más rudimentarios que los actuales, nosotros erradicaremos el coronavirus, evitando su propagación con el confinamiento y luchando día a día contra el contagio, mientras llega esa vacuna milagrosa que ya se está elaborando en diversos laboratorios, también en España, y probándola entre voluntarios. Qué así sea.